Capítulo 10

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Tras ese pedazo de morreo que me di con Karl en el que me metió la lengua hasta el esófago e hizo los mismos movimientos que un atún recién pescado, Paola se levantó y puso sus ojos en blanco.

—Ejcúchame, Karl. —la voz de gaviota se había multiplicado por mil y mis tímpanos comenzaron a sangrar, como cuando escuchas cantar a Leticia Sabater.— No me parece normal que me hagas esto sabes, que me dejas aquí to tirá o qué?

  —A ver, Paola, me tienes el huevo izquierdo más hinchado que la cabeza de Trotsky después del pioletazo.  —Karl se giró violentamente—   Me tienes harto. Eres muy pesada, tronca. Que encima lo que dices tiene muy poco sentido, a ver si te callas la boquita.

 Paola comenzó, de nuevo, a mover sus morros a una velocidad vertiginosa.

—Mira chaval. Eres tú el que va de indepe podemita alternativo grunge underground emo incomprendido solitario y genio, pero no. ERES UN FURRY DE LOS COJONES, QUE TODOS SABEMOS EN ESTE BAR CÓMO TE PONE VESTIRTE DE ARDILLITA Y METERTE BELLOTAS POR EL CULO.

Esa información caló en mi pecho, pues me vino el flashback de como Karl me pidió que le metiese aquella pedazo bellota por el ojal mientras me untaba nutella en la punta de los pies. Saqué mis garras, mucho más largas que las de Bad Gyal para que tengáis un punto de referencia, y se las clavé a Paola en la yugular mientras decía, calmada:

—Mira tronca, no tienes ni puta idea de la vida. Eres una vegetariana de postu, lo único que se puede comer es FUET PORQUE ES SAGRADO y el atún porque es una roca. Fuera de mi vista.

Tras soltar aquel cuerpecillo comparable a un chihuahua tembloroso, Karl y yo salimos del Bar Yuri Gagarin, juntos, como al principio, como Cosmo y Wanda, Timón y Pumba; Hannah Montana y Lola Luftnagle, etcetcetc.

Fuimos directos al estudio comuvintage de Karl que seguía lleno de mierda porque el cabrón era un cerdo (sin ningún tipo de especismo). Allí compartimos una tórrida noche de sexo comunista en el que volvimos a pagar de nuevo los condones y en el que recuperé el disfraz furry de ratita presumida. Me puso mirando para Corea del Norte, para China y para Venezuela mientras me susurraba cosas guarras al oído.

 —Imagínate que Maduro te convierte en Ministra de Economía. —ese era mi rollo, mi kink, hacerme sentir una déspota líder comunista que pisaba a su pueblo.— Imagina que te conviertes en la esposa de Kim Jong-un y te obliga a escoger uno de los tres peinados disponibles del país o imagina que el cadáver de Fidel Castro te regala un puro hecho con el sudor de los niños explotados, imagínalo.

Tuve 69 orgasmos, y no debido a la postura, lo hice por cada uno de los años en los que la URSS existió. Ya, después de ese cardio en el que sudé más que en mi clase de zumba de los lunes y los miércoles en mitad de la plaza del pueblo en la que nos reuníamos 50 pencas (porque parece ser que ha de haber una ley que prohíbe que los hombres hagan zumba) a hacer el tonto más perdidas que yo en la Iglesia, me quedé dormidita sobre el pechito peludito de mi Karlito.

Al despertarme recordé mi cometido, Karl iba a ser un revolucionario de mucho cuidao y yo necesitaba estar a su lado para pasar a la historia, porque si no vendiendo rímeles, pintalabios y cremitas en el BodyBell no se iba a acordar de mí ni mi coño morenito. Después de prepararme unos macarrones con tomatiko, un poco de seitán sin gluten, lactosa y enriquecido con proteínas y un zumo de grosellas eco recién recogidas del huerto transgénico de mi tía Margarita para desayunar fuertecito me lancé a la cama haciéndo el salto del ángel en contra de Karl.

  —Pero vamos a ver gulagcito, ¿qué es lo que acontece en tu perola para que me saltes así encima?

—A ver Karllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllll —cuando llevaba treinta segundos en pausa me di cuenta de ello y continué con mi impecable y magnífica explicación. — Lo que pasa es que el Engels me tiró la caña porque quería introducir su infecto pene en mi preciosa vagina, y como que no, porque no sabe ni donde está el clitoris que me dijo que me iba a meter tres dedazos ahí xdddd en fin un friki, un parguelas, un pringado a todas las esferas. Y en esto que yo quería darte celos, como si esto fuera una serie de Disney Chanel, sabes?

—Ajá, entiendo todo. —contestó Karl— Tienes complejo de London Tipton, sí.

—Bueno, que sigo. Y va el gilipollas y me suelta que si me enseña la polla, que si es gigante, bueno que me desvío aunque era más grande que la tuya y más que mi brazo osea yo flipando, que me dice que vas a hacer una revolución, cuéntame enga amor.

—Pero ese tío no guarda ni un secreto, cuando le vea le voy a dar una paliza como las de la Harley Quinn. Es que va a flipar, le voy a hacer más daño que los porros al mamonaso.

 Yo, en un punto intermedio entre el miedo y la humedad vaginal a ver que mi macho seguía siendo el neandertal del que me enamoré, le dije:

—Cari, relax. Que el pesao ese ya me ha bloqueao en tos laos cuando ha visto la foto postfollaos que he subido. Ahora, me lo cuentas o me pongo a ver Mujeres, Hombres y Viceversa que el trono de Steisy me está encantando porque hay un negrito y no veas como me pone con su pedazo de tranca jejejejeje 0 celitos amore.

Karl me cogió de la mano, aún pegajosa por la cantidad de fluidos de la noche anterior y me sentó en el sofá con forma de hoz y martillo del que Ikea ya había hecho 7 copias con nombres inventados.

—Cariño, vamos a acabar con el capitalismo. —mientras Karl me decía una de las mejores frases a mis orejotas de Dumbo no pude evitar verme reflejada en sus ojos, algo muy romántico si no fuera porque tuviera un pedazo de moco verde debajo de la nariz— Es momento de actuar. CHAAAAAN CHANA CHANANANAAAAAAAN.



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⏰ Última actualización: Aug 11, 2018 ⏰

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