Red Moon

3K 405 68
                                    

♪El hombre encorvado, camina jorobado, y encontró dinero, arqueado en realidad, compró un papel curvado y un ratón doblado y juntos viven ya en un hogar arqueado igual♪

Cantaba junto a su hermano, recostados en la alfombra de su habitación, viendo aquella especie de caja musical, pero de gran tamaño, circular, más bien como una lámpara giratoria, con el fondo de un esqueleto encorvado, llevando un traje y paraguas, logrando así, que su sombra se viese por las paredes, ambos sonreían gustosos, gozando de la soledad, ya que sus padres, habían ido a una cena de negocios.

-Cada vez eres más buena hermanita—palmea su cabeza.

-Gracias—sonríe complacida.

-¿Y qué haremos ahora?-

-Quiero que me enseñes a jugar domino-

-Excelente—ayuda a su pequeña hermana a ponerse de pie—ven conmigo-

Se sientan frente a la pequeña mesita de la niña, quien mira con admiración a su hermano mayor, sonriendo ampliamente, hasta que su felicidad se ve apagada por las luces de la casa de en frente, ahí vivían personas malvadas, así las consideraba ella, pues siempre que su hermano o ella caminaban cerca, los observaban con desprecio, pues su hermano era el mejor tocando el piano, y por esa razón se habían mudado a Irlanda, para que él pudiera demostrar su perfección musical, por eso los vecinos lo aborrecían, no toleraban que un “yanqui”, fuese mejor que su hija, a la cual ella nunca había visto, no la dejaban salir, pero cada día, podía escuchar el violín incesante.

Además de que su hermano, tenía un problema en el ojo derecho, que debía ser azul como el otro pero era gris opaco, como si estuviese ciego, no era así, sin embargo se había ganado burlas por ello, además de que no tenía amigos por causa de sus padres, que lo explotaban hasta el cansancio, muchas veces veía a su hermano triste, en su habitación con lágrimas en los ojos, estudiando, no podía interrumpirlo o era reprendida. Los vecinos lo veían con desprecio porque además de lo ya mencionado, él era muy distraído, a veces, chocando con ellos, recibiendo insultos.

Así que ahora, veían como los ojos de su hermano, se mostraban tristes, pero le sonreía a ella, siempre lo hacía, no obstante, la pequeña no podía tolerar más la situación que vivían. Veía a su hermano colocar las piezas de domino, pero en su mente, maquinaba una forma de reprender a las personas malvadas, porque una vez su madre le dijo:

“Sí una persona es mala, hay que darle un castigo”

.

La noche siguiente, sus padres se habían llevado a su hermano mayor a una de las tantas cenas para presumir a su cansado ejemplo a seguir, dejándola sola, como en aquella navidad en que el hombre Santa, intentó hacerle daño. Ahora agradecía que así fuese, abriendo su enorme armario para su estatura, sacó un vestido rojo, junto a un abrigo del mismo color, le gustaba mucho ese atuendo, así como sus medias blancas, las cuales protegen sus piernas del frio. Al estar lista, llevando ese hermoso ropaje para sus ojos ante el espejo, se coloca sus botas de lana, y unos guantes blancos. Peina su cabello negro perfectamente y sale de su alcoba, evadiendo a la servidumbre, entrando al cuarto lejano, dónde guardaban cosas peligrosas, tomando una garrafa de gasolina, y con fósforos en mano, sale de la casa, cruzando la calle, no había nadie en las banquetas.

Rodea la casa, oyendo de nuevo el violín, no duda en ir regando la gasolina alrededor de la casa, sobre la nieve blanquecina, hasta llegar a la entrada, formando una cruz en las escaleras, su tía le decía que, había que acudir a dios, cuando necesitara ayuda, pues el ve agradecido a quienes creen en él. Vuelve a la parte trasera, notando que la puerta de la cocina, estaba abierta, la casa era enorme, pero no como la suya. Con cautela, fue regando más gasolina. Cuando esta se terminó, entró a una habitación que al parecer pertenecía a la niña que nunca había visto, miro por algunos minutos, suspiró y encendió un fósforo, dejándolo caer en el líquido flamable, de inmediato, las llamas se hicieron presentes, antes sus ojos duales, formó una sonrisa llena de alegría.

KieranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora