12

333 76 5
                                    






»Capítulo 12




Eso me mantenía con vida, la insistente duda y la sensación de desprenderme de todo lo que conocía para esconderme en tus brazos. Desafiabas las leyes de la física y la naturaleza, me hacías sentir como los vestigios de un rayo cósmico en el vacío y aquello que permanecía incongruente o sin ser pronunciado me daba escalofríos. Necesitaba oírte.


- ¿Cómo les ha ido? -preguntó mi padre cuando nos vio sentados en el frente.


- Su hijo no deja de presionarme para que lea escritores alemanes, ¿hay una fijación hacia los alemanes? -respondiste, jovial.


- A Ben le gusta mucho el estilo que manejaban, yo prefiero la narrativa rusa... -alegó- ¿Ya terminaste el último libro? 


- Sorprendentemente. -sostuve, ganándome una mirada pilla de tu parte.


Mi padre rió y nos observó a lo lejos, suponía que él era consciente del vínculo que compartíamos, incluso podría decir que nos tenía más fe que nosotros mismos. Mi madre no estaba tan al día como él en mis asuntos, pero definitivamente te quería y conocía mucho acerca de ti, de tu madre sobre todo. ¿Tu madre me quería? ¿O tal vez sólo me necesitaba? 


Para cuando me di cuenta comenzaban a preocuparme más mis asuntos, los exámenes de ingreso a la universidad se acercaban cada vez más, aún no habías decidido qué estudiarías pero aquella tarde me dejaste entrever en el mundo de tus sueños e ideales.


- Ojalá hubiese más maestros como tú o tu padre. 


- Mi padre no es maestro. -comenté, acariciando tu cabeza que reposaba en mi regazo. 


- Pero enseña...


- Tú lo haces también.


Un gesto de gratitud se dibujó en tu rostro, acogido por la calidez de la primavera y el abrir y cerrar de tus ojos. 


- Hhm... Haces que me sienta capaz de tomar el mundo entre mis manos. -confesaste. 


Y tú me hacías sentir tan inseguro.


- Lo eres.


- ¿Y tú? -me preguntaste.


¿Yo? ¿Realmente quería el mundo en mis manos? Era peligrosa la cercanía, sentía, de repente, que mi nou anhelaba poseer el conocimiento que me permitiría comprender al mundo, pero algo más en mí, tal vez yo en sí, no deseaba nada más. ¿Para qué el mundo si existías tú? ¿Necesitaba algo más?


Descubrí que si te miraba sin que lo notaras, eras diferente. Y por un segundo aquella tarde, lo que creí amar me pareció extraño.



























...

Es corto por una razón, son memorias, con paciencia entenderán.

Con amor, N.










  "En el agua agitada caemos. En el agua agitada nos arrastramos, y es difícil oírte cuando no hablas."

cuando decimos adiós.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora