—Dime, ¿qué te pareció?—preguntó con ansias la voz femenina.
—He visto homicidios mejores, sinceramente. Te asombras con facilidad, cariño.—respondió la otra, masculina propiamente tal.
—Vamos...
—Para ser un principiante, supongo que no está mal. Aunque debo admitir que no esperaba que lo hiciera.
—¿No lo esperabas, o no creías que fuera capaz?
—Ambas, parecía más...inofensivo. Pero por lo visto, tiene carácter. Aunque no tiene idea en el lío que acaba de meterse.
—Pero tú querías que...
—Lo sé—interrumpió— ¿Y por qué crees que quería que lo hiciera? Es como matar dos pájaros de un tiro. Está cocido y a la vez tú...
—¿Quieres que me quede aquí?—interrumpió.
—Era el trato.
—Ni hablar, estoy segura de que él es el correcto. ¡Lo ha hecho bien! Debes admitirlo, y cuando lo descubra...
—Estará muerto.
—¡No lo estará! ...bueno, si él quiere...
—No lo hará.
—Yo no creo lo mismo—agachó la cabeza, con un gesto melancólico. —Tú no sabes como son las cosas.
—Claro que lo sé, se espantará, huirá de lo que no puede huir, y entonces. —Aplaudió, como si matara a un insecto en el aire—será su fin, pero el definitivo. Lo quieras o no...
