La letra "L"- 2da parte.

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Kirstie.

Y ahí me encontraba, subida en ese escenario presentando el monólogo que había escrito hace unos meses, dí todo mi empeño en esas líneas que estaban impresas sobre un pedazo de papel, ahora mismo dichas por mi boca. Me sentía muy nerviosa por lo que pensaran las personas acerca del monólogo, quería que fuese lo más realista posible y también expresivo, todo lo que el público estaba escuchando en este momento eran mis más profundos pensamientos atrapados dentro de una burbuja llamada actuación. 

Había tantos aspectos de mi vida que la verdad odiaba, no todos los días me levanto creyendo que estoy sana, no todos los días me levanto sonriendo, o pensando en cosas positivas, digamos que soy una pequeña bolita de negatividad, muy pequeña bolita. Mido uno cincuenta y cuatro.

A pesar de todo, no odio mi vida, agradezco en todo aspecto tener la oportunidad de vivir aunque sea de una manera la cual no pueda agradarme del todo.

Al finalizar mi monólogo comenzaron a llover aplausos, no pude evitar que un leve sonrojo subiera a mis mejillas, se sentía espectacular poder hablar sin detenerme, sin que las personas me ignoren, es lo que adoro de estar subida en un escenario. Hice una leve inclinación y comencé a caminar hasta la salida del escenario, cuando estuve fuera de este dejé que la tos comenzara a salir, había estado reprimiéndola durante casi una hora y ahora mi pecho duele, no respiro del todo bien. 

El enfermero que me acompañaba se acerco a mí con mi inhalador en sus manos, lo tomé y lo usé para que al cabo de un rato, la tos cesara un poco, le agradecí. También se acercaron algunos profesores y mi padre a felicitarme, sonreí por cada una de sus palabras.

—Felicidades, hija, estuviste grandiosa—susurró papá mientras me rodeaba con sus brazos, correspondí su abrazo con un poco de dificultad, la vía que tenía en el brazo para el goteo intravenoso no me dejaba flexionarlo, suspiré un poco pesado, tenía la vía puesta todo el tiempo, solo la cambiaban cuando esta se ensuciaba o comenzaba a dolerme el brazo, tengo que tenerla siempre.

—Kirs, no lo flexiones—me recomendó Erick, mi enfermero, en un tono suave. Asentí y relajé el brazo derecho, que era donde estaba.

No me gustaba que las personas vieran la vía, así que siempre la cubría con un suéter. En esta ocasión, tuve que usar un vestido de mangas holgadas para que no se notara durante todo el monólogo.

Me separé del abrazo y papá me dijo que iría a ver la obra de Gray, mi hermana menor, que era el cierre del acto. Habló con el director de la escuela unos pequeños segundos y vi a Erick, me sonrió levemente y yo también le devolví la sonrisa para luego dar un leve bostezo.

—Kirs—me llamó el director y fui hasta allá.—¿Te sientes cansada o algo? si quieres puedes dormir un rato en las camillas de la enfermería.—Suspiré un poco y asentí de manera leve, siempre tengo un poco de cansancio encima y a veces aumenta.

—Sí, si no es molestia—dije y sonreí un poco.

—Claro que no lo es, ve, ya sabes donde está—respondió amable y con una dulce sonrisa, asentí y comencé a caminar.

Fui a los vestidores y me cambié de ropa, me puse un suéter, un jean, botas de tacón negras, aunque al llegar a la enfermería me las quitaría, y un pequeño gorro abombado. En compañía de Erick fui hasta allá y me senté en la camilla, de repente siento un líquido correr por debajo de mi nariz, era sangre.

—E-Erick—de inmediato al escucharme se acercó y se sentó frente a mí.

—Ya sabes que hacer, solo aprieta suavemente tu nariz tapando las fosas nasales e inclínate levemente hacía adelante, luego respiras por la boca. Espera unos diez minutos así y ya veras que se te pasará—me sonrió haciendo que me calmara un poco.

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