4-. Hechizo ~Kavi~

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Narrador omnisciente.

Fort Worth, Texas.

20:43 hrs

Cualquiera pensaría que a esta hora las calles de esta linda ciudad de Texas está tranquila, y no se equivocan. Por las mismas calles hay una chica de cabellera larga, no más abajo de la mitad de la espalda.

Sus ojos oscuros, color pardo y protegidos por un relativamente delgado cristal, recorren las vías mojadas por la lluvia, los autos pasan con una leve velocidad y suspira. Sonríe de lado, quita la capucha de su cabeza, sacude su cabello con su mano derecha y sigue su camino, ya era hora.

Entró al lugar quitándose su sueter quedando en una camisa escotada, sus tacones resonaban levemente atrayendo todas las miradas sobre ella. Volvió a sonreír de lado mirando al frente, hasta estar delante de un chico que no pasaba de los treinta y cinco, de apriencia joven.

—Maldonado —Dijo él sonriendo con algo de impresión— Llegas temprano hoy.

—Que decirte, Johny, hoy tenía más ganas — Alzó sus hombros sonriendo con un toque divertido y pícaro.

Él rodó los ojos divertido por el apodo.

—La verdad, sigo pensando que eres muy joven para esto, pero no te detengo— Comenzaron a caminar hacia las puertas de los vestidores.

—Y así debe ser, no todas lo hacen por gusto, soy única, por así decirlo.

Resonó una suave risa de parte de la blonda y esta finalmente entró a los vestidores.

Muchos se preguntaran ¿Qué es lo que esconde esa hermosa e inocente chica?, bueno, no tan inocente.

Kirstin Taylor Maldonado, alguien que no pasa del metro sesenta, con una sonrisa adornada de perlas blancas y con una vida que todos creen normal, porque ella muestra solo lo que quiere que los demás vean.

Estudia teatro musical, es soltera, cantante, y una persona de buen corazón. Sus padres siempre estuvieron al pendiente de ella, nunca tuvo complicaciones médicas. Digamos que tiene la vida perfecta, y claro, la aprecia mucho, pero, ¿Dónde quedará ese toque de locura que cualquiera necesita?

Se cambió y salió de los vestidores quitandose los lentes, se acercó a John y se los dió sonriendo de manera cálida. Retocó su maquillaje y sin mucho apuro caminó hacia las escaleras ubicadas tras el escenario con sus tacones traqueteando contra la madera de las mismas.

Subió hasta estar tan solo detrás de las cortinas, puso sus manos en estas acariciando la tela, pensando en cuantas personas habrían esta noche observando, sonrió y puso su labio entre sus dientes.

Apartó el objeto que colgaba desde el techo comenzando a caminar de manera lenta, lanzó una risa pícara (que fue opacada por la fuerte música del lugar) al notar que a penas salió la mayoría de la miradas fueron hacia ella, no por haber una nueva entrada, sino por su cuerpo.

Esa sensación de dominio y picardía la invadió una vez más, haciendo que sus caderas se movieran al compás de la música. Caminó bailando, tomó uno de los plateados tubos con su mano derecha y comenzó a dar vueltas, dando inicio a su pole dance.

Ella juraría que era el público de siempre, los mismos chicos lindos o rudos, los que les gustaba, pero se equivocaba en una pequeña parte. Entre las tantas personas que la observaban a ella y su envidiable figura, había un par de ojos color esmeralda viendola.

Éste par de orbes verdes pertenecen a Avriel Kaplan, o mejor conocido como Avi, un chico con un rostro tupido de vellos y una sonrisa que hace que cualquiera caiga a sus pies, tan misterioso como la noche. Él la miraba fascinado, contemplando cada detalle de su cuerpo, deteniéndose siempre en su rostro que según él era lo que le seguía a la perfección.

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