La libreta de Miller.

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Gonzalo.

Cerré la carpeta gris con el primer boceto de mi investigación terminada, las copias de las graficas que presentaría a la junta en tres días más se imprimían tranquilamente al lado de mi escritorio, miré la hora en mi reloj de muñequera, dos de la mañana con veinte, el cansancio en mi cuerpo era evidente, pero aún así no lograba conciliar el sueño desde hace dos noches, cosa que no ayudaba para nada a mi temperamento.

Gracias al cielo Domingo estaba tapado en trabajo para no tener tiempo de asomar sus narices por mi oficina y cuestionarme al respecto. Esta vez sí que le debía una grande, atendió a la mayoría de mis consultas y pacientes hospitalizados. Si no hubiera estado tan ocupado con mi investigación y los problemas que se presentaron con aquel chico, no le hubiera cargado tanto la mano a Neira.

Hice una mueca al recordar a aquel chico, Daniel Arancibia, al menos se estaba recuperando bien. Ya había despertado de la operación sin embargo aún sus pulmones no respondían como debería provocándole demasiado cansancio por lo que dormía más de lo habitual. Era cuestión de tiempo para que ello cambiase, había estado demasiado tiempo entubado durante la operación, era de esperarse que sus pulmones se vieran comprometidos de alguna u otra manera. A pesar de ello estaba estable. Delania, la enfermera nueva que había conseguido para él, me entregaba informes cada tres horas. Era una mujer con bastante experiencia, una joya prácticamente, aunque a veces resultaba un poco intimidante, sabía lo que valía y lo hacía saber evitando que otros se entrometieran en su camino. Lo había dejado bastante claro cuando Miller intentó sonsacarle información de la evolución de Daniel.

No pude evitar sonreír por ello. Miller era muy obstinada y Delania la manejaba con un solo dedo apaciguando el carácter de Miller. Muy pocas personas lograban eso. De hecho, parecía ser la única en este lugar que lo lograba. Me recosté en mi silla cansado y con el relajante sonido de la impresora a mi lado. Samantha me sacaba de quicio, no solo porque apenas y podía controlarla, sino porque se atrevía a desafiarme, su actitud de niña buena no se la compraba ya, al principio solo me parecía una niña mimada que había obtenido todo lo que quería sin más, y si no lo lograba hacía berrinches.

Que equivocado estaba. Reí sin gracia recordando a la chica de cabello largo y despeinado ensimismada sobre recepción con una lapicera fosforescente. Quizás si era una niña mimada, pero con cerebro. De lo contrario ya estaría fuera de aquí, yo mismo quería encargarme de sacarla, pero resultaba ser buena enfermera, eficiente y comprometida. Si no fuese porque siempre trataba de llevarme la contraria podría hasta caerme bien, pero no, ella se empeñaba en hacer las cosas difíciles, en involucrarse más de la cuenta sin importarle nada. Por lo mismo la saqué del caso de Daniel, aunque igual se las ingenió para saber de él. No puede involucrarse de esa forma, solo terminaría lastimándose a sí misma, yo sabía eso por experiencia propia y por alguna razón no quería que ella pasara por eso. Su obstinación la llevaría a la ruina.

Me puse de pie con la carpeta en mano, debía llevarla con Grendic, debía estudiarla antes de mi presentación el lunes. Es el feje del hospital por lo que todo debía pasar por él. Más si se trataba de algo tan importante como una investigación científica. Sonreí para mi mismo sabiendo lo que significaba esto, en esta simple carpeta gris iba mi pase a las grandes ligas, podría tener otra especialización o quizás perfeccionarme, podría tener mi propio centro al igual como lo hizo mi padre. Sabía que podía hacerlo de inmediato, utilizar su dinero para abrir el centro y ya, pero mi ego no me lo permite. Esto lo haría por mí mismo. No necesitaba la intervención de nadie para lograr lo que me proponía.

Grendic no estaba en su oficina, por lo que dejé la carpeta sobre su escritorio y volví al piso. Jannell me sonrió amable desde el mesón y asentí hacia ella acercándome. Sabía que ella le facilitó la credencial a Miller, sabía que debía recriminarla por ello, pero no lo haría, mi humor estaba mejorando y pretendía que siguiera así

Red Cristals   I: WoundsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora