Capítulo 2

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Harry llegó a su departamento y escuchó risas en la cocina. Claramente pudo reconocer la juvenil risa de Hermione y se apresuró a entrar pensando que estaba acompañada por Ron. Su sorpresa fue enorme cuando se encontró, apoyado sobre la barra de la cocina, a Draco Malfoy mientras Hermione preparaba el té de la tarde.

—Buenas tardes Potter —saludó Draco con el tono distante que siempre había usado al dirigirse a él.

—Pensé que estabas con Ron, Hermione —dijo Harry ignorando el saludo de Malfoy.

—Creo que Draco te ha saludado, Harry —respondió ella lanzándole una mirada enojada mientras servía el té.

—Oh, sí —intentó disimular Harry—. Lo siento, ¿Qué tal Malfoy?

Draco le regaló una mirada de burla de esas que Harry conocía muy bien de sus días en la escuela y haciendo un enorme esfuerzo para no ponerse aún más en ridículo, Harry se sentó en uno de los taburetes de la barra, frente a Malfoy. Hermione había servido el té para los tres, en un claro acto de que debía acompañarlos.

—Perfectamente, Potter —contestó Malfoy con superioridad.

—Se suspendió la clase de francés de hoy y no tenemos que ir a la Academia hasta dentro de un par de horas —comentó Hermione intentando iniciar una charla que rompiese la tensión—. Pensamos que esperar acá era más conveniente, ya que podemos usar la chimenea.

Harry no entendía qué se había apoderado de su amiga para que se le ocurriese llevar a Malfoy a su casa. ¿Acaso pensaba que era una buena idea? Porque no lo era, por el contrario, era una pésima idea. Se concentró en remover su té con la cucharita con la mirada clavada en la taza. Después de unos interminables segundos de silencio que parecían llevar el peso de los años, Harry levantó la cabeza y mirando por primera vez a Malfoy a la cara, le preguntó:

—¿Estudias francés? —Malfoy lo miró y sin darle tiempo a contestar, Harry continuó hablando—. No se supone que tu aristocrática familia domina muchos idiomas y todo ese discurso de ser un Malfoy, ¿o es qué es sólo un mito de dudosa credibilidad?, como muchos otros, debo agregar.

Hermione lo miró llena de incredulidad ante el hostil comentario y dejó escapar un sonoro bufido.

—¡Harry! —exclamó Hermione notoriamente enojada—. Ese comentario estuvo totalmente fuera de lugar. No tienes por qué comportarte de manera tan grosera e indiscreta.

Harry la miró con fastidio pero ella no amilanó su mirada de disgusto. Harry frunció el ceño. Definitivamente Hermione estaba enloqueciendo.

Draco hizo un gesto con la mano hacía Hermione, quitándole importancia al incómodo momento, mientras una sonrisa torcida se dibujaba en su alargado rostro.

—Para tu información Potter, claro que sé hablar muchos idiomas y te puedo asegurar que me expreso en el nuestro con mucha más propiedad que la mayoría de las personas —contestó con voz altanera—. Estoy llevando un curso de especialización, sabes lo qué es eso ¿cierto? Y aunque no lo creas, nuestra querida Hermione ha progresado mucho en este tiempo, gracias a mi ayuda, pero no voy a restarle méritos, ella es realmente lista. Aunque supongo que eso ya lo sabes, después de todo se las pasaba salvándolos de reprobar a Weasley y a ti en el colegio.

Harry abrió la boca para responder mientras una de sus manos se dirigía al bolsillo donde Hermione sabía que él llevaba su varita y con el rabillo del ojo vio a Draco ponerse en alerta ante ese gesto. Hermione, que no en vano conocía a Harry de tantos años, se les adelantó poniéndose de pie.

—Es suficiente, creo que ya somos adultos como para que ustedes dos comiencen una pelea con varitas en medio de mi cocina —dijo bastante enojada, lanzándole una mirada de advertencia a Harry.

No Reason to CryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora