Draco llegó a su oficina a la mañana siguiente, muy temprano, sin desayunar y vestido con ropas muggles. No tenía ganas de vestir sus acostumbrados trajes formales y pensaba usar la túnica que guardaba en su despacho para asistir a clases, las cuales comenzaban en una hora, pero él había decidido no asistir. Tenía un terrible dolor de cabeza, casi no había dormido y aun así no había podido terminar de rehacer el trabajo para Marshall. La discusión con Harry se había repetido una y otra vez en su mente mientras trabajaba, mandando su concentración a otra galaxia.
Miró el reloj que estaba en la pared frente a su escritorio; marcaba las ocho de la mañana. Revisó su agenda para el día y agradeció no tener ninguna reunión programada, podría dedicarse al trabajo sin terminar y revisarlo minuciosamente, no iba permitir que el profesor Marshall le reprobase el curso cuando estaba a sólo unas semanas de finalizar el semestre. Le pidió un café y una poción para el dolor de cabeza a su secretaria, dándole indicaciones de no ser molestado por nadie. La joven bruja supo de inmediato que su jefe no estaba de buen humor. Pocas veces pasaba el día encerrado en su oficina si no se debía propiamente al trabajo.
Una hora y tres tazas de café después, Draco no lograba concentrarse y a pesar de la cafeína, sentía que los parpados se le cerraban. Derrotado se recostó en el cómodo sillón que estaba frente a la chimenea. La noche anterior había subido a la cama pasadas las cuatro de la mañana. Había encontrado a Harry ya acostado y haciéndose el dormido, el muy idiota había pretendido engañarlo, como si Draco no supiese perfectamente de su insomnio habitual. Se había dejado caer pesadamente sobre el colchón, sintiendo que sus ojos se cerraban casi de inmediato. Había percibido a Harry intentando acercarse, pero él no se había movido de su posición y se había dormido más por cansancio que por ganas.
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Pasado el mediodía Draco llegó a la Academia de Leyes y Relaciones Mágicas. La academia contaba con una serie de chimeneas disponibles para ser usadas por los estudiantes ya que la aparición estaba prohibida; Draco agradeció haber gestionado los permisos necesarios para conectar la chimenea de su oficina con la del edificio de su facultad porque de lo contrario habría tenido que ir hasta el Caldero Chorreante y seguramente se habría cruzado con Harry que solía almorzar ahí.
Se sentó en la cafetería; había perdido todas sus clases de la mañana, cosa que seguramente luego lamentaría porque odiaba atrasarse y tener que pedir apuntes prestados, pero no habría prestado atención a nada de haber asistido y eso hubiese sido mucho peor. Sacó uno de sus libros para leerlo mientras almorzaba. No había desayunado y se moría de hambre.
Hermione entró a la cafetería acompañada de un par de brujas que llevaban clases con ella. Reconoció a Draco desde el otro extremo del lugar, éste estaba concentrado en su lectura mientras jugaba con el tenedor sobre su plato. En la silla del lado descansaba su maletín y la túnica correctamente doblada, lo que le resultó extraño ya que Draco nunca se desprendía de su túnica dentro de los terrenos de la academia y mucho menos se dejaba ver en camisetas muggles como la que traía puesta. Hermione se despidió de sus amigas y se dirigió a la mesa de Draco. Cuando estuvo más cerca y notó que no sólo vestía jeans sino también sus carísimas zapatillas, supo que definitivamente algo no estaba bien con Draco ese día.
—Hola Draco —saludó sentándose frente a él— ¿Qué te pasó, te vomitó un clóset muggle?
—Muy gracioso Granger —respondió Draco levantando la mirada y pasándose una mano por el cabello.
—Merlín, Draco... tienes unas ojeras terribles.
—Gracias, tú también luces perfecta hoy.
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No Reason to Cry
FanfictionHarry y Draco tienen una relación, viven juntos desde hace un par de años y en apariencia todo va bien en sus vidas. Draco está dedicado a estudiar y trabajar pero Harry sólo es feliz en apariencias, esconde sus miedos e inseguridades de todos cerrá...