Capitulo 10: EL CULPABLE

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Mientras tanto, William estaba en la estación de policía (donde trabaja su padre), dando vueltas en los pasillos, preocupado por sus amigos.
Después de contárselo todo a las autoridades, cinco carros patrulleros se dirigían al lugar para detener a los delincuentes.

—¡¡BANG !!— suena un disparo al aire; y la carrera... DA COMIENZO. Ambos vehículos arrancaron al mismo tiempo, desvaneciéndose entre la humareda y neblina que dejaron atrás.

Alicia se encontraba entre el público con el corazón en la boca. Entonces pensó que tal vez, Victoria estaría atrapada en alguno de los autos que estaban allí. Así que aprovechó que era la prima de Nitro, para mezclarse entre los maleantes y se acercó a un tipo que estaba parado a su lado.

—Oye guapo... Oye, ¿sabes dónde tienen a la chiquita esa...? esa... la tal Victoria. —le pregunta con coquetería.

Su plan funciona, ese hombre le revela exactamente en qué auto se encuentra Victoria, aunque luego le cuesta quitarse de encima al sujeto que apestaba a cigarro.

Los dos competidores, ya iban a la mitad del recorrido, van parejos hasta el momento. La visión de Nitro, se estaba volviendo borrosa por las sustancias que había consumido antes de la carrera y por la lluvia que golpeaba estrepitosamente su parabrisas; comenzaba a perder el equilibrio del vehículo, tumbando algunos barriles que marcaban el camino de la pista a seguir. Diego manejaba tan nervioso que hasta el auto temblaba; pero, tenía la vista fija al frente. Alicia encuentra el auto en el que estaba Victoria amordazada, amarrada de brazos y piernas. Alicia la libera inmediatamente. La saca de allí con cuidado de que nadie las viera. Aunque no había forma de que las descubran, pues todos estaban muy concentrados en la carrera.

—Victoria corre tan lejos como puedas y no te detengas— le dice Alicia.

—¿Qué dices? y ¡¡¿tú que harás?!!

—Nitro es mi primo, si sus amigos notan mi ausencia, sospecharán y no tardarán en encontrarnos. Vete de una vez, CORRE... —Victoria corrió y corrió sin mirar atrás, entre lágrimas y gemidos de desesperación, avanzando por el camino que le indicó Alicia.

De pronto se oyó una gran explosión, proveniente del lugar de la meta. Alicia temiendo que algo malo le haya pasado a Diego, corre de prisa para ver lo que pasó. Había mucho alboroto, todos unían sus voces para decir: ¡Urra! ¡Viva! ¡El campeón!

Cuando se mete entre la multitud, para ver quién ganó... Diego estaba allí en el centro con su auto, él había ganado la carrera. Pero lo más extraño era que todos parecían estar felices con eso. Al parecer casi todos habían apostado en contra de Nitro, pues nadie creía que fuera a ganar. Ambos se miran y ella corre hacia él; y lo abraza con efusividad. La explosión de hace un momento fue por el terrible choque, que tuvo Nitro poco antes de llegar a la meta, tras perder el control total de su vehículo, había quedado volcado de cabeza.

Se pueden oír ya, las sirenas de policía acercándose. Todos se alarman y salen disparados de aquel pampón con sus autos, antes que sean apresados. Victoria había sido encontrada en el camino por los carros patrulleros y la socorrieron a tiempo.

—Ya todo acabó— Le dijo ella aliviada.

—Aún no...

—¿De qué hablas?

—Alicia, cuando la policía esté aquí, me voy a entregar; confesaré todo lo que hice.

—Creo que eso será lo mejor. —respondió ella con tristeza.

—Solo espero que algún día... en tu corazón exista perdón para mí, aunque sé que no lo merezco— le habla cabizbajo.

—Diego... hay... hay algo que no sabes. Aquella noche, mi hermano se había fugado de la casa. En su cuarto hallé una nota, en la que decía que había perdido las ganas en seguir viviendo. Los constantes abusos a los que era sometido por parte de sus compañeros en la escuela, lo estaban hundiendo en la depresión; y comenzó a juntarse con personas que consumían drogas. Eso terminó por destruirlo por dentro. Esa noche salió de la casa porque quería suicidarse. Cuando leí su nota, salí a buscarlo como loca por las calles; pero por más que los buscaba, no pude encontrarlo. Hasta que me llamó al celular. Me habló para pedirme perdón y... para despedirse. Yo... estaba tan concentrada en mis cosas, que nunca vi el dolor que guardaba Fredy en su interior. Es por eso que no te responsabilizo completamente de la muerte de mi hermano, porque yo también comparto una parte de esa culpa. Y sí... te perdono.

Esas últimas palabras liberaron el corazón de Diego, luego de pasar tanto tiempo oprimido por su conciencia. Por primera vez en mucho tiempo, una gran sonrisa relucía en el rostro de Diego. Sin darse cuenta alguien estaba apuntando con un arma a él. Repentinamente se oyó...

— ¡¡¡BANG!!!! —un fuerte disparo.

OJOS DE UNA NOCHE AMARILLAWhere stories live. Discover now