Capítulo 10. "¿Dónde estás Sammy?

630 34 2
                                    

Desperté adolorido, como si muchos camiones hubieran pasado por encima de mí, como si la mitad de mis huesos estruvieran desviados de su lugar. Miré el cielo blanco y noté que mi espalda estaba húmeda. Seguía en el jardín de Sammy. Me levanté de inmediato cuando su nombre pasó por mi cabeza, miré en todas direcciones pero no estaba. Tampoco estaba la sangre, miré mi brazo y como lo supuse; tampoco estaba la cicatriz. Suspiré y me llevé las manos a la cabeza, esto definitivamente no había sido mi imaginación, esto había sido real...ella era real, la había besado y luego...¿que diablos había sido eso?

Decidí buscar a Sammy, seguí el mismo camino que habíamos recorrido para llegar a aquel lugar al pie de la letra y dentro de unos minutos me encontraba otra vez en el interior del centro psiquiátrico. Me di cuenta que había una gran cantidad de personas en los pasillos, no sabía que hora era, pero de seguro era hora de algún aperitivo. Más de alguna de estas personas debían conocerla, era la chica más pálida que había visto en mi vida, su rostro era bastante peculiar, debían conocerla. Pero, ¿a quién le preguntaba? Todos estas personas estaban dementes... había a un grupo de ancianas, una de ellas hablaba y las demás reían y ponían gestos raros; tal vez ellas conocían a Sammy. Cuando me acerqué a paso lento, todas callaron y me observaron de pie a cabeza.

—Eh, disculpen...quiero hacerles una pregunta—una de ellas le susurró algo al oído a la que tenía a su izquierda, ella se rió y susurró al parecer lo mismo a la que tenía a su lado, ella también rió y así siguieron hasta llegar a la última, quien después de lanzarme una agresiva y profunda mirada; también soltó una chillona risita. Era un círculo burlesco.

—Bueno, solo quiero saber si ustedes han visto a una chica más o menos de esta estatura—coloqué la mano a la altura de mi hombro—muy pálida, con pecas...

La misma señora que comenzó susurrando,  le dijo algo al oído a la que tenía a su lado y así siguieron hasta llegar a la del otro extremo, ella me dijo:

—Llevamos toda nuestra vida aquí y nunca hemos visto a tal chica.

Eso era bastante extraño, no eran muchas las personas que estaban internadas en aquel sitio, todos debían conocerse o al menos haberse visto una vez en sus vidas. De todas formas decidí buscar a alguien con una posible mejor memoria...un hombre de más o menos 40 años de edad estaba apoyado en la pared, jugaba con sus dedos y los retorcía de una manera algo extravagante. Me acerqué con lentitud...uno no sabía como podrían reaccionar las personas en aquel sitio.

Cuando me acerqué el hombre pareció no importarle, no despegaba la vista de sus dedos ni por un segundo. Volví a repetirle la pregunta y le dí las características de Sammy, el solo respondió mi pregunta con un "cu-cu cu-cu" haciendo un gesto con su dedo índice en mi cabeza como si estuviera loco. Ese tipo de seguro era un ezquisofrénico de primera, por favor, ¡de seguro en aquel sitio había alguien al menos con un poco de cordura!

 A lo lejos ví a Harry, sentado en el suelo, dibujaba tranquilamente en su cuaderno; parecía encontrarse en una burbuja, cómoda y protectora. Me sentí aliviado, Harry sí conocía a Sammy, ella me lo había presentado...me acerqué a él con mayor delicadeza que con los demás. Harry me reconoció de inmediato y me dirigió su sonrisa característica, inundada en ternura e inocencia. Me senté en el suelo junto a él, Harry me extendió uno de sus crayones, invitándome a conversar con él.

"Hola Harry, ¿cómo estás?", escribí en el cuaderno. Él se encogió de hombros.

"¿Has visto a Sammy?", escribí abajo del saludo. Harry me dirigió una mirada algo desconcertada. Luego tomó un crayón rojo y escribió "?". Dibujé a Sammy lo mejor que pude, pensé que mi pobre retrato de ella sería suficiente para que un niño de 9 o 10 años pudiera reconocerla, pero aparte de una mirada algo confundida, no recibí ninguna respuesta de parte de él.  Uní una flecha al retrato y volví a escribir "Sammy". Harry se levantó del suelo y volvió a encogerse de hombros, extendió la palma de la mano para que le devolviera su crayón y se fue lentamente por el pasillo. Al parecer, Harry tampoco la conocía...

Me levanté, dispuesto a encontrar una explicación razonable. ¿Cómo era posible que nadie en aquel lugar supiera quien era ella? Si no estaba en su habitación estaba vagando por los pasillos...¡Su habitación! Quizá se encontraba allí, recordaba a la perfección el recorrido hasta su habitación. Una de las últimas caminando por pasillo en el cuarto piso. Decidí darme prisa, mientras más rápido la encontrara, más rápido resolvería aquel mal entendido, aquella incoherencia. Al llegar toqué varias veces, pero no salió, estaba cerrado con llave y supuse que no era mucho lo que yo podría hacer. Suspiré derrotado, ¿dónde diablos estaría Sammy? Estaba listo para marcharme y elaborar un nuevo plan cuando sentí algo líquido bajo mis pies, miré hacia el piso y lancé un grito de terror. Me encontraba parado en un enorme charco de sangre que provenía de su habitación. Mi corazón comenzó a palpitar rápidamente, ¿qué hacer? pensé en correr en busca de ayuda, pero ¿quién podría ayudarme?  Así que debía actuar yo, comencé a darle fuertes golpes a la puerta, con la intención de derrivarla; necesitaba entrar, necesitaba ayudarla, de seguro estaba herida... Tomé impulso y corrí para darle una patada a la puerta con velocidad, hice eso dos veces. Estaba desesperado, no tenía gran experiencia en derrivar puertas, pero sabía que con una patada más la echaría abajo. Esta vez tomé más impulso, estaba listo para correr con todas mis fuerzas cuando sentí que dos personas me tomaban de cada brazo. No necesitaba ser un genio para darme cuenta que los enfermeros habían venido por mí, quizá alguien los había llamado, o quizá yo y mi grito desgarrado me había delatado...

—Vamos muchacho, ya has castigado demasiado a esa puerta por hoy—dijo uno.

—¡Suéltenme, es Sammy! ¡Está dentro! 

—Claro, lo que tú digas—dijo el otro—A estos no hay que llevarles la contra—le susurró a su compañero.

A medida que me llevaban veía como la sangre se iba escurriendo, el charco era cada vez más grande...parecía como si intentara perseguirme. 

—La sangre, ¡Diablos, miren la sangre!—los dos enfermeros voltearon al mismo tiempo. Uno de ellos soltó una risita, el otro lo hizo callar.

—Si muchacho, la sangre, la sangre. ¿Qué te he dicho de burlarte de los pacientes? A ver si te gustaría estar demente, idiota—la dio un golpe sonoro en la cabeza y el otro se lamentó en silencio. Volví mi mirada atrás, ¿Por qué ellos no se daban cuenta de lo que ocurría? ¿Por qué no podían ver la sangre que escurría desde la habitación? De pronto escuché un horrible grito feminino  seguido por un llanto, era la voz de Sammy. ¡Era ella! Yo lo sabía, podía reconocerla... 

—¡Sammy!—grité con toda mi voz y haciendo el último intento por soltarme de los enfermeros, ellos me apretaron con fuerza.

—Rápido, dame los calmantes. No quiero que se ponga violento...—Solo sentí un leve pinchazo en mi brazo izquierdo, con aquellos calmantes perdía la totál conciencia. Lamentablemente, no importaba lo sedado que estuviera, los sollozos y alaridos de Sammy perforaban mi cabeza.

ANESTESIA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora