Capítulo 2: Castigo

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Parecía como si el tiempo se hubiese parado. Como si todo hubiese desaparecido: el sofá, las palomitas, el sonido de los zombies de fondo, todo se había disipado. Lo único que escuchaba era el sonido ahuecado de mi propio corazón aporreándome en el pecho como un tambor.

Noté que había dejado de respirar, así que inhalé profundamente cuando me empezaron a arder los pulmones por la falta de oxígeno, y fue entonces cuando me envolvió su fragancia por completo: dulce y ácida, café y menta. ¿Cómo no lo he percibido antes?

Reuní todas las fuerzas que pude encontrar en mí para girarme... y de nuevo se me olvidó cómo respirar.

Yoongi estaba a centímetros de mí. Llevaba una sudadera ancha negra con la capucha puesta. El pelo, despeinado, le caía como una cascada negra sobre los ojos. Sus ojos. Siempre los ha tenido oscuros, pero la escasa luz de la habitación hacía que pareciesen aún más negros, aún más grandes, aún más profundos. Y estaban clavados en los míos.

Chasqueó la lengua, haciendo eco en la habitación.

"Os dejo a solas unas cuantas noches y no sabéis... controlaros" su voz era un susurro, pero había dureza en ella.

Tragué saliva. Abrí la boca, pero se me atascaron las palabras en la garganta. ¿Qué se supone que estaba intentando decir, de todas formas? '¿Siento mucho haberme casi follado a Jimin?' Ni siquiera...

"No le he hecho nada." las palabras escaparon de mis labios antes de que pudiera darme cuenta de lo que estaba pasando. "Estábamos viendo una película, y Jimin quería palomitas, y yo se las daba, pero él estaba muy... m-muy..."

"¿Tentador?" Yoongi levantó una ceja, sus ojos aún fijos en mí. "Oh, debía de serlo, pequeña. Esa era la idea. No sería una prueba si no fuese difícil."

Prueba.

Cerré los ojos al ir visualizando los datos en mi cabeza, uniéndolos con hilitos unos con otros como en una de esas series policiacas: Jimin llegando más temprano a casa, Jimin cambiando la hora del reloj para que yo no sospechase, Jimin maquinando cómo podía hacerme "romper" mientras me observaba cuando estaba cenando, Jimin tomando la primera oportunidad que se le presentaba para hacer lo que mejor se le da: ser un maldito provocador.

'Haría todo lo que mi hyung me pidiese.' Había subestimado sus palabras. Había subestimado su obediencia a Yoongi. Pero, por encima de todo, había subestimado a Yoongi. Y estaba a punto de saber lo que eso significaba.

Unos dedos en mi mandíbula me sacaron de mis pensamientos mientras inclinaban mi cabeza hacia arriba. Abrí los ojos esperando volver a encontrarme con los de Yoongi, pero esta vez mi novio paseaba la mirada por mi boca distraídamente. Aproveché su silencio y el hecho de que mi corazón volvía a latir con normalidad para volver a la carga.

"Oppa, no le he hecho nada..."

"Tengo un mordisco en el labio que dice lo contrario" una voz cantarina me llegó desde la otra esquina del sofá. Joder, Jimin. Casi se me olvidaba que estaba allí.

Le lancé una mirada asesina por encima del hombro, pero pronto se convirtió una expresión de placer cuando noté dos dedos hacerse paso entre mi ropa interior y deslizarse por mi entrada. Ahogué un gemido cuando rozaron mi clítoris al salir.

Cuando volví a girarme, Yoongi examinaba sus dedos brillantes con mi flujo con la misma tranquilidad con la que alguien miraría las noticias una mañana de fin de semana.

"Oh, pero pequeña... querías hacer." Levantó la mirada, sonriendo de medio lado. "Querías hacer mucho."

Me quedé quieta mientras Yoongi rodeaba el sofá llegando hasta Jimin. No me giré. No tenía claro si podía girarme (si se me permitía girarme), y no quería empeorar las cosas aún más.

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