No puedo dejar de pensarte aunque me lo proponga, ni de extrañarte aunque me duela tu recuerdo.
Siempre vas a ser alguien importante para mi, siempre vas a ser el recuerdo que tengo de aquella noche en la que sonreímos, donde a la luz de los faros del parque fuimos libres, aquella noche en la que nos dimos mutuamente una parte de nuestros corazones.
Después de todo este tiempo me he vuelto cautiva de nuestra jaula, en donde puedo volar pero no salir de ella, he desarrollado una especie de estocolmo, pero no puedo evitar quererte, como un florista seguiría amando las rosas a pesar de las espinas.
Las noches son largas y los cigarrillos escasos, la luna brilla, el silencio me da paz, y me evoca tu recuerdo.
No he visto holocaustos desde aquella vez, sin embargo escribo cada noche con la tinta de mi corazón, cartas, en las que pido que regreses.