¿Por favor?; Por favor.

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Romina.

Le di una mirada irritada a Fabiola quien, para variar, se hacía la mosca muerta tras el mesón de recepción. Erica le acariciaba el cabello como si de una niña indefensa se tratase, rodé los ojos y me encaminé a revisar los pacientes que Samantha me había encargado mientras ella y Gonzalo se encerraron con la ficha clínica del chico.

Había escuchado llorar a Sam en los camarines mientras se duchaba para quitarse la sangre de su cuerpo, su uniforme había quedado empapado y gracias al cielo ambas teníamos casi la misma talla y pude prestarle un traje para que pudiera terminar su turno. Cuando volvió al piso su semblante era totalmente sereno, ella definitivamente sabía ocultar muy bien lo que estaba sintiendo.

-¡Eh guapa! - Guillermo me alcanzó con las manos en sus bolsillos y su habitual caminar de cazador - ¿Qué has sabido? -Hice una mueca, me crucé de brazos y me apoyé en el umbral de una de las salas

-Nada del chico -Dije observando a los pacientes de la sala, hasta el momento todo estaba tranquilo - Sam y Gonzalo están encerrados aún tratando de averiguar lo que ha ocurrido -Guillermo hizo un sonido de desagrado

-¿Crees que Sam...?

-Sam es increíble -Le corté - Si no fuese por ella ése chico ya estaría muerto -Guillermo levantó las manos en forma de inocencia

-Tranquila que no he insinuado nada -Se defendió - No es de mí del que tienes que protegerla -Rió señalando a las víboras que tenían un festín con lo sucedido. Hice una mueca de desagrado y me dirigí hacia ellas con Guillermo tras de mí

-¿Están cómodas las princesas? -Pregunté balanceándome con las manos en mis bolsillos - Puedo traerles galletitas saladas para que acompañen su delicioso café -Erica me miró con cara de póker

-Tú ni de sirvienta servirías -Lazó con desdén. Puse cara de ofendida y me giré hacia Guillermo quien negaba con la cabeza sabiendo lo que se venía

-¡Oh no! -Chille llevando mis manos hasta mi rostro - ¿Has escuchado, amigo? ¡Ni como sirvienta! -Levanté los brazos escandalizada y me volví hacia ellas quienes ya me miraban irritadas - Supongo que tu podrás enseñarme ¿no? -Batí mis pestañas con falsa inocencia - ¡uh! ¡No! Primero debes enseñar a tus amiguitas a usar la única neurona que tienen -Dayanne lanzó una carcajada sarcástica y se volvió hacia mí

-Cariño, ¿no deberías estar preocupada por el trasero de tu "amiga"? -Dijo la última palabra con cierto desdén - Si tiene suerte la dejarán barrer el piso después de...

-¿Y qué pasará con Fabiola en ese caso? -Pregunté simulando estar intrigada -Si ni siquiera pudo seguir una simple orden -Dije sonriéndome - Mejor deja de preocuparte de Sam y ocupa tus maravillosas energías en ayudar a empacar a la plasta que está ahí -Señalé con la cabeza a Fabiola quien no pronunciaba palabra alguna - ésta ya es la cuarta -Dayanne y Erika se pusieron aún más a la defensiva

-No tienes idea ni de lo que dices -Soltó Erika. Guillermo puso su mano sobre mi hombro tratando en vano de que no dijera nada pero ya era demasiado tarde. Levanté una ceja hacia ellas y me apoyé en el mesón

-Cariño, ¿no creías que todo se sabría? -Imité a Dayanne - No es un secreto que fue Fabiola la que ha olvidado anotar varias órdenes en las fichas clínicas, que se le ha pasado la hora de medicación o que simplemente le ha dado por esconder las fichas para perjudicar a Sam

-¡¿De qué demonios hablas?! -El rostro de Erika tomó un rojo carmesí de la rabia

-No te hagas la idiota ahora -Le respondí - ¡oh! Lo siento, le estoy dando el crédito de esconder la ficha a Fabiola cuando en realidad fuiste tú y Dayanne -Batí mis pestañas con inocencia - es obvio que ella con su sola neurona no podría hacerlo -Le di una mirada a Fabiola que cada vez se hacía más pequeña en el asiento. No pude aguantar sonreír con satisfacción

Red Cristals   I: WoundsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora