Capítulo 6* Promesas Pendientes

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Los días iban pasando y Granger seguía sin saber que era yo quien estaba enloqueciendo por ella. Después de la nota que había dejado en el tomo de Romeo y Julieta, ella había respondido;

Querido Romeo,

Te has robado mi sueño, creo que es todo parte de una fantasía. Temo que seguir así, ocultos, sea un error. Pero a pesar de ello, estoy dispuesta a intentar.

H. G.

Y las notas recurrentes habían ido apareciendo hasta que se me ocurrió una manera de no exponernos tanto. Se lo llevaría antes de la clase de encantamientos, la cual tenía con los Gryffindor.

- ¡Eh Draco! ¿A dónde vas? -grito Nott justo cuando me alejaba dispuesto a dejar el paquete en la puerta de la leona.

-Ya vuelvo. He olvidado algo. -dije saliendo disparado hacia la zona de habitaciones en el ala que antes pertenecía a la adivinación.

Llevaba un paquete envuelto en seda plateada. Con un moño azul justo encima. Le había encantado para parecer invisible ante los demás y revelarse ante ella.

Gire la cabeza para ver si nadie me observaba y deje el obsequio frente a su puerta. Sonreí y cuando volví hacia el pasillo eché a correr como si la vida se me fuese en ello.

Por la noche me siento tras el escritorio negro que ha mandado mi madre desde la mansión. Sacó un diario guinda de entré los compartimentos que hay. Tirando de la puerta falsa para sacarlo.

Existía otro diario. Un gemelo a este, con el cual me dispongo a hablar con Hermione. Funciona muy similar a los armarios evanescentes, pero sin la magia oscura de por medio. Escribo en él un saludo y espero a que ella me conteste.

Las palabras van apareciendo en el cuaderno. Tanto las suyas como las mías y de esa manera nos ponemos a escribir nuestra historia. Una vez más.

Despierto azorado por la mañana. Me talló los ojos y me encuentro sobre el escritorio con las palabras de una chica morena esperando una respuesta. "Buenas noches". Sonrió y guardo el cuaderno en el compartimento.

Salgo de mi habitación y me dirijo a la clase de Aritmancia. Voy sonriente cuando me intercepta una mujer. Una con el cabello oscuro y tan delgada que parece enferma.

-Draco. -dice extendiendo los brazos.

- ¿Madre qué haces aquí? -pregunto confundido.

-Tenemos que hablar de algo muy importante.

Me toma del codo y me empuja a la primera aula vacía que encuentra. Cierra con pestillo y me encara. Su piel luce demacrada y veo sus ojos enrojecidos como si hubiese estado llorando. Me toma las manos y dice con voz cortada:

-A tu padre ya le han.... Ya le.... Ya le han dado el beso...- dice poco antes de romper en llanto. A pesar de los errores de mi padre. Éramos una familia y nos amábamos.

Me dejo caer en una silla cercana y suelto un largo suspiro. Abrazo a mi madre y le beso la frente. Intentó tranquilizarla sin mucho éxito.

-Madre...- comienzo con tono ligero. - Él tomo sus decisiones y ahora debemos tomar las nuestras. A pesar de todo él fue un buen hombre.

Una lágrima corre por mi mejilla y ella levanta la mirada. Me toma el rostro entre las manos y murmura.

-Mi niño. Mi Draco. ¿En qué momento maduraste tanto? ¿En qué momento te convertiste en un hombre tan sabio? -pregunta confusa. Me besa la mejilla y se dirige a la puerta.

-Mamá...- digo saboreando esa palabra. Nunca la había llamado así. Sólo "madre" suelta un gemido confuso y bajo y me mira asombrada. – Te amo.

Me sonríe y dice:

-También te amo. -parece afligida cuando finalmente suelta. - hay algo más....

Me dirijo a la torre de astronomía justo al salir de mi última clase. Ese lugar en el que tantas cosas malas sucedieron. El área está restringida así que espero nadie me encuentre. Subo a la parte más alta y me dejo caer exhausto.

Sin poder evitarlo las lágrimas caen y el dolor me arrastra. Escucho unos pasos a la distancia haciendo eco en las largas escaleras y guardo silencio.

- ¿Hay alguien ahí? - pregunta una voz tan conocida. Que deseo que este alucinando y esté equivocado. Pero sé que es ella.

Giró la cabeza buscando desesperado un lugar donde esconderme, pero no encuentro ningún escondite. Opto por fingir desdén como siempre. No quiero que lo descubra no aún.

- ¿Oye, está todo bien? No voy a acusarte ni nada. -dice con voz tranquilizadora.

Llega al rellano donde estoy y yo volteo el rostro hacia abajo. Evitando encontrarme con su mirada. Pero notó la sorpresa en su voz cuando vuelve a hablar.

- ¿Malfoy? -inicia con inseguridad. - ¿Estás bien?

Me sorprende que incluso después de mi actitud y los cambios radicales como la he tratado, aun así suena amable y dispuesta a ayudar. Un suspiro desesperado escapa de mi como un gemido dolido.

Se sienta a cierta distancia de mí y guarda silencio. Hasta qué levanto la vista y la veo somnolienta ahí. Tan hermosa como siempre.

- ¿Qué haces aquí, Granger? ¿Y por qué no te has ido?

Sacude la cabeza y su rostro luce cansado.

-No lucias bien. -responde como si fuese lo más obvio del mundo. Y se encoge de hombros.

-Estoy mejor. Puede irte...- suelto un tanto brusco. De inmediato me arrepiento porque su rostro se crispa y se pone de pie. - No tienes por qué quedarte. -digo en un murmullo entre afligido y desesperado.

Vuelve a sentarse y se relaja poco a poco.

- ¿Quieres hablar de ello...? ¿Con alguien? -me dice rehuyendo mi mirada.

-No lo sé. No confió tanto en mis amigos. -mi respuesta suena a lamento y veo en su rostro la sorpresa.

- ¿No estás harto de este odio irracional el uno por el otro desde...? ¿Siempre? - pregunta sin darse cuenta de que sus palabras van más allá de lo que cree. Asiento lentamente y la miro.

-Si. Deberíamos madurar un poco. -sonrió burlonamente y ella me mira con reproche, pero su mueca se contorsión a en una sonrisa.

-Podríamos ser amables por lo menos ahora. - dice.

-Eso intentó. -respondo riendo.

El príncipe de Slytherin & la plebeya de GryffindorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora