Era la típica chica guapa. 17 años. Delgada, ni baja ni alta, con ese espacio entre las piernas, ni rubia ni morena, a veces se teñía algunas mechones. Los ojos a veces verdes y a veces azules. Vestía bien y hacía deporte.
Ella era divertida. Muuuy divertida. Siempre tenía una preciosa sonrisa en el rostro. No había nada que hiciera que se le borrara esa sonrisa de sus labios. Bueno, algo sí, si le tocaban sus fibras sensibles. Las de su padre.
Cuándo ella nació sus padres se divorciaron porque ninguno quiso cargar con Jessica. Al final, su madre se escabulló y se quedó Peter [el padre de Jessica] con ella. Jessica, creció con Peter hasta un día. Ah, ha Jessica siempre le habría gustado tener un hermano mayor y una hermana más pequeña que ella. Aunque no menos de 14 ya que sería un coñazo. Lo que decía, un día su padre se casó con una chica. La chica era guapa, delgada, y con un cuerpo diez. Cuándo se vinieron a vivir a la gran casa de Jessica, vió que detrás de ella, había un chico, guapo, con músculos bien definidos ya que llevaba una camiseta abierta por los lados y se le veían los abdominales, moreno y unos ojos verdes esmeralda. Llevaba algún que otro tatuaje pero no tenía ningún piercing, o eso creía Jessica.
Y detrás de él, había una pequeña niña, aunque no tan pequeña ya que tenía 16 años recién cumplidos. Era morena, con el pelo más o menos por la cintura, como Jessica. También era delgada, buen cuerpo la verdad. A partir de ese día su padre le prestaba menos atención, pero para Jessica, eso no tenía importancia. Al fin y al cabo, era ella su hija ''de sangre''.