Caí por tu estúpida forma de ser, por tu sonrisa de bobo.
Por tus ojos a través del cristal de tus lentes, por tu frescura, por tu brisa.
Y busque cada pequeña oportunidad para dejar mi huella, quizás en cartas que escribí en mi mente y nunca te entregué en palabras, por mi miedo de decirte, y no me di cuenta ni lo quise aceptar, pero caí.
En nuestras vagas conversaciones en la banca bajo el árbol, con tus ojos cafés, que casi pude haberme ahogado en ellos si me hubieras permitido beber de tu mirada, y tu tonta sonrisa que siempre derrumbó mis paredes de coherencia.
Y caí, por ese tonto muchacho recién salido de su hogar, buscando descubrir el mundo cuando sin pensarlo el mío se estaba topando con el tuyo.
Aquel docente joven, y más allá de eso tú simple ser, lleno de secretos y de dibujos con historias, aquel amante de los animales, aquel ser extraño que llegó a tirar barreras con su tonta sonrisa, y joder que bella sonrisa.
Me fascinó el mundo dentro de tu mente, tu laberinto de pensamientos, tus historias y cuentos.
Y soñaba con salir contigo algún día y tomar tu mano en un café y decirte lo mucho que quería que mi galaxia chocara con la tuya.
Pero yo era una niña boba, bastante boba como para darme cuenta que debí decirte, que debí besarte cuando tuve aún mi oportunidad.
El cristal se rompe un poco cuando alguna resonancia fuerte está cerca, cuando la ví contigo, tomando tu mano y tocando tu rostro todas las ventanas se rompieron, resonó.
Ha pasado el tiempo, y ahora puedo decírtelo, podría si tú fueras libre y si no estuviera rota, si mis pétalos no se marchitaran.
Pero no olvido aquel día de invierno tu mirada en la pantalla y tu sonrisa de niño, tus pupilas dilatadas y tu mirada brillante como estrellas.
Salí contigo sin darme cuenta de que también se me salía el corazón.
Te hice molestar tantas veces para que no notaras mi insistencia, pero hice que notaras de más mi presencia, si tan solo te hubiera sido sincera.
Van Gogh se cortó una oreja por un amor de falso idilio, quizás ahora lo comprendo, porque yo corté una pequeña parte de mi corazón que guarde en una caja de apariencia, que te di a pedazos sin que lo notaras siquiera.
Sin embargo ya sé que se siente, estar más de una hora contigo, sentirte cerca aún sin tocar tu mano.
Tuve el amor platónico más grande que habría imaginado.
Pero creo que los amores platónicos son los más sinceros, porque te enseñan a querer con la mirada, apreciar cada minuto de una forma más intensa, más real más genuina, y es tan etéreo que es inexplicable, porque tu pulso se acelera sin necesidad de un acercamiento, porque es amor a distancia, y aunque no sea correspondido te alimenta, te mantiene lleno de ilusiones y pensamientos vivos, como un mar de nubes, como perdido en el universo.
No sé qué línea tomarán nuestros caminos, pero sé que algún día te encontraré en mi vereda.
Platón es un bobo porque tu eres platónicamente bobo, y Platón fue filósofo, tu rompes mi filosofía y por eso me haces creer que ... Platón es un bobo.