El gentil devorador

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Todo está tranquilo, todo está brillante, el ángel desciende susurrando y devora gentilmente todo tu ser, es mi culpa. Me doy cuenta al abrir bien los ojos, de este concreto azul claro, sobre el que estoy con frío. Di mi nombre y dame un beso y después abrázame, con tu cuerpo inerte y vacío, esa vida que tu expulsaste, aún mantiene cierta forma en un color… Escarlata. Puedo ver un futuro brillante, que estalla junto a mí en forma de canción, ¿por qué nací?, oye por favor, sólo ámame porque nunca te dejaré ir…

 

-PS-


-Te encontré-

Fueron las palabras que me dejaron anclada al piso por veinte segundos, hasta que reaccioné, el fuego estaba incrementando más, y ella no borraba esa sonrisa maliciosa de su rostro, empezando a caminar con un porte distinto, un tanto engreído, moviéndose con mayor fortaleza, esto era lo que Winn dijo, de lo que me advirtió, lo horrible que despierta en ella cuando está ante el fuego.

-Lo que quieras hacerme, tendrá que esperar Kara, hay fuego allá afuera y sí no quieres perder tu casa, debemos llamar a los bomberos-

-¿Por qué llamarlos?—pregunta con ese acento irlandés muy marcado, colocando las manos tras su espalda—en aquel entonces, no te importó que acudieran a tiempo-

-Eso era porque tus padres merecían morir-

-Cierto—detiene sus pasos, achicando sus ojos sin borrar su sonrisa—ellos lo merecían—levanta el dedo índice, que después dirige a sus labios.

Me gustaba esta Kara, claro que no difieren mucho, así que nos es un problema de personalidad, sí no más bien uno de control, porque las llamas despiertan a la niña que esos miserables educaron. Opto por no decir nada más, salgo de la alcoba caminando por el pasillo; escucho sus pasos detrás, cuando estoy bajando las escaleras.

-Para ser una Luthor, eres una persona mal educada—habla en voz alta.

-Ya te dije que quiero olvidar ese horrible pasado—cojo el teléfono marcando el número de los bomberos, espero a que atiendan—además, que tú seas una obsesiva con el orden y la educación, no es problema mío-

-No pero—me quita el teléfono por la espalda colgando—no me gusta que me dejen hablando sola-

-Dame ese teléfono—ella lo alza—en serio Kara, ¿quieres morir cual bruja en hoguera?—sigo intentando pero lo cambiaba de mano.

-La casa puede reponerse, pero tú y yo—nos señala con el teléfono antes de arrojarlo por la ventana a las llamas—tenemos mucho de qué hablar cariño-

-¿Y por eso arrojas el teléfono?, ¡idiota!—le grito sin poder evitar reír junto a ella.

-Siéntate—indica con mando, viendo el sofá.

-Te juro que no quiero hacerlo—le doy un fuerte puñetazo en el rostro, pero ella solo tambalea—no espera, sí quería hacerlo—sacudo la mano, oyendo su risa.

-Yo tampoco quería hacerlo—ahora yo recibo un fuerte puñetazo en mi rostro— ¿duele?-

-Creí que dolería menos—sonreí viendo su labio sangrar, al igual que el mío, y le doy otro puñetazo ahora en el otro lado.

-¿Así es cómo arreglas los problemas?—me regresa el golpe, para colocar después las manos en su cintura.

-Creo que si—achico mis ojos riendo, dándole una fuerte patada en el estómago, se dobla un poco, riendo y su rostro estaba demasiado rojo.

KieranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora