La mañana del miércoles Harry se levantó primero que Draco. Salió sigilosamente de la cama asegurándose de que su novio continuase sumergido en el sueño. Regresó a su habitación al poco rato levitando con su varita una bandeja con el desayuno que dejó suspendida en el aire por un momento. Con cautela se acercó a Draco y comenzó a susurrar en su oído, frotando su nariz contra la mejilla del rubio que se despertó al recibir las caricias.
—Feliz Cumpleaños —dijo Harry cariñosamente.
Draco sonrió completamente al abrir los ojos y de inmediato notó la bandeja suspendida en el aire.
—¿Me trajiste el desayuno a la cama?
—Sí —respondió Harry moviendo su varita para que la bandeja se apoyase sobre la cama—. Bollos de canela, huevos con tocino, tostadas, jugo de calabaza y por supuesto, un capuchino.
Draco lo miró claramente sorprendido y Harry se rió por aquella expresión de incredulidad.
—Lo encargué todo a Florean Fortescue y lo enviaron a primera hora, así que no tengas miedo de envenenarte.
El rubio soltó la carcajada ante el comentario. Era cierto que Harry no se destacaba por sus virtudes culinarias pero tampoco lo hacía tan mal. Claro que los huevos con tocino nunca le quedaban tan apetitosos como se veían los que estaban elegantemente decorados en el plato.
—Gracias, todo se ve delicioso.
Harry sonrió tímidamente y Draco se acercó para besarlo. Eran ese tipo de detalles los que le calentaban el corazón, haciéndolo sentirse afortunado por tener a Harry a su lado.
Desayunaron tranquilos mientras jugueteaban un poco con los bollos de canela y los pastelitos. Draco le explicó a Harry que ya tenía la reservación hecha para la noche. Irían a cenar a Boisdale of Belgravia, un lujoso y clásico restaurante británico cerca del Palacio de Buckingham. A Harry le parecía una exageración, pero era el cumpleaños de Draco y éste tenía derecho a ser todo lo engreído que quisiera para celebrarlo.
—Hermione me envió una lechuza cuando bajé por el desayuno —comentó Harry—. Vendrán por nosotros antes de las ocho de la noche.
—Perfecto —dijo Draco, dándole un sorbo a su jugo de calabaza—. Prefiero que lleguemos todos juntos, así Weasley no se pone paranoico por tener que aparecerse lejos del lugar y caminar.
—No seas malo —comentó Harry riendo—. Ron no está acostumbrado al mundo muggle como nosotros.
—¿Quién lo diría, verdad? —sonrió con ironía Draco—. De todas formas prefiero ir en el auto, hace tiempo que no lo sacamos.
Harry asintió. Tenían un fantástico auto que realmente casi nunca usaban. Lo que siempre causaba curiosidad de sus vecinos que no salían ni al supermercado sin sus respectivos coches. Contrariamente el de ellos pasaba más tiempo en la cochera del edificio que circulando.
—Hoy no iré a la oficina —dijo Draco—. Mis clases terminan a las cinco, así que tendremos un poco de tiempo para nosotros.
—Mi entrenamiento en Regents acaba a las seis, ¿por qué no pasas a buscarme? —sugirió Harry—. Podríamos pasear un poco.
—Me gusta la idea.
Terminaron de desayunar y Harry hizo desaparecer la bandeja con su varita. Se acurrucó con Draco, dispuesto a no dejarlo salir de la cama, cuando un sutil golpe en la ventana llamó su atención. Harry se acercó y dejó entrar a la lechuza que reconoció de inmediato. El ave se posó junto a Draco y estiró elegantemente su pata para ser liberada de la pesada carga.
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No Reason to Cry
FanfictionHarry y Draco tienen una relación, viven juntos desde hace un par de años y en apariencia todo va bien en sus vidas. Draco está dedicado a estudiar y trabajar pero Harry sólo es feliz en apariencias, esconde sus miedos e inseguridades de todos cerrá...