8. Verde y Azul

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-¿Quieres entrar?- le preguntó Jovan, como si no hubiera visto nada.

Caleb se lo quedó mirando un segundo antes de contestar.

-Está bien- accedió.

La habitación del Rey era del tamaño de toda él área de entrenamiento del búnker. Tenía una cama en la cual debían entrar como mínimo diez personas, dos sillones, una mesa con cuatro sillas (todo con detalles de oro), un baño privado y todo tipo de lujos.

Azorado, Jovan observó a Caleb con una sonrisa chueca.

-Qué bueno que mañana nos vamos y volvemos a dormir en literas, ¿No?

Caleb sonrió, distraído, no podía sacarse de la cabeza la imagen de Jovan en la cama.

Sus brazos fuertes, su espalda ancha, su piel suave...El nuevo Rey chasqueó los dedos, llamando su atención.

-¿Estás bien?- le preguntó el Illustratum. Caleb murmuró unas palabras sin sentido antes de voltearse y darle la espalda. Tenía que irse de allí antes de cometer alguna estupidez.

Caleb sabía que sus actitudes eran sospechosas, es decir, le había dado la espalda y se había quedado parado en el medio de la habitación sin decir palabra como un idiota y estaba seguro de que Jovan lo había visto antes.

El humano escuchó los pasos del Illustratum retumbando contra la alfombra. De pronto, una respiración cálida erizó los vellos de su nuca.

Caleb sintió la frente de Jovan contra su nuca, ninguno de los dos dijo nada y de pronto, Caleb sintió las manos del Illustratum acariciando las suyas, vacilantes.

La respiración de Caleb se agitó cuando el pecho del Illustratum se chocó contra su espalda y casi jadea cuando sintió a su amigo contra su trasero.

Jovan parecía sereno y confiado por primera vez. Ya no era simplemente un joven Illustratum adinerado. Habían pasado muchas cosas y él había cambiado.

Le soltó las manos y las posó sobre el ombligo descubierto del humano. La única prenda que los separaba era la que cubría sus partes íntimas y tratar de permanecer en silencio estaba matando a Caleb.

Jovan restregó su frente contra la nuca del muchacho y suspiró, uniendo más sus cuerpos y separó su cabeza para depositar un beso lento en el mismo lugar que había estado hace un momento.

Caleb temblaba, nunca se había sentido tan cómodo e incómodo a la vez. Jovan lo volteó hacia él y sus ojos se encontraron, verde y azul se mezclaron por un instante. Aquello le sirvió al humano para calmarse. Era Jovan, era su amigo.

Ambos tenían la misma altura, pero de pronto Caleb se sentía enorme. Lo deseaba y por la mirada del Rey, él también deseaba lo mismo.

Caleb tomó a Jovan de la barbilla y su mirada se dirigió a los labios del muchacho. Eran gruesos y carnosos. En un segundo Caleb estuvo sobre ellos.

Un remolino le revolvió el estómago a la vez que Jovan le devolvía el beso con fuerza y colocaba sus manos sobre el castaño cabello del humano. Ya no existía distancia entre ellos.

Se besaron con fiereza, sin parar hasta que Jovan tuvo que separarse para respirar. El Illustratum observó al chico que amaba: tenía los labios hinchados, el cabello revuelto y sus ojos brillaban como nunca.

Así que lo tomó de la mano y lo arrastró hasta la cama, haciéndolo caer de espaldas. Jovan sonreía como un tonto, lo cual hizo que Caleb también sonriera como un tonto y todas sus preocupaciones de pronto desaparecieron.

La espalda del Humano rebotó contra el enorme colchón. La seda era suave y mullida, tanto que por un instante Caleb quiso acostarse allí y simplemente dormir. Pero Jovan tenía otros planes.

Aspersusque: Los Guerreros De StateraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora