9. La maldición de Statera

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Viator sintió como el mundo comenzaba a dar vueltas. Su corazón comenzó a latir con rapidez, su respiración empezó a acelerarse y el cerebro palpitaba como si fuera a explotar.

Como pudo, el chico comenzó a trasladarse entre la niebla.

-¡Thais!- gritó y no reconoció su propia voz. Sonaba extrangulada y herida, como si se la hubieran arrancado directamente de la garganta.

El muchacho no podía controlar sus emociones: todo había explotado, todo se había incendiado y Thais había estado en medio de aquel infierno. Las posibilidades de que ella hubiera sobrevivido eran inexistentes, pero buscó y buscó por horas.

Se sentía como un lobo rabioso, rebuscando entre las cenizas como si fuera nieve, en busca de alimento. Thais era su alimento. Era quien lo mantenía con vida, quien le daba ganas de vivir, su motor para poder seguir adelante.

Tal vez fue su voluntad, tal vez fue suerte, tal vez quizás así lo quiso Statera o tal vez fue la conexión que los une pero cuando estaba por darse por vencido, Viator escuchó un suave quejido.

El muchacho se detuvo y estaba seguro de que todo el mundo a su alrededor también lo había hecho, incluso su corazón.

-¿Thais?- llamó. Como respuesta el muchacho escuchó una tos. Viator siguió el sonido hasta que, entre la niebla, distinguió una figura.

Estaba viva.

El Exilium tanteó en busca de su amiga, en cuanto su mano rozó su piel, los tatuajes de ambos brillaron por una fracción de Segundo.

Hoy Thais ha ido en contra de todo lo que su Nación veneraba. Ha utilizado mi arma, sin pensar y como consecuencia asesinó a un pueblo entero a costa de los poderes.

La voz de Statera retumbó en la cabeza de Viator y, a juzgar por el quejido de Thais, ella también podía oírlo.

Esto no pasará sin que ella reciba las debidas consecuencias.

Viator la ignoró y buscó las piernas de su amiga, para pasar uno de sus brazos por debajo de ellas y con el otro sujetarla de los hombros, alzándola. Mientras tanto, Statera continuó.

Tantas vidas perdidas y Thais ha sobrevivido gracias a mis poderes, pero la próxima vez el resultado no será el mismo: Si Thais vuelve a usar mi arma, me aseguraré de que ella también muera junto con sus víctimas.

La muchacha escondió la cabeza en el hombro de Viator, era alta y su cuerpo era delgado pero lleno de fibra y músculo, sin embargo, para Viator no era más pesada que una espada.

Y sé lo que piensas Viator, no podrás deshacerte de mi arma porque haré que ella vuelva a Thais.

Viator trepó sobre Gala y acomodó a Thais entre sus piernas. El chico podía ver que ella tenía los ojos abiertos, pero no decía nada. Entre la capa de ceniza que le cubría la cara, Viator no pudo deducir su expresión.

Mientras volaban hacia la Nación del Este, se preguntó qué harían los Illustratum cuando vieran lo que había ocurrido.

¿Pensarían que fue una obra de los Dioses? ¿Asociarían el incendio a Gala, la única dragona que los Illustratum habían visto en siglos?

No lo sabía, pero de algo estaba seguro: había millones de posibilidades y ninguna llevaba a nada bueno.

Aspersusque: Los Guerreros De StateraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora