Capítulo 11: Rompecabezas (pt.2)

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"¿Jimin? ¿Qué hacías aún aquí?"

El pelinegro me sonrió animadamente, sus iris desapareciendo en dos finas líneas curvas. "¡Oh! Yo solo estaba ayudando en algunas cosas de por aquí." Alzó la mano, abarcando el pasillo con un movimiento aireado mientras dirigía la mirada hacia el pasillo. Por unos segundos me quedé mirando su perfecto perfil, encandilada, hasta que volvió a mirarme y parpadeé confusa. Volvió a sonreír, puede algo más tímido esta vez. "Asegurándome de que todo va como debe ir."

El estómago me dió un vuelco y tragué con algo de dificultad, pero él me acercó los papeles y soltó un suspiro exagerado. "Con el comeback a la vuelta de la esquina, nada puede fallar."

Dejé caer los hombros notando cómo el alivio me recorría todo el cuerpo. No ha visto nada. No ha podido ver nada.

Metí todas mis cosas de vuelta en mi bolso mientras me levantaba. "Gracias, Jimin. Siento no haberte visto, estaba pensando en..." En lo mucho que quiero que tu hyung me corrompa. Me mordí el labio rápidamente ante el pensamiento.

Jimin negó con la cabeza enérgicamente. "¡No pasa nada! Sé lo mucho que tienes que trabajar ahora que hemos vuelto. De veras que está bien, noona."

Solté una risita mientras ambos nos dirigíamos al ascensor. Jimin había sido el primero en romper los honoríficos formales con nosotros, empezando a llamarnos con títulos más cercanos en cuanto vió la oportunidad. Nunca había sentido nada en especial por esa clase de honoríficos, solo servían para indicar que tanto Seung como yo éramos un año mayor que él, pero la forma en la que lo decía Jimin hacía que sonase adorable.

Le dediqué una sonrisa maternal mientras entrábamos en el ascensor y él negó con la cabeza lentamente, llevándose ambas manos a la cara para ocultar su rostro. "Vuelves a hacer eso." Se retrepó contra la pared de espejos, dejando que su cabeza chocara con ella con un leve 'plof'.

Fruncí el ceño, intentando no prestar atención a la forma en la que su suave cabello parecía formar una cortina en su rostro gracias a la nueva posición. "¿Hacer el qué?"

Abrió dos dedos, permitiendo entrever uno de sus ojos a través de sus manos en un gesto tan cómico como adorable. "Tratarme como si fuera un bebé."

Solté una risa ahogada. "¿No lo eres, un poco?"

Casi pude ver su boca fruncida. "¡No!"

Y oh, había algo ahí. Algo en el tono de Jimin. Era más chillón y rasposo que de costumbre. Era completa y absolutamente precioso.

Sonreí de nuevo. "Bueno, soy un año mayor que tú, ¿no?" Jimin soltó un gruñido agudo, supuse que pretendía que sonase amenazador, pero tuvo el efecto contrario. "Supongo que sí que eres un bebé para mí."

Jimin retiró ambas manos, su rostro algo sonrojado encarándome y sus ojos brillantes fijos en los míos. "Entonces soy... ¿tu bebé?" Noté el susurro en la última palabra, el cálido aliento en mi cara haciendo que me percatara por primera vez de lo cerca que estábamos.

Parpadeé aceleradamente. "N-no es eso a lo que me refería, yo-"

"Soy tu bebé." Repitió, su voz más alta y cantarina mientras ladeaba la cabeza sonrientemente sin parar de mirarme. "¡Soy el bebé de noona!" Pude sentir la comedia en su voz y en la forma en la que había empezado a dar saltitos por todo el habitáculo, recordandome que estaba bromeando. Pero el escalofrío que recorrió toda mi piel no era ninguna broma.

Forcé una sonrisa, empujándole un poco en el hombro. "Para."

Jimin me miró inocentemente. "¿Parar el qué?"

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