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Capítulo 13



Me había dado cuenta del pequeño detalle que oscilaba en mi cabeza, te amaba pero tú...

Finalmente las cosas volvían a recobrar sentido y me sentía hastiado, esa incomodidad que me prohibía acercarme era mi inteligencia que, contrario a lo natural, estaba aislada del amor, me pedía a gritos que me diera cuenta de la realidad. El amor acarreaba una serie de cosas que lo hacían una experiencia maravillosa, la voluntad de comprenderte y aprender a valorarte, la necesidad de estar ahí y ser apoyo, el anhelo de ser inspiración para ti. Noté que a través de mí veías muchas de tus cualidades, y aunque no digo que me usaras, sentía que yo no podía escrutar en ti algo mío. Me sentía tan perdido en ti, aún siendo tu mapa.

Había renunciado a mucho por ti y seguía sin comprender que para poder decir que te amaba debía dar prueba viva de ello, porque en mi defensa debo aclarar que no soy perfecto y la mayoría de las cosas que demostraba eran intrínsecas. 

Durante una caminata al río, mientras hablábamos de ti, del vacío que dejó la muerte de tu padre en tu vida y de cómo tu madre jamás quería tocar el tema, me dijiste que querías salir del pueblo y viajar a Canadá.

¿Y qué hay de mí? Pensé, me sentí mal y algo torpe porque para mí era de costumbre pensar en ti a la hora de tomar decisiones.


- Sin duda es hora de que empiece a ordenar mis ideas. -comentaste- No sé muy bien que haré ahora que al menos puedo rendir un examen, ¿me ayudarías a decidirme? Sé que contigo tomaré la decisión correcta. 


Tu sonrisa fue dolorosa, extrañamente. 


- Claro, pero sinceramente... Es algo que deberías conversar con tu madre.


- Ella querrá que vaya a estudiar a una Universidad cerca o algo por el estilo, estoy pensando en Filosofía, me haría maestro de secundaria y cambiaría el viejo sistema. ¿Qué te parece? - emocionado añadiste, pateando unas cuantas rocas en el camino.


Mi mirada se desvió otra vez lejos, hablábamos de planes como de juegos de mesa, no entendía tu forma de actuar repentina, ¿acaso yo ya no importaba...? 

Entendí que yo era tu persona, la que necesitan las personas que se sienten solas y no están enamoradas, las que se enamoran de la idea de ser amados, cuidados y valorados, tú necesitabas que alguien te viera con otros ojos, yo fui "diferente" que los demás para ti, no te juzgué, te di aliento y te amé. Y ahora podía darme cuenta de ello, de que yo te traté como lo que podías llegar a ser y no por lo que eras, y de esa manera fuiste capaz de trepar sobre mí y brillabas. 

Tu brillo era cegador, había alimentado un fuego que ahora me quemaba... ¿Y a quién tenía yo para creer en mí? 


cuando decimos adiós.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora