Capítulo 7. "Visita al infierno"

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"La mayoría de la gente se pregunta que se sentirá estar muerto, ese es el enigma que ningún ser humano descubrirá hasta haberla vivido en carne propia". Siempre había escuchado hablar del bien y el mal, de Dios y Satanás, del cielo y el infierno, pues yo estaba muerto y no había nada parecido a eso. No me estaba quemando en las llamas eternas del infierno para pagar cada uno de mis miserables pecados, pero tampoco estaba corriendo por las calles de oro del paraíso. Morir no se sentía para nada doloroso. Es más, no sentía mi cuerpo, es como si estuviera completamente sedado, era la misma sensación de hormiguéo que sentía al ir al dentista, o en el quirófano al tener que operarme cuando pequeño. ¿Osea que la muerte era como la anestesia? Anestesia, suave, lenta y calmada anestesia.

Intenté levantar mi cabeza, pero se me hizo imposible. Estaba inmovil. Miré de reojo a mi alrededor y noté una especie de habitación fría y vacía. No había nada en ella, solo yo y el silencio que era bastante abundante, los techos y las paredes eran de un blanco nieve, parecidas a las salas del hospital psiquiátrico. Pero definitivamente no estaba en el hospital, estaba muerto. Sammy me había asesinado. Sentía como si estuviera en el vacío, ya no me sentía parte de un mundo...

—Pssssss...—escuché. Me volví a mirar a todos lados, pero no había nadie. Estaba completamente solo.

—Pssssss... —se volvió a repetir el mismo sonido. Intenté moverme, pero nuevamente se me hizo imposible. Luego de un rato el sentimiento de aprisionamiento en mi propio cuerpo se tornaba desesperante, pero mis esfuerzos de hacer algún movimiento eran completamente inútiles. Una risita maliciosa rebotó en las paredes de tal manera que parecía infinita, finalmente llegó fuertemente a mis oídos y se encerró en lo más profundo de mi mente.

—¡Basta!—grité.

La risa resonó aún más fuerte, esta vez sentía como si mis oídos fueran a explotar; intentaba con fuerza mover mis manos para taparlos, pero aunque pudiera, sería completamente inútil, pues la risa no estaba en la habitación ni en el exterior. Esa escalofriante risa se encontraba dentro de mi cabeza. Era parecida a la de Sammy, pero esta era aún más aterradora, aún más fría, aún más penetrante.

—¡Ya es suficiente por favor, por favor!—grité con todas mis fuerzas. Sentía desesperación, ¿estaba en el infierno? Si este era el infierno, era mucho peor a como lo describía la gente, tal vez las llamas eran más soportables que esto... 

De pronto, la risa se detuvo y se escuchó un grito desgarrador, era de mujer, parecía como si estuviera siendo apuñalada brutalmente.

—¡Timothy!—gritó la voz femenina. En ese instante sentí como si mi corazón hubiera dejado de bombear sangre, cada uno de mis músculos anestesiados se apretaron. Conocía aquella voz, la recordaba tan bien que las lágrimas brotaron sin querer de mis ojos. 

—¡Timothy, por favor!—Gritaba desesperada la mujer, aquella voz era la de mi madre.

—¡Mamá!—grité.

—¡Timothy!—me respondió. Mis esfuerzos por moverme eran tales que comencé a arrastrarme por el suelo, anque no sentí mi cuerpo, tampoco estaba seguro de que fuera suelo el que estaba rozando. Solo sabía que aquella era la voz de mi madre y necesitaba ayuda. ¿Pero qué podía hacer yo? Era un cuerpo inerte, inútil y estaba muerto.

—¡Auxilio!—grité.

—¿Qué pasa Timothy? Pensé que eras más listo que esto, ¿crees que alguien podrá ayudarte? ¿crees que alguien puede socorrerte ahora? Estás muerto—MUERTO, MUERTO, MUERTO...resonó una segunda voz como eco en mi cabeza, esta era masculina y profundamente aterradora —¿No puedes moverte? Tranquilo, yo te ayudo...

Una fuerza sobrehumana tomó mi cuerpo y me arrojó a otro lado del "vacío" infinito en el que me encontraba. Mi cabeza rebotó y agradecí el hecho de estar anestesiado. Al menos tenía algo sólido bajo mí, un piso o algo por el estilo.

Pero un segundo después de pensar en eso, el "piso" que había, desapareció y comencé a caer como un muñeco de trapo a una especie de pozo sin fondo.

—Ten cuidado con tus pensamientos, no vayan a jugarte una mala pasada—dijo la segunda voz.

La sensación de caer y caer me pareció reconfortante por los primeros 10 minutos. Pero luego se transformó en otra forma de tortura y desesperación. No me imaginaba la muerte de esta manera...

—¿Qué pensabas, muchacho? No habrás creído que morir significaba un abrir y cerrar de ojos, ¿o si? No habras pensado que reencarnarías en algún animalito y insecto, ¿o si? ¡Por favor Timothy! Deja de creer en cuentos de hadas, esto no es un libro de fantasías en donde todo termina de una forma agradable y vomitiva, esto es la realidad. Esta es tu realidad y la realidad de todos en algún momento. 

—¿Quién...quién eres?—pregunté.

—Me dicen de muchas formas, pero pocas veces le dan en el blanco. Satanás, El amo de las tinieblas, diablo... pero déjame decirte que el "diablo" no existe, no es más que un personaje de ficción bastante utilizado para asustar. Yo soy mucho más que eso, soy la muerte misma. Soy temido por todos, pero sin embargo nadien sabe como soy en verdad.

Sentí como mi pecho se contraía, comencé a ahogarme de una manera descontrolada. Era peor que un ataque de asma, era peor que no poder respirar bajo el agua. Era como si algo se estuviera robando mi oxígeno. Era la peor sensación del mundo...

—Suficiente—dijo una tercera voz femenina que me resultó bastante familiar.

—Tiene que pagar.

—Lo matarás.

—¡Pero si ya está muerto!

—Es suficiente, basta.

—¿Esto es una broma? 

—Confía en mí.

—¿Lo devolverás? 

—Confía en mí.

En ese momento el oxígeno volvió, sentí un fuerte golpe en algo sólido seguido por un fuerte dolor, así que supuse que el efecto de la "anestesia" había terminado y volví a recuperar la movilidad de mi cuerpo. El blanco e inerte vacío comenzó a desaparecer lentamente y el color volvió con calma. La vista se me tornó borrosa y apenas podía distinguir el lugar en el que me encontraba ahora. Unas manos frías y finas tomaron mi brazo y sentí que era arrastrado por el suelo, un peculiar silbido resonó en mis oídos, era fuerte y melodioso, algo aterrador pero suave.

—¿Te gustó el viaje Tim?—seguí la voz con dificultad y una imagen borrosa y algo gastada me dejó ver a la persona que estaba manipulándome en ese instante, Sammy.

ANESTESIA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora