13. Nuevos aliados

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Shaoran se incorporó tan rápidamente que las náuseas casi lo hacen vomitar.

Reprimió un grito mientras se sujetaba el estómago con todas sus fuerzas. La habitación en la que se encontraba parecía una mazmorra apenas iluminada por unos rayos de sol que se colaban entre la desgastada roca.

Ajustó la vista para ver mejor en la oscuridad: no había más que el banco de madera en el que estaba acostado, un cuenco vacío y a unos metros, una reja.

Shaoran intentó incorporarse, pero se le hizo imposible. El estómago le ardía como si lo estuvieran incendiando desde adentro y temía que si hacía algún mal movimiento su herida se abriera o algo peor.

Cerró los ojos e intentó concentrarse con todas sus fuerzas para ver si podía recordar qué había ocurrido.

Recordó a Petra, la gran puerta del palacio Aspersusque y sangre. Mucha sangre. Cuerpos por todas partes, gritos, una masacre. Y él Justo en el medio.

¿Dónde estaba Petra? Él estaba seguro de que ella no hubiera dejado que lo capturaran tan fácilmente. Shaoran realizó una plegaria silenciosa a cualquier Dios que la estuviera escuchando, deseando que su novia estuviera a salvo.

Se encontraba tendido, perdido en sus pensamientos, cuando se abrió la Celda con un chirrido metálico.

Dos pares de brazos fuertes los sujetaron de los tobillos y las axilas y lo posaron con delicadeza sobre una camilla. Shaoran nunca había sido una persona particularmente fuerte así que él sabía que no tenía posibilidades de escapar y mucho menos ahora que se encontraba herido.

Lo levantaron y lo llevaron a través de los pasillos de piedra. El chico solo veía las antorchas iluminado el pasillo oscuro y húmedo.

A medida que subían las escaleras alejándose de las mazmorras, Shaoran comenzó a sentir otro tipo de dolor en el estómago que no tenía nada que ver con su herida.

Los Aspersusque eran Eruditos, obsesionados con el conocimiento. Sabía que para ellos Shaoran debía ser el nuevo juguete, la rata de laboratorio con la cual investigar y experimentar.

¿Marely se habrá sentido así respecto a ellos? Le sorprendió no recordar un momento en el que la muchacha intentara aprender sobre ellos. Tal vez la Aspersusque no quería ser maleducada, tal vez no sentía la suficiente confianza en ellos como para preguntar. O tal vez los había estudiado de forma diferente: su forma de hablar, de caminar, de comer, de comportarse. Tal vez con eso le bastaba.

A Shaoran lo tomó por sorprensa cuando ambos Aspersusque se detuvieron. El hombre que sostenía el lado de la camilla a sus pies intercambió unas palabras con el guardia y éste los dejó pasar.

Esta habitación se encontraba mucho más iluminada. Un candelabro colgaba del techo y las paredes estaban cubiertos de estandartes con la cabeza de un Grifo. Los Carguimen dejaron la camilla sobre una especie de mesa y lo ayudaron a sentarse.

Shaoran observó a su alrededor: no había aparatos de tortura, ni médicos, ni siquiera algo filoso con lo que pudieran dañarlo. Parecía más bien una especie de sala de descanso, con sus sillones, chimenea y biblioteca. Fue entonces cuando Shaoran comprendió que la mesa en la que se encontraba sentado había sido llevada allí específicamente para que pudiera estar cómodo.

Recién entonces pudo mirar a los hombres que lo habían llevado hasta allí con atención: uno debía tener su edad. Sus cuernos eran mucho más grandes que los de Marely. Los de la muchacha ahora debían medir como quince centímetros mientras que los de él medían más de veinte.

El chico llevaba un pantalón verde esmeralda y un calzado del mismo color. Tenía un Grifo tatuado y tanto su rostro como su cuerpo estaba bañado en pecas, al igual que el de Marely. Su cabello pelirrojo necesitaba un buen corte y sus ojos verdes lo observaban con curiosidad.

-¿Eres uno de los humanos que acompaña a Habens Stateram?- le preguntó. El otro hombre le chistó, haciéndolo callar.

Era una versión adulta del muchacho, solo que sus cuernos ya habían crecido por completo y su rostro lucía más demacrado y cansado.

Sus ojos eran gentiles y sabios y en ese momento Shaoran supo que ninguno de los dos tenía intenciones de dañarlo. Era su oportunidad de conseguir algún aliado en aquel lugar.

-Si. Soy embajador de Thais, por parte de los...

-de los humanos, lo sabemos- lo interrumpió el Aspersusque más joven con entusiasmo. El muchacho observó al adulto como si estuviera pidiéndole permiso y éste suspiró, sabiendo que sería imposible evitar que lo interrogara- ¿Thais? ¿Ese es su nombre? - Shaoran asintió- Es de origen Fluxa.

El Aspersusque se sentó a sus pies, olvidándose completamente de su tarea.

-Hemos oído mucho sobre ella, algunos la llaman la Reina Exilium, La Reina Fluxa, La Reina de los Carguimen, Hermana de los Dragones, La última Fluxa, Habens Stateram...es una leyenda viva.

-Lo es- afirmó Shaoran, consciente de la magnitud que llevaba aquella chica que había conocido. En aquellos momentos Shaoran no comprendía tanto revuelo pero ahora lo hacía. Ahora comprendía el poder que Thais tenía, tanto físicamente, espiritualmente y socialmente. Era una imagen, un símbolo, la última Fluxa del planeta. El último respiro de Statera.

-Todos sabemos lo que se avecina. Al menos el señor Poure y yo lo sabemos, es por eso que hemos decidido ayudarlos.

¿Poure?

-¿Eres el padre de Marely?- preguntó Shaoran. El muchacho no podía creer su suerte. Claro que no era suerte, el humano estaba seguro de que los Aspersusque habían planeado aquello de antemano.

-Lo soy- contestó el hombre- ¿Sabes cómo está ella?

-Hablé con ella hace poco y estaba bien. Ella y los demás están en camino, vienen hacia aquí.

El Aspersusque más joven de pronto lucía más ansioso que antes.

-¿Sabes en cuánto tiempo llegarán?- preguntó. Shaoran recordó lo sucedido en el pueblo Illustratum.

-No sabría decirlo- se sincero- pero no creo que mucho.

-Bien- contestó el señor Poure y a continuación se dirigió al muchacho- Es mejor que lo saquemos de aquí.

Éste asintió y volvieron a recostar a Shaoran en la camilla.

-Por cierto- dijo el joven mientras revisaba los puntos en el estómago de Shaoran- soy Tae.

Aspersusque: Los Guerreros De StateraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora