Capítulo 4 "Harry".

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Cuando desperté esa mañana había olvidado hasta mi nombre, lo único que sabía era que tenía un  fuerte dolor de cabeza, como si hubiera estado bebiendo toda la noche. Intenté levantarme de la cama, pero tenía cada uno de mis músculos contraídos, ¿qué diablos me había ocurrido? Me levanté y sentí el suelo helado bajo mis pies descalzos, miré a mi alrededor y los hechos volvieron a mi memoria.

Había pasado la noche en un hospital psiquiátrico, había dormido con una chica...una chica loca. Ahora todos pensaban que yo también estaba loco...pero toda esta pesadilla tenía solución. Cuando hablara con papá el me sacaría de aquel horrible lugar de inmediato, iríamos a casa y luego nos reiríamos de aquel mal entendido. Así que decidí ponerme en marcha, mientras más rápido saliera de ahí, más rápido me estaría riéndo...

Cuando llegué a la oficina de papá toqué la puerta un par de veces, pero nadie salió. Esperé un momento y volví a tocar, debía ser cerca de la hora de almuerzo, papá siempre estaba en su oficina y de seguro ya esperaba por mí. Volví a tocar pero no tuve respuesta, sin más que hacer intenté abrir yo mismo la puerta, pero se encontraba cerrada con llave.

—Si buscas al Dr. Cook, estas perdiendo tu tiempo muchacho—dijo de pronto un auxiliar de avanzada edad, tenía un cabello canoso y unos anteojos que hacían ver sus ojos algo más grandes de lo normal.

—¿Disculpe?—dije. No sabía a qué se refería con "estás perdiendo tu tiempo".

—Renunció esta mañana, nadie sabe por qué.

Me paré en seco, esto debía ser una broma. Todos sabían que para mi padre sus pacientes estaban en primer lugar, hasta yo lo sabía. Eso me parecía una estupidez, papá no podía renunciar... no así como así. 

—Debe estar equivocado, yo soy su hijo y...lo conozco, nunca renunciaría, ama este trabajo con su vida.

—¿Su hijo? No entiendo cual era el gusto de aquel hombre al llamar a todos sus pacientes hijo, si luego terminaría abandonándolos así como así, pero bueno...que le vamos a hacer. Dicen que el nuevo doctor también es bastante bueno, va a llegar entre hoy y mañana. ¿Cómo era que se llamaba...?—Puso una cara pensativa, mientras yo me sumergí en mi mundo de pensamientos, ¡esto era completamente estúpido! ¿qué pasaría conmigo ahora? De seguro a papá se le pasaría por la mente que yo me encontraba internado injustamente en este lugar, de seguro volvería por mí. ¿Y si no lo hacía...? ¿Y si terminaba el resto de mis días en este horrible lugar? ¡No! No debía pensar tonterías.

Me fui de vuelta a mi habitación, a paso lento. Sentía que de alguna manera estaba en un laberinto sin salida, mi pulso comenzó a acelerarse...pero no me desmayaría. Tenía que encontrar la manera de salir de este lugar, de llegar a casa, de resolver todo este mal entendido. Y por primera vez en toda la mañana se me pasó por la cabeza un nombre, el que de seguro podría ayudarme, "Sammy".

Sería algo complicado encontrarla en un lugar tan grande, pero de seguro alguien podría decirme dónde encontrarla, en qué habitación o si asistía a alguna terapia específica. Habían personas a lo lejos, pero debía tener cuidado con quién hablaba y de la manera en que les hablaba, después de todo todas estas personas sufrían de algún trastorno mental. Fue entonces cuando ví a un niño de aproximadamente 9 años de edad, traía botas de agua color rojo, pantalones cortos y una polera a rayas con mangas largas. En una de sus manos traía un cuaderno y en la otra traía lápices de colores. Me pareció bastante cómico, pero al mismo tiempo sentí un aire de ternura por aquel niñito. Me acerqué a él e intenté sonreír, él me devolvió la sonrisa.

—Hola—saludé.

Él siguió sonriendo, pero no respondió.

—Sabes, estoy buscando a una chica llamada Sammy. 

No obtuve una respuesta de su parte.

—Cabello oscuro, ojos cafés, muy muy pálida.

Nada de lo que decía lograba sacar una palabra por parte de aquel chico. Ya sabía que todos en aquel lugar estaban bastante jodidos, pero un niño tan pequeño como él...wow.

—Olvídalo, seguiré buscando—le dije, dispuesto a seguir buscando por otro lugar.

 —Él no va a entenderte así—reconocí la voz de inmediato.

—Te estaba buscando...

—Claro, pero no sabes cómo buscar—Sammy se acercó al pequeño niño, él le entregó el cuaderno y los lápices. Ella se sentó en el suelo y dibujó a una persona con mis mismas características físicas, al lado hizo una flecha y escribió "Tim". El niño miró el dibujo, y me miró a mi. Sammy rió.

—Él es Harry.

—Hola Harry—Saludé con mi mano.

—Así no, genio. Tienes que escribirlo. Harry no se comunica por otro medio que no sea su cuaderno—me senté en el suelo, al igual que Sammy y escribí "Hola Harry". El niño volvió a dirigirme una tierna mirada, pero ahora agitó su mano, saludándome. 

—¿Lo vez? cada persona tiene su manera de ser y su forma de expresarse, solo tienes que aprender a tratarlos...

ANESTESIA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora