Capítulo 3

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Ron se sentó en el sofá un tanto rígido, bebió un sorbo largo de la botella de cerveza muggle que Harry le había invitado y que él aceptó con gusto, porque realmente necesitaba un poco de alcohol para no sentirse tan fuera de lugar en medio de esa escena. Hacía ya casi dos años que Harry convivía con Malfoy, y a pesar de que se habían visitado frecuentemente, Ron no había logrado encajar en aquellas reuniones que él continuaba sintiendo un tanto forzadas. Gracias a Merlín, no era nada que un par de cervezas, de las que Harry siempre tenía en casa, no pudiese solucionar.

Ron observaba con divertida curiosidad los recipientes que Hermione estaba sacando de la bolsa de papel y acomodando sobre la mesita de centro. Ellos habían pasado a comprar comida china antes de ir al departamento de Harry. Lo habían hecho todo de manera muggle, ya que esos establecimientos no tenían una chimenea que hubiesen podido usar y la aparición estaba bloqueada en el departamento desde aquel incidente en que a Ron se le había ocurrido visitar a Harry sin avisarle y lo había encontrado en medio de su sala, desnudo y con Malfoy pegado a su cuerpo en una posición bastante vergonzosa; un momento que Ron prefería no recordar. Así que una vez más, se había visto arrastrado por Hermione en medio de aquellas calles concurridas y luego habían caminado hasta el edificio y utilizado el ascensor. Todo el trayecto había sido demasiado tedioso y cansado para él, acostumbrado a trasladarse siempre de forma mágica.

Hermione le alcanzó uno de los recipientes y él lo tomó extrañado, nunca había comido en aquellas cajitas cuadradas en las que les habían entregado sus comidas. Pero su sorpresa aumentó cuando vio a Harry ofrecerle una cajita igual a Malfoy junto con un par de palitos que él recibió con agrado, sin distraerse de la conversación que mantenía con Hermione en ese momento.

Harry estaba sentado sobre la alfombra con su espalda apoyada entre las piernas de Malfoy que estaba cómodo en el sillón. Ron recordó haber visto a su hermana en aquella misma posición con Harry en sus días de escuela y se removió incómodo en su asiento, no le gustaba pensar en eso, en su hermanita que ya nunca más vería y en que quizás, de no haber muerto, habría sido ella quien estuviese con Harry y no Malfoy. A pesar de que Hermione siempre le argumentaba que eso no habría ocurrido, porque Harry se daría cuenta tarde o temprano de que lo suyo eran los chicos pero Ron no podía descartar la idea, que sólo terminaba entristeciéndolo.

Ron probó con algo de temor su porción de pollo king pao, no estaba mal, pero le parecía imposible comerlos como lo estaba haciendo Malfoy, tan elegantemente con dos palitos que manejaba con destreza. Harry, por su lado comía como la gente normal, es decir con un tenedor. Hermione se sentó a su lado, acomodándose bastante cerca de él y regalándole una sonrisa cálida. Bebió otro sorbo de cerveza y se dispuso a continuar comiendo. Esperando que la cena y el licor hicieran su efecto y lograsen relajarlo.

—Tengo que enseñarte a comer decentemente, Potter —dijo Draco viéndolo llenar el tenedor de manera exorbitante—. Ya va siendo tiempo que aprendas que la comida china se come con palillos.

—No todos tenemos tus modales, ni tu habilidad para sostener un langostino con esas cosas —contestó Harry señalando divertido las manos de Draco.

Draco rodó los ojos y Hermione se rió, era siempre para ella toda una experiencia verlos interactuar en la intimidad de su casa.

—¿Terminaste el trabajo de Legislación? —preguntó Hermione

—Ah no —se quejó Harry— estirándose para coger un rollito primavera de la mesita de centro—. Hoy no van a ponerse a discutir leyes, ni negocios, ni nada parecido. Acordamos pasar una noche tranquila y ustedes dos nos van a aburrir si se ponen a hablar de todas esas cosas, ¿Verdad Ron?

No Reason to CryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora