tres

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Ya había caído la noche y Splendid estaba llegando a casa después de haber salido a correr un rato.
- Ya he llegado -anunció dejando las llaves en la mesa. Flippy no dijo nada, se la había pasado echado en en el sofá, viendo la televisión-. ¿Quieres algo de comer? -preguntó.
- He hecho sopa -contestó Flippy sin mover la vista.
Splendid se giró para mirarle con el ceño fruncido.
- No tenías por qué -dijo con un tono que denotaba cierta molestia.
El militar solamente se quedó en silencio mirando la tele. Splendid se dirigió hacia la cocina.
- Quería hacerte una pregunta -comentó Flippy de repente.
- ¿El qué? -preguntó el otro desde la cocina.
- ¿Por qué me estás ayudando? No me conoces de nada y aun así me alojas en tu casa.
Splendid salió de la cocina con un plato de sopa en la mano.
- Ya te lo he dicho, me gusta ayudar a la gente que lo necesita y -se sentó cerca de la pequeña mesa que había allí-, al ayudarte también me estoy ayudando a mi.
- Yo no necesitaba tu ayuda, ya te lo dije.
- Sí que la necesitabas, se te notaba en la mirada -dijo dando una cucharada a la sopa.
Flippy rodó los ojos.
- Me haces llorar.
- Búrlate, pero es la verdad. Desde pequeño he tenido esa percepción de sentir quién necesita ayuda.
- ¿Es por eso que los acoges a ellos también?
- ¿Mis compañeros?
- Vámos, no es una casualidad que tus tres compañeros tengan algo en común.
- ¿A qué te refieres? -preguntó Splendid, aún sabiendo a lo que se refería.
- Por dios, no te hagas el tonto; uno es ciego, otro no tiene brazos, y el tercero es mudo. Esto parece un centro de discapacitados -soltó finalmente sin despegar la vista de la tele.
- A la gente con alguna minusvalía les cuesta más encontrar un hogar -respondió sin más-. Y yo debo ayudarles.
Flippy echó una pequeña risa de burla.
- ¿Por qué eres así? Siempre intentando ser el héroe.
- De pequeño me hubiese gustado que alguien hubiese hecho lo mismo conmigo.
- ¿De verdad? Cuéntame tu triste historia -se burló.
- Mi abuela me crió junto con otros niños y siempre nos faltaba el dinero -empezó a contar ignorando el tono sarcástico de Flippy-. Por lo que... hice cosas de las que siempre me arrepentiré para poder sobrevivir. Si alguien me hubiese brindado aunque sea una pequeña ayuda, no hubiese dejado los estudios y no estaría viviendo en este agujero en un barrio de mierda.
Flippy no respondió. Tampoco le había estado mirando.
- ¿Y qué hay de ti? -preguntó entonces Splendid-. Nunca quieres hablar de ti.
- Ni lo haré. Lo pasado en el pasado se debe quedar, enterrado y muerto.
- ¿No te hiciste soldado para ayudar a la gente?, porque fuiste soldado, ¿no?
- De verdad que eres pesado -bufó-. Si, fui soldado, no, no lo hice por nadie. A diferencia de ti, a mi me importa una mierda ser o no ser buena persona. En realidad yo debería estar muerto, y no aquí respondiéndote a nada.
Después de aquellas palabras, se hizo el silencio completo en el salón, solo se escuchaba el ruido de la televisión.
Splendid se levantó con el plato en las manos y se fue hacia la cocina.
Luego volvió al salón y dijo:
- Me voy a dormir, mañana hay que levantarse temprano para ver el piso.
Flippy le ignoró mientras continuaba mirando una película.
- Buenas noches -dijo yéndose. El cual nunca fue respondido.
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- Flippy. Flippy, despierta -le intentaba despertar Splendid sacudiendo su hombro.
Flippy apenas podía abrir los ojos y echó un gran bostezo.
- Dios, ¿qué hora es? -preguntó somnoliento.
- Las ocho de la mañana. Tenemos que ir a ver el piso.
- Pero si aún es de noche.
- Porque es invierno, amanece más tarde.
- Joder... ve tú -dijo volviendo a cerrar los ojos.
Splendid volvió a sacudirle otra vez del hombro.
- Tienes que ir a verlo tú también si vas a vivir allí.
- Me da igual como sea, tú di que sí de mi parte y ya -se dio la vuelta para seguir durmiendo.
Splendid suspiró irritado.
- No está muy lejos de aquí, no tardamos nada.
- Qué bien. Adelántate tu y después voy yo.
- Vale, pero tienes que venir de verdad -cedió finalmente.
- Que si, que si, venga vete.
El de chándal azul le miró rendido, cogió las llaves y salió de allí.
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Splendid tocó el timbre de aquella pequeña casa llena de flores y plantas.
- ¡Voy! -se escuchó una voz desde dentro.
La puerta se abrió y detrás apareció una pelirroja en pijama y con cara de sueño.
- Ah, eres tu -intentó sonreír, pero se notaba que acababa de levantarse.
- Venía a ver el piso, supongo que mi compañero vendrá después.
- De acuerdo, entra -le invitó ella dejándole pasar.
La casa por dentro era toda blanca y llena de flores rojas.
- Perdona, me había olvidado que ibas a venir -dijo ella bostezando-. Recién me acabo de mudar ayer y estoy cansada.
- No pasa nada -dijo él mirando la casa-. ¿Te acabas de mudar? Que rápida, está bastante decorado y bien puesto.
- Fue un regalo de mis padres, ellos ya lo tenían todo hecho. Yo recién la vi ayer mismo.
- Vaya, cómo te deben de querer -sonrió él.
- Si, si, me adoran -soltó quitándole importancia-. Bueno, ¿quieres ver la habitación?
- Claro -dicho esto se dirigieron hacia una bonita habitación (blanca) con pocos muebles. Parecía una pequeña casa de muñecas-. Qué casa más bonita.
- A mis padres les encanta les encanta el blanco, para ellos representa la pureza y esas cosas -bostezó apoyada en el marco de la puerta-. Por favor di que lo quieres, me da pereza atender a alguien más.
- Aún tiene que venir mi compañero para que nos pongamos de acuerdo, le llamaré para ver si ya está llegando -dijo sacando su móvil-. Un segundo.
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Sonaba un móvil que no dejaba de vibrar en su bolsillo.
Flippy ni siquiera podía abrir los ojos, sacó de mala gana el móvil.
- Quién es -contestó de mala gana-. Ah, si, no estaba dormido, ya estoy llegando. Tú espera que estoy a una parada. Que si, adiós.
Colgó y apenas podía abrir los ojos. Suspiró y decidió levantarse de una vez.
- ¿Por qué mierda estoy haciendo esto?
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- ¿Ya viene? -preguntó la pelirroja somnolienta.
- Si, ya está por llegar -la mintió, sabía que Flippy no había salido ni de casa.
- Si quieres podemos ir a comer hasta mientras algo. Aunque no tengo mucha cosa.
- No hace falta, pero voy contigo -le sonrió. Flaky se encogió de hombros y ambos fueron al salón.
- Perdona a mi compañero, es que es algo irresponsable, pero es buena persona.
Flaky empezó a poner mermelada en el trozo de pan.
- No te preocupes, yo soy igual -rió-. Seguro que nos llevaremos bien.
- No te creas, es muy serio y apenas habla, no sé porqué será tan... negativo.
- Algo le habrá pasado, digo yo.
- No parece el tipo de persona que haya sido alegre alguna vez en su vida.
- Las personas pueden cambiar -untó el último trozo de pan-. Te lo digo por experiencia.
En ese momento algo raro sucedió.
No sabían qué ni porqué, pero un mal presentimiento les inundó.
El cuchillo de untar se cayó de repente de la mano de Flaky sin saber cómo. Splendid no dijo nada, solo se quedó mirando el cuchillo en el suelo, al igual que Flaky, quien no tardó en reaccionar.
- V-vaya, no se que me ha pasado -sonrió nerviosa cogiendo el cuchillo para dejarlo en la pila-. ¿Ha empezado a hacer como frío no? -se cruzó de brazos, tenía la piel de gallina.
- Tienes razón... -rió bajando la vista-. Por un momento me he quedado en blanco. Ha sido raro.
- La manía de mis padres de pintarlo todo de blanco jaja... parece un hospital psiquiátrico -apartó la mirada unos segundos-. Voy a poner la calefacción.
Splendid seguía sentado con expresión seria. Flaky caminó hacia el calefactor algo confusa por la rara escena de antes.
Pero se detuvo al escuchar de repente el ruido del timbre. En ese instante a Splendid le recorrió un escalofrío por la espalda y se giró a ver a Flaky, ella hizo lo mismo.
- Iré yo, seguro que es tu amigo -sonrió dirigiéndose hacia la puerta.
Splendid solamente se quedó mirando a la pelirroja girando el pomo para abrir la puerta.
- Hola buenas, tú debes... -se le borró la sonrisa de la cara en un instante a Flaky al levantar la vista.
Flippy solo se le quedó mirándola atónito. Sentía que no podía mover ni un músculo. Se había quedado completamente paralizado.
A Flaky le empezó a temblar todo el cuerpo y sin darse cuenta unas lágrimas empezaron a deslizarse por sus mejillas. En ese momento un montón de recuerdos rápidos empezaron a llegarle, recuerdos que juraría que había olvidado; ella buscando desesperadamente a Flippy, ella llorando y mucho sufrimiento durante mucho tiempo.
Intentaba hablar, pero no podía. A ninguno les salían las palabras, era como un nudo muy grande en la garganta.
- ¿Ocurre algo? -se escuchó de repente a Splendid, quien miraba extrañado la escena.
Pero ninguno le hizo caso.
- ¿Qué... qué haces... tú aquí? -fueron las únicas palabras que pudieron salir de la boca de la pelirroja en un hilo de voz casi inaudible.

4. Tú no eres diferente a ellos, lo sé porque no eres ningún superhéroe.

- Flippy, ¿qué pasa? ¿Ya os conocíais? -se acercó Splendid, haciendo reaccionar a Flippy, quien había empezado a derramar gotas de sudor por su frente sin darse cuenta. Le miró y se dio la vuelta para irse.
- P-pero, ¿dónde vas...? -preguntaba extrañado. Miró a Flaky, quien tenía la mano apoyada en la puerta completamente temblando-. ¿Flaky?
Los ojos ámbar de la pelirroja miraban con furia al chico que se estaba yendo.
- ¡Vete, cerdo de mierda! -gritó roja de la ira-. ¡Huye! ¡Es lo único que sabes hacer!
Flippy seguía caminando con pasos acelerados sin girarse ante todos los insultos que le estaban lanzando.
- ¿Por qué, por qué...? -se repetía una y otra vez.
- Maldita sea ¿Qué está pasando aquí? -preguntó Splendid ya molesto, no entendía nada de lo que estaba pasando.
Flaky se giró a mirarle, tenía los ojos rojos.
- Él no puede vivir aquí -habló con frialdad-. O tú o ninguno.
Splendid se le quedó mirando perplejo, hablaba totalmente enserio.
No sabía como reaccionar. Por lo que se fue rápidamente a por Flippy.
Flaky se quedó mirando cómo se alejaba. Luego entró y cerró la puerta de un golpe.
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- ¡Flippy! ¡Espera! -se acercó corriendo a él-. ¿Qué cojones está pasando?
Flippy solo caminaba con un semblante completamente serio que aterraba a la gente que se lo cruzaba.
- No tendrías que haberme conocido nunca -soltó cortante.
- Joder estate quieto, que das pisadas enormes y me canso -empezó a hablar con dificultad.
Flippy se paró y se giró a verle.
- Gracias por tu hospitalidad. Pero nuestros caminos se separan aquí -dijo y se fue.
Splendid ya no podía más, apoyó las manos en las piernas y empezó a respirar agitadamente.
- Qué demonios está pasando.

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Falta muy poco para el final y solo quería agradecer a los que leéis la historia 💚

solo somos tú y yo contra el mundo;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora