Cap. 10

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Esa noche no podía dormir, al otro día iba estar matando gente por montones y fingiendo que no sentía nada.

Me quedé despierto en mi cama, hasta que oí a alguien tocando la puerta. Rápidamente me levanté y fui a abrirla. Vi a Clove en el marco de la puerta, ella entró a mi cuarto sin autorización, pero ahora ya no la podía sacar de ahí sin herir sus sentimientos.

Cuando cerré la puerta y me volteé hacia ella, se encontraba sentada en mi cama, con una expresión en su rostro que me indicaba que algo no iba bien. Se veía muy bonita en su pijama color azul como sus ojos, pero yo debía dejar de pensar en eso, ya que en la arena no podía haber dos ganadores.

Me fui a sentar a su lado y cuando estuve junto a ella, Clove se abalanzó sobre mis brazos y comenzó a llorar.

Yo no sabía como actuar, ella nunca perdía el control, siempre era tan recta, yo era el que no podía controlar sus emociones.

Lo único que se me ocurría en ese momento era abrazarla.

-todo va a estar bien Clove- dije en un susurro.

- claro que no Cato, voy a morir, mañana voy a entrar en un mar de muertes y me voy a ahogar en él- respondió rompiendo en llanto otra vez.

-Clove yo voy a cuidar de nosotros, vamos a ser aliados.

- Si, pero solo uno puede ganar, y vas a ser tú, en realidad si quiero que ganes porque pienso que eres mejor que cualquiera de los otros tributos, y además deseo que seas feliz y vuelvas a ver a tu hermana, pero también tengo mis propios sueños, quiero ver a mi familia, y darles todo lo que necesitan, yo se que tu no tienes esa responsabilidad, porque eres rico, pero prométeme que si ganas vas a ayudar a mi familia Cato.

Su discurso casi me hizo llorar. La abracé con todas las fuerzas que pude encontrar dentro de mi.

-te lo prometo- dije acercándola más a mi.

Tenía que ser fuerte y alejarla de mí, pero no podía hacerlo, no cuando ella se encontraba así.

Permanecimos en silencio abrazados, por un largo rato, hasta que al final ella volteó a verme. Tenía los ojos hinchados y enrojecidos de tanto llorar, pero de todas formas lucía bonita, con esas lindas pecas, y sus ojos azules que tanto me encantaban.

En un abrir y cerrar de ojos, nuestros labios se encontraron. Al principio fue un beso suave, pero después fue aumentando su intensidad. Ella se separó de mi para tomar aire, ya que yo había olvidado respirar.

Una sonrisa se dibujó en mi rostro y permaneció ahí.

Clove no dijo nada, pero se recostó sobre mi hombro para disfrutar del momento.

Después me dijo que tenía que irse para dormir un poco y sobrevivir a lo que nos aguardara.

Antes de irse, se volteó hacia mí y me besó otra vez en los labios. Este beso fue mucho más corto, pero tenía un gran significado para mí, yo hubiera podido jurar que todos sus sentimientos se encontraban en ese beso.

Al día siguiente no pude desayunar mucho, ya que no tenía apetito, en lugar de hambre tenía una sensación de compasión y dolor, que llenaba todo mi cuerpo.

Cuando terminé lo que había en mi plato, William me dirigió al helicóptero del Capitolio.

Antes de que subiera me dio un abrazo.

-tú vas a ganar Cato- dijo mirándome con una expresión que decía que él estaba seguro de que me volvería a ver.

-gracias, y mándale mis saludos a Jessy- fue lo único que se me ocurrió decir.

Cuando subí al helicóptero me inyectaron el dispositivo de rastreo, sentí un ligero dolor, pero no lo demostré.

Cuando bajé del helicóptero, me dirigieron a un cuarto, donde aguardaba Jessy, estaba feliz de poder verla de nuevo y despedirme en persona.

-Cato, se fuerte, tu puedes ganar, confió en ti, haz lo que sea necesario- dijo ella.

-lo haré Jessy, lo haré.

Me puso una chamarra y me dio un último abrazo antes de que me metiera en el tubo de plástico con la plataforma.

En un instante estaba arriba, observando la Cornucopia y a todos los tributos que iba a matar.

Adopté mi postura de superioridad, y me preparé para salir corriendo.

60, 59, 58... Cada vez menos segundos para el inicio de Los 74 Juegos del Hambre... No me podía descontentar ni un minuto, tenía que ganar. Mi mirada se encontró con la de Marvel, él asintió, eso significaba que seríamos aliados.

35, 34, 33... Los números no dejaban de disminuir, cada vez menos tiempo para la masacre, estaba a punto de entrar en la arena, y acabar con tantas vidas... Pero no me podía permitir pensar en eso, desde este momento me tendría que convertir en la persona más dura e insensible.

3, 2, 1... ¡Qué empiecen los 74 Juegos Del Hambre!

La Historia de CatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora