Capítulo 9

3.5K 360 189
                                    

Nadie cuenta: Encariñado.

Harry se quedó con las zapatillas.

Quizás era sólo para complacer a Louis, pero se quedó con ellas. No intentó devolvérselas a Louis, como había hecho con todas las otras pequeñas cosas que el mayor le había dado a él (y que también le había regalado), tampoco le pidió a Louis que por favor las devolviera, ya que Louis estaba verdaderamente asustado de cuando las compró por la mañana después del regreso de Harry.

Louis no había planeado comprarlas para Harry. Tan sólo había pasado por un par de tiendas en el camino a su casa después de las clases de la mañana, vio el par de Converse en la vidriera de una de las tiendas, y antes de pensarlo más de una vez le estaba enviando un mensaje a Zayn para que se fijara en la talla de las zapatillas de Harry y aceptando la bolsa con la caja de zapatos que le estaba dando el vendedor.. Cuando llegó al departamento y las dejó para que Harry las encontrara, no estaba esperando mucho.

Pero ahora Harry estaba duchado y vestido y caminando dentro de la cocina con sus nuevas zapatillas atadas, limpias y sin ningún agujero. —Hola. —saludo en voz baja, una simple sonrisa colgando en sus labios.

—Hola, —Louis respondió después de unos segundos. No había esperado ver a los zapatos fuera de su caja. —¿Dormiste bien?

—Mejor noche en todo un mes, la verdad. —Harry admitió con la cabeza medio agachada, sus ojos hundiéndose con un color en su rostro. Se volteó a la mesada y se detuvo con su mano sobre uno de las puertas de las alacenas. —¿Puedo…?

Era una alacena que contenía todo tipo de cereales y otros tipos de comidas secas; Louis estaba sorprendido que Harry recordara cuál era cual. Pero asintió desde su lugar de la mesa, aclarándose la garganta. —Sí, sí, por supuesto, Haz, agarra lo que quieras. Sabes que no me tienes que preguntar.

Los ojos de Harry saltaron hacia Louis al escuchar aquel apodo, como si se hubiese olvidado de él desde la noche anterior. Verde sostuvo al azul por un momento que debió haber sido demasiado largo, pero Louis dejó que durara tanto como pudo, tanto como necesitaba. Segundos pasaron hasta que una sonrisa cálida se esparció por los labios del menor y apartó la mirada, ocupándose al llenar un bol con cereales, y asintió con una muda palabra de agradecimiento.

—Así que... —Louis apuntó su mirada hacia las zapatillas de Harry mientras que el menor llevaba el bol de cereales hacia la mesa. Levantó una ceja como para preguntar: ¿te gustan?

Harry simplemente dirigió su mirada a sus pies y luego apartó la mirada, trabando sus ojos con su desayuno, evitó mostrar una sonrisa que podía haber sido incluso demasiado grande, y se llegó a ruborizar hasta las puntas de sus orejas.

La imagen envió al corazón de Louis a volar mientras que latía con mucha fuerza, si eso tenía sentido. Lo dejaba sonriendo y sacudiendo su cabeza mientras que volvía su mirada hacia su libro, diciendo un simple: —Bien.

Eso fue lo último (y único) que hablaron sobre las zapatillas. Un poco más de conversación sobre el tema y Louis sabía que Harry estaría dando vueltas con las palabras y sacándose los zapatos para devolvérselos. Es sólo… es sólo la manera en que Harry actuaba, por lo que Louis sabía. Harry no era bueno aceptando regalos, y quizás eso tenía que ver con su estado actual o quizás era sólo parte de su naturaleza. Louis no lo sabía, no aún. Pero sabía bien que no podía darle a Harry más de lo que él podía tomar. Estaba aprendiendo que estaba bien ofrecer, y que era demasiado, al menos a los ojos de Harry. Una ducha, algo de comida, tan solo un sillón en donde dormir; esas eran cosas que Harry podía controlar, si eran ofrecidas. Pero dinero y objetos lujos, cosas que no eran necesarias, esas estaban fuera de cuestión. Eran demasiado para ofrecerlas, demasiado para Harry de aceptarlas, y esas zapatillas estaban empujando el limite.

Como En Casa » Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora