Capítulo 6. "El espejo"

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La risa de Sammy solía ser bastante macabra, tal vez podría causarle escalofríos a cualquiera, pero cuando portaba un cuchillo en sus manos; amenazando con hacerme daño hasta probar la muerte...la situación cambiaba bastante. Ya no solo eran escalofríos, era un susto desesperante. Sabía que mi escondite bajo la cama no era el más seguro ni el más oculto, deseaba con todas mis fuerzas que por alguna razón ella se olvidara de buscar ahí, pero era lo bastante lista como para olvidar ese sitio.

—Que sorpresa, bajo la cama. ¿Quién lo habría pensado? Esperaba que fueras algo más inteligente, tu padre va a estar decepcionado cuando sepa que su muchacho no es tan brillante como él cree.

—Sammy por favor...—Una lágrima se asomó por mi ojo, papá siempre decía que para impresionar a una chica, debía ser fuerte y valiente. Pero en ese momento lo menos que me importaba era mostrarme "como un macho".

—Calma, al menos deberías morir con algo de dignidad, ¿no crees?—sonrió. —Ahora ven acá, sal de ahí abajo, no tengas miedo. 

Me arrastré por el suelo hasta el otro lado de la cama, no le daría a esa chica demente el placer de asesinarme; pero necesitaba algo con que defenderme. Miré a mi alrededor y lo único que supuse que podría servirme fue un espejo algo viejo colgado en la pared junto al mueble. No tenía experiencia en asesinatos o mutilación, pero sabía que un trozo de ese espejo podría hacer daño. Así que dejé a un lado mi delicadeza y le di un puñetazo, haciéndolo completamente trizas. Mi mano sangraba, pero no hice caso al dolor y recogí del suelo uno de los pedazos medianos que me serviría.

—¡Atrás, no quiero hacerte daño pero si das un solo paso más yo...!—La perplejidad no me dejó termianar la frase, de un momento a otro Sammy se tiró al piso riéndo a carcajadas, apretándose el estómago. Pero no era exactamente una carcajada diabólica o malévola como las que generalmente solía emitir, era más una carcajada de burla, como si enserio se estuviera divirtiendo con la escena.

—¿Enserio crees que eso puede hacerme daño?—contestó a penas le permitió la risa. Miré el trozo de espejo que tenía en la mano y noté como la sangre comenzaba a salir con más fuerza, pero no hice caso. 

—¡Llamaré a los enfermeros!

—¿Crees que alguien puede escucharte? Estás solo—contestó.

—¡Ya es suficiente, quiero que me des la llave!—Grité con enfado, no quería que notara que aún estaba aterrorizado.

—Vale, vale—Contestó mientras lograba parar su carcajada—Están aquí encima del mueble, junto al espejo,  ven por ellas. 

—No me acercaré a ti, arrójalas hasta acá—Muy listo, Timothy. Pensé.

—¿Bromeas? No puedo levantarme, de verdad me haces reír mucho Tim. Ven por ellas, no te voy a hacer nada. Ya me divertí mucho contigo.

Examiné mis opciones y llegué a la conclusión que Sammy no podría levantarse del suelo tan rápido como para llegar a mí antes de tomar las llaves, y mientras más rápido las tuviera, más rápido podría salir de esa habitación y terminar con esa pesadilla. Al otro día podría hablar con algún enfermero o alguien de peso en aquel hospital y podría comunicar que Sammy era una asesina en serie.

Corrí hasta el mueble y tomé las llaves, miré a través del espejo a Sammy, aún estaba en el suelo así que decidí dirigirme hacia la puerta y salir de una vez por todas de ese horrible lugar, sin sacarle la vista de encima.  Pero algo me dejó helado, algo me hizo volver. ¿Había mirado a través del espejo que yo mismo había destruido? El espejo...ya no estaba roto en trizas. ¿O había sido solo una mala jugada de mi vista? Voltee mi cabeza a mirarlo nuevamente y en efecto, ya no estaba roto. Miré mi mano y estaba completamente sana. No había ninguna herida, no había ningún corte, no había sangre... mi corazón comenzó a palpitar con rapidez, ¿había sido mi imaginación? Volví a mirar el espejo y a través de él ví sonreír a Sammy, sentada en el suelo. Ella tenía algo que ver con esto, ¿o no?

Todo esto me estaba alterando, estaba confundido. Aparté mi vista de ese objeto demoniaco y me volví decidido a irme a mi habitación de una vez por todas, mientras más tiempo me quedara ahí mi mentre se alteraba más. Pero para mi sorpresa, al voltear me concontré con Sammy, que estaba a solo un par de centímetros de mí, con la misma sonrísa sádica que solo una psicópata podría portar. Tomó mi muñeca con fuerza y deslizó el cuchillo por ella con fuerza, dejando un profundo corte horizontal.

Sentí como mi corazón se detenía, como mis ojos se abrieron por completo y cómo la sangre comenzaba a salir con fuerza y rapidez.

—Buen viaje, Timothy—dijo ella mientras se tendía en la cama tranquilamente. Mi desesperación comenzaba a aumentar cada vez más, me quité el polerón que llevaba y amarré una de las mangas alrededor de mi muñeca, con la intención de estancar la sangre, pero fue en vano, porque solo en un par de segundos ya estaba ensangrentado. Metí la llave en la puerta y la abrí tan rápido como pude.

—¡Auxilio, alguien ayudeme por favor!—Gritaba mientras corría por el pasillo, no sabía que hacer. ¿Quién podría ayudarme a esa hora? Todos los pacientes estaban sedados y al parecer Sammy tenía razón en cuanto a los enfermeros, porque por más que grité, ninguno de ellos vino a ayudarme. Estaba solo...

Caí al suelo, mareado y débil por haber perdido tanta sangre, sabía que ese era mi fin. La muerte y no nos encontraríamos en tan solo unos minutos, unos segundos quizá,  vendría por mí y me llevaría con ella para siempre. Nunca más volvería, estaríamos juntos hasta el fin...

Sentí unos pasos, cada vez más cercanos. Tick, tock, tick, tock ¿era la muerte que llegaba? mis párpados comenzaron a cerrarse lentamente y decidí dejar de luchar, me dejé llevar completamente. Era el momento... al fin, el fin. 

ANESTESIA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora