One shot: LuNa.
"TÚ".— Está vez no dejaré de molestarte hasta que lo admitas — Decía Robin desde la comodidad de la sombra que le proporcionaba su sombrilla, mientras su cuerpo posaba relajado en el asiento.
En conclusión, era un tarde calurosa.
— No lo haré, y deja de molestar de una vez. — Nami exactamente posicionada igual que su amiga, sonaba fastidiada más no molesta.
¿Y cómo no?, ¡Le había estado diciendo lo mismo todo el día!
— Tu me hiciste admitir que me enamoré de Zoro, así que admite que te enamoraste del capitán. — Soltó una risita mientras sacaba ligeramente su cabeza del libro.
— ¡Pero si los ayude a estar juntos!, Literalmente, si no lo admitían, no actuarían... Por cierto, ¿Sabes que te prefiero cuando no hablas tanto? — Nami bajo sus lentes mientras se acomodaba nuevamente, dando a entender que no quería seguir hablando.
— ¿Te has dado cuenta que de todo el día no me has negado que te enamoraste del capitán? — Robin tiró la cabeza hacía atrás, cómicamente frustrada, no sabía qué, pero quería hacerle reaccionar con eso.
Nami lo pensó, obviamente no lo estaba, ¿Cierto?
— Deja de decir tonterías, no es algo que me interese. No estoy enamorada de Luffy y punto. — Está vez la pelinaranja si parecía molesta, tanto que la hizo levantarse, con la sola idea de que ella había podido enamorarse era molesta, ahora imagínate enamorarte de Luffy.
¡Es prácticamente imposible! Un idiota que sólo tiene claro una cosa; llegar a ser rey de los piratas junto a sus nakamas.
Porque eso era ella; su nakama, ni más ni menos.
Cuando llego a su huerto de mandarinas, que fue adonde sus pies la llevaron instintivamente al irse, lo único que pudo hacer fue sacar una mandarina, y que apretó molesta. La soltó solamente para comérsela.
Ella lo sabía, y era molesto. Muy molesto, y tener a tu mejor amiga repitiendo una y otra vez las cosas no ayudaba, porque sí, estaba enamorada del capitán de los sombrero de paja, Monkey D Luffy.
Y resulta difícil, más difícil de lo que lo que se había imaginado. No era una idea que fuera de ese día, era algo que la venía persiguiendo hace tiempo, ya ni se acordaba de hace cuánto, pero estaba segura que mucho más que esos dos años que estuvieron separados. Tal vez.
— ¡Ah!... — Suspiró frustrada. — Maldición. Maldita Robin, Maldito Luffy. — murmuraba la chica mientras miraba el huerto.
— ¿¡Y yo porque!? — Nami se sobresalto al escuchar -quejándose- a su capitán detrás de ella.
— ¿Que estás haciendo aquí, idiota? — Ella se giró para verlo a la cara.
— Estaba aquí para decirte que la cena ya está lista, ¿No escuchaste el grito de Sanji?
— ¿Eh, hizo eso? No lo escuché. — Cuando Nami se disponía a caminar vio a Luffy estirar su brazo hacia ella, queriendo tocar su frente. Cosa que evitó por obviedad, ¿Cómo hacerlo cuando estás pensando en que te enamoraste de esa persona?
— Me estás preocupando Nami, ¿Qué está pasando? ¡Acabas de evitarme! — Su voz estaba tan seria como su cara.
— ¡Nada! Que estoy bien, que vamos a comer, ¿Seguro no tienes hambre? Vamos. — Aún cuando Nami paso por su lado para ir a la cocina, el sabía que no, que algo no andaba bien. Ella parecía nerviosa, tanto como el cuando miente, y eso no era normal.
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