❀ One Shots | Anime/Games ❀
❥ Éste libro será mí humilde espacio de ideas descabelladas, por lo tanto, habrá de todo ya que no me enfocaré en algo en especial.
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—Gracias. —pronunció el azabache, de cabellos revueltos, sintiendo cómo las suaves manos de aquella mujer limpian cuidadosamente la sangre que yace endurecida en su rostro.
Curvó la comisura de los labios en una sonrisa genuina, se sintió regocijada al oírlo agradecerle de una forma tan extraña.
—Shisui, ¿qué fue lo que ocurrió exactamente? —preguntó, depositando aquella venda en la mesa para ver su trabajo bien hecho. Observo el rostro del Uchiha en perfectas condiciones, por lo que suspiro aliviada. —Mi deber no es entrar en tu mente, no puedo hacerlo porque mis principios me lo prohíben. De todos modos, me encantaría ayudarte.
—Decidí hacer mis sueños a un lado para cuidar de mi aldea. —respondió con total sinceridad, enseñándole una sonrisa de satisfacción a la contraria.
Ella parpadeó varias veces con sorpresa, a lo que soltó un suspiro allegado a los oídos del presente.
—La nobleza recibe en ti joven Shisui. —manifestó sonriendo, la mujer albina, cuando arropó las mejillas del contrario para acariciarlas con fascinación, haciendo que los vellos de éste se ericen. —Por esa misma razón mereces seguir en pie hasta que tus sueños se hagan realidad. —susurró, haciendo la transición de Chakra correspondiente contemplando cómo sus heridas desparecian. —Joven Shisui... —en ese momento le tembló la voz y no pudo evitar derramar lágrimas de los bellísimos ojos blanquísimos de su sangre. —Abre los ojos joven Uchiha.
Por un momento el silencio reinó en aquella cabaña, fue increíble cómo sintió que ella le hubiese jugado una mala broma, pero estaba muy lejos de ser una.
—Las almas que nacieron para cuidar de los vivos deben recibir en el mundo Shinobi hasta que éste sea desamparado y renazca nuevamente. —pronunció al entrecerrar los ojos y observar con detenimiento los labios oprimidos del presente, los vio embobada hasta que decidió posar los pulgares en la comisura de los mismos, tan suaves como los imaginaba.
Luego, él ya no sintió nada, como si todo hubiese sido un absurdo sueño o incluso una ilusión que se hizo trizas una vez abrió los ojos y lo comprobó. Las lágrimas fueron capaces de cristalizar su visión ónix, aquella que él supuestamente había perdido.
—Gracias... —murmuró, en un hilo de voz, activando aquellas aspas giratorias y entender que sí existían los milagros.
Ni siquiera había rastros de chakra en aquella cabaña desolada y tétrica, fue como si un ángel le hubiese tendido las manos para ayudarlo en un momento crítico de su existencia. Dándose cuenta de lo que había ocurrido el corazón le dio un vuelco.
—Cuídate. Shisui del Cuerpo Parpadeante. Confío en que tu sueño se haga realidad... —sopló el viento en susurros moviendo las copas de los árboles en una bella melodía que encantó aquel día de primavera en el País del Fuego.
