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Adaptarse

Sobrellevar el hecho de que se había perdido 30 años de historia estaba siendo bastante complicado. En ocasiones sentía que el cambio no era demasiado, y en otras, pensaba que había una distancia abismal entre su acto heróico y lo que ahora era el presente.

No se sentía cómoda. Era como si meter la idea a su cabeza de que pertenecía a ese año fuera un acto imposible. Era una pieza de rompecabezas perdida que no encajaba para nada en ese cuadro actual. Sin embargo, Stephanie era una Soldado y debía estar preparada, aún para las situaciones más inesperadas; pero, ¡maldición! ¡Su situación pasaba a ser lo imposible! ¿A quién se le podría haber ocurrido? Definitivamente no a ella cuando chocó esa gigantesca nave contra el hielo.

En todo el tiempo que pasó desde que le dieron el alta, no había visto de nuevo a Howard. Se había retirado en su motocicleta en dirección a Brooklyn, lugar dónde hasta la fecha, seguía rentando un pequeño apartamento.

Adaptarse no era fácil, pero había logrado hacerse de una rigurosa rutina que le daba un poco de estabilidad a su destrozada vida. Salía temprano cuando el sol aún no daba señales de salir y recorría las calles solitarias en un trote constante hasta un gimnasio del otro lado de la ciudad, dónde pasaba un par de horas entrenando, tratando de eliminar la frustración de su cuerpo. Al volver a su casa y ducharse, salía a tomar un café en un puesto cerca de su edificio. Y finalmente, pasaba la tarde en los museos, torturándose a sí misma con la historia y al mismo tiempo, poniéndose al tanto de lo que se perdió.

Steph solía deprimirse bastante al volver a su habitación. Lo cierto era que ella no debería estar allí. No quería estar allí; viviendo una vida que ya no le pertenecía. Su decisión la habia hecho resignarse a su destino, pero éste al parecer tenía otros planes; o en este caso, Howard. Se había ido porque estaba segura que de seguir viendo al mecánico le tiraría los dientes a punta de puñetazos por su gran Azaña de rescatarla del hielo. Howard había frustrado su vida entera.

Sin embargo, no podía mantenerse completamente ajena. Aunque seguía siendo una Soldado, seguía teniendo la necesidad de cercanía con personas conocidas, de la calidez que podían ofrecer. Así que en un arranque, ahogada siniestramente por la soledad que sentía, decidió tomar su moto y dirigirse a Nueva York.

***

No fue difícil encontrar la casa de Howard pues él se había encargado de darle las correspondientes indicaciones cuando salió del hospital.

Al estar frente a la ostentosa casa, sintió unas enormes ganas de dar la vuelta y regresar por dónde había llegado, pero no tuvo tiempo de pensarlo demasiado pues una de las puertas dobles se abrió y una pequeña personita salió como un rayo hasta lanzarse a sus piernas.

-¡Capitán!-Gritó el niño con gran euforia.-¿Por qué no viniste ates?-Exigió saber el menor frunciendo el ceño, mirándola fijamente.

Steph arrugó un poco el entrecejo, sin saber exactamente como reaccionar. Se removió un poco incómoda pues no tenía idea de como responder y mentir no era una opción. Nunca en su vida había sido muy cercana a los niños, nunca había estado acostumbrada a su presencia; no sabía cómo lidiar con ellos.

-Capitán Rogers.-Llamó Jarvis con voz afable.-Es un placer verle.

-Hola, señor Jarvis.-Saludó Stephanie con algo de incomodidad al tener al menor apegada a ella.-¿Howard está aquí?

Tony inmediatamente se separó de la rubia, alzando su cabeza para mirarle mejor.

-Mi papá está trabajando.

1.Mi pequeño Tony (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora