• 5 •

40 5 2
                                    

Los disparos y la sangre habían sido el día a día de Yoongi durante 5 largos años, y durante todo ese tiempo el jamás pensó en dar su vida a cambio de otra, tampoco en cuidar o proteger a alguien. Jamás nadie tendría ese privilegio. Nadie hasta que Jimin llegó.

Por eso cuando vió la bala casi rozarle la oreja su sangre corrió con más fuerza y pudo jurar que por un segundo que su mirada se tornó roja. La ira quemaba como dinamita pura. Maniobrando la pistola en su mano disparó directo a la cabeza del gigante que se atrevió a dispararle.

Nadie toca lo que es suyo, nadie.

Impulsándose con sus piernas esquivó al tipo que intentaba sacarlo de juego barriendo su pierna por el suelo. Golpeó con la punta del pie su cuello hasta hacerlo crujir, luego se agacho y recogió el arma en el bolsillo del hombre. Se la guardó en su chaqueta y levantó la vista a su chico. Tan ágil y elegante hasta para pelear y sacar del camino a alguien.
Se relamió los labios bajo la máscara. El sabía que debería dejar sus sentimientos fuera pero no pudo evitarlo. En este punto negar lo obvio era un pecado.

Corrió hacia el frente y tomó los maletines mientas trataba de limpiar el camino hasta la puerta. Hizo una señal con su mano y Jimin estaba corriendo en su dirección. Esquivando al corpulento hombre que intentó golpearlo con una barra de metal.
Corrieron hacia el segundo piso desde donde cortarían la electricidad para poder escapar entre las sombras. Necesitaban terminar el trabajo pronto, había demasiadas cosas en juego.

Yoongi se agachó para esquivar las balas que iban directo a su cráneo. Vió a Jimin detenerse justo detrás de las escaleras y patear los jarrones llenos de piedras decorativas, serviría como ventaja por ahora. Se giró y continuó corriendo escaleras arriba.

—Hyung

Volteó en su dirección, fijándose en el punto que señalaba su dedo, justo por encima de los cuadros en las paredes un sistema de explosivos reposaba a la par de la parpadeante luz que confirma el hecho de que se estaba haciendo una cuenta regresiva. Todo el lugar iba a arder como el jodido infierno.

—La puta que me parió.

Jimin negó con la cabeza y con cuidado se acercó al cuadro fijándose en la pequeña pantalla en un extremo. Faltaban 20 jodidos segundos para que la cuenta acabara.

Se giró de vuelta y jaló a Yoongi mientras retomaba su carrera.

—¿Confías en mí?

Yoongi no respondió pero apretó el agarre de su mano. Eso fue suficiente respuesta para Jimin.

Pasaron por el cuarto de seguridad mientras corrieran hacia la ventana al final del pasillo. La adrenalina corriendo por sus venas. Ambos tomaron impulso y con el peso de sus cuerpo rompieron el vidrio saltando al vacío temiendo no poder escapar a tiempo de las llamas del fuego. Yoongi logró empujar a Jimin en su pecho mientras caían tratando de evitar quemaduras en su piel.

Sintió como todos sus sentidos se aturdían cuando su cabeza por fin tocó el agua, tuvieron un par de segundos bajo el agua antes de poder ver todo el edificio arder. Apretó los maletines en su mano derecha mientras apretaba el brazo de su compañero con la izquierda, debían salir lo más pronto posible de ahí.

Impulsó al rubio fuera del agua mientras le pasaba los maletines y le ordenaba que corriera.

—No te detengas, yo iré justo detrás pero antes debo asegurarme de no dejar a nadie vivo.

Jimin asintió confiando ciegamente y corrió en dirección a la valla que habían burlado, tenía razón, todo resultó demasiado fácil y Yoongi también lo sabía.

Tomando impulso saltó y por un minuto deseo tener una vida diferente junto al hombre que dejaba atrás.

Eso no pasaría.

.
.
.

Mientras veía a la cabeza rubia perderse en los árboles suspiró mientras retomaba su camino hacia la casa, debía controlarse o este lugar no sería el único matadero.

• Stitches • [ym]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora