Capítulo 20

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Escuchaba las lejanas voces de dos personas resonando en la oscuridad que al parecer discutían severamente pero que cada vez se fueron volviendo más lejanas casi como susurros hasta quedar en completo silencio. El tiempo transcurria lento mientras seguía sumergida en la soledad de aquellas oscuras paredes en su mente con su cuerpo inmovil flotando sobre estas.

—¿Qué pasa? —su voz resono en la toda la oscuridad con esa palpable maldad emergiendo de aquella simple pregunta maliciosa, fue eso lo que la hizo querer despertar con todas sus ancias, en vano trato y trato hasta el punto de desesperarse con aquella impotencia de no poder lograrlo.

—Aléjate —su cuerpo no respondía ni por más trataba de abrir sus ojos de aquella pesadilla.

¿Tienes miedo verdad? —Su voz le retombaba en sus oídos con cierta burla -pero siempre lo has tenido.

—No te acerques —trato de abrir los ojos y levantarse pero seguía recostada en la oscuridad.

Deberías matarlo a él tambien sabes ¿porque no? Después de todo ya te haz vuelto una asesina.

Se quedo de piedra con el corazón atorado en la garganta ante lo dicho.

—¿De quién hablas?

De ese demonio —su risa le provocó un dolor de cabeza insoportable— Dime, Dime... ¿Te gusto ver como el perro ardía en llamas soltando alaridos hasta morir? Fue todo un espectáculo, te felicito.

No lo mires, no lo mires. Si lo haces caeras —se dijo una y otra vez.
Sobre ella un animal sin pelo y con graves quemaduras en su deformada piel se materializo en la ocuridad, la observa con odio. El temblor en su cuerpo aumento mientras la criatura acercaba su hocico hasta su rostro sintiendo el repugnante olor a carne queda.

—Yo no... soy una enferma como tú—Logró decir con dificultad con la voz temblandole por el miedo que trataba de esconder, a pesar de que fuese una simple ilusion atrapada en su cabeza— No podría disfrutar del sufrimiento de otros.

Entonces retuercete con la culpa.—su voz se volvió seria y distorcionada retumbando en sus oídos— ¿Que tal si tenía una familia que lo esperaba en casa? Puedes imaginar el sufrimiento que haz causado, tal vez hasta tenía hijos que lo amaban y lo esperan con emoción con sus pequeños ojos pegados en la puerta, esperando ver la figura de su padre. El padre que TÚ asesinaste.

Sus palabras palabras venenosas lograron su cometido, haciendo que la culpa llenara su corazón.

—¡Cállate! ¡Tú estás muerto! No eres real, no eres real. Solo eres una alucinacion de mi mente que debo superar.

Muňeca Tonta —ahora el estaba sobre ella con aquella sonrisa que la hacia temblar y que la llenaba de asco, sus ojos brillaron con malicia y diversion, disfrutando, saboreando su miedo— yo sigo junto a ti. En tus más oscuros y profundos sueños mi maldita y querida muñeca. Nunca te desaras de mí aunque lo desees con toda la desesperacion de tu corazón, nunca te dejaré.

Se sentó en el sillón con la cabeza dandole vueltas, estaba desorientada ni siquiera le era familiar el lugar. Pequeñas luces iluminaban todo dejando algunos rincones en oscuridad. Parecía estar en una especie de biblioteca por los libros que decoraban el lugar. Se alivió al ver que esta vez si tenía ropa puesta, unos pantalones negros con una chaqueta pesada algo olgada.

Haciendo memoria recordó que estaba con Naruto hasta sentir algo caliente perforar su cuerpo y caer en un sueño profundo sin saber nada más haya de eso. Al observar a su alrededor y percatarse de que el rubio no se encontraba ahí solo la hizo preocuparse.
«Espero que nada malo le haya pasado»
llevó una mano a su pecho, su corazón latía con preocupación por el rubio rogando porque este estuviera a salvó. Por ahora debía indagar por su alrededor en busca de una salida pronto.

Oscuridad en mí  (NaruHina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora