❀ One Shots | Anime/Games ❀
❥ Éste libro será mí humilde espacio de ideas descabelladas, por lo tanto, habrá de todo ya que no me enfocaré en algo en especial.
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Ella, sin querer, aspiró a conseguir la unión y el contacto del alma con la divinidad del Mandamiento del Amor.
(...)
—Envíame con él, Merlín. —hostigó con total severidad aquella mujer, ya harta por lo que sus compañeros debían observar y escuchar por parte de los Mandamientos. Ellos mienten. Pensó una y otra vez al comprender que aunque estuviesen diciendo la verdad, le creería a su compañero de toda la vida, aunque ya tenga por sabido lo ocurrido.
—Si sabes que...
—Jamás me han visto pelear, así que ni se te ocurra decirme que yo no soy nadie como para enfrentarme contra esos bastardos. —rugió, furiosa. No tuvo que ser capaz de recuperar sus poderes porque jamás los perdió, y aunque fuese poco, nadie sería capaz de tocarla, ni siquiera los de su propia raza.
—Si así lo deseas. —fue siquiera aparecer en aquel campo de pelea que ya había acudido a correr hacia el rubio de ojos verdes. Lo miró con puro desdén y aburrimiento.
—¿Acaso no conoces ni siquiera tus límites? —sentenció con diversión al ponerse de rodillas junto a él y verlo divertida. Aun así jamás sonrió. —Ay Meliodas, no tienes remedio. —farfulló al posar una de sus manos en el pecho de él y empezar a curarlo.
Sintió que le agarró la mano con fuerza debido a la falta que está cometiendo. —Eres una tonta. —la reprendió en cuando supo que la divinidad de la diosa se notaba en sus bonitos ojos naranjas. —Ellos te matarán por ser sangre sucia. —reprochó en un instante, ella volcó la cabeza hacia uno de sus hombros y los vió de reojo.
—Lo sé. Esta vida se me ha hecho muy aburrida. —manifestó al curvar la comisura de sus labios por primera vez. Pero al cabo de unos segundos sintió que uno de ellos se le paró enfrente, aunque fue rápida y se interpuso entre Meliodas y el llamado Galand.
Es inmenso, no lo podría negar, tanto así que él se tuvo que inclinar un poco para hacerle frente, para que sus rostro quedasen cara a cara. Aun así -mostrando sus facciones impasibles- no dió motivos para que él le empiece a insistir para provocarla. Es obvio que desaparecieron sus dos ojitos color anaranjados, los cuales la definen como perteneciente del Clan de las Diosas, no lo quiso tomar en cuenta a la hora de verlo y saber que él la inspecciona de pies a cabeza. Él insistió en buscar el poder de aquella divinidad, pero solo encontró simplemente un cero por ciento de aura.
—¿Qué se te ha dado por venir aquí, pajarito? —fue un hecho fruncir el entrecejo al oír el comentario de aquel sujeto que se reducía a una simple burla.
