Epílogo

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No, No intentes domesticar a la tormenta, no digas que no has sido advertido, porque eso a ella no le gustará.

-She Loves Control-

....

No tengo un conteo exacto de los días en que hemos estado aquí, pues estar con ella me nubla del tiempo, si está conmigo, no tengo de que preocuparme, ni siquiera necesito saber cómo ella, logró esperarme para vivir en este ocaso eterno, yo sé que es el infierno, ¿a dónde más irían un par de mentes oscuras?

Mini Twist también está aquí, tan juguetón y regordete como lo fue en vida, el murió tiempo después de que fui capturada cuando ella murió, según sus palabras, mi querido amigo fue guiado hasta su descanso en las penumbras, dónde constantemente me observaba, y me confirmó que las veces que la vi en vida, no fueron alucinaciones, era realmente su presencia, haciéndome creer, que estaba imaginándolo todo.

Cada día, si puedo llamarlo así, ya que nunca se desvanece el ocaso, vivo feliz, besándola, acariciando sus cabellos rubios, masajeando su cuerpo, o besándolo al hacer el amor, gozando de nuestro deseo y pasión, sin embargo, hay algo que nunca me dejará tranquila.

El recordar mi negativa de darle un hijo, podría pasar dos mil años aquí y jamás me podré perdonar por ello, sé que mi rubia lo ha olvidado, solo está interesada en hacerme feliz, en estar a mi lado cada segundo; pero yo, soy la que agoniza, debía ser obra del creador de este sitio, pues después de todo, soy alguien que debe pagar con dolor sus pecados.

Hace unos días, esto comenzó a martillarme la cabeza, al verla jugar alegremente con Mini Twist, e inmediatamente la imagen de mi rubia con un niño corriendo a su lado, vino a mí, recordándome la razón real por la que estábamos aquí, pues sé, que de haber aceptado su petición, habría subido conmigo a la alcoba, su hermana me hubiese permitido la libertad y Eliza no terminaría asesinándola, todo fue culpa mía, de mi egoísmo.

Estoy sentada en la orilla del lago, con mis pies colgando y metidos en el agua, mirando mi reflejo, el reflejo de una mujer que no merece a la rubia hermosa, que ahora está pintando el paisaje a su manera, con mi querido amigo a su lado, con la mirada fija en el lienzo, ambos muy concentrados y, no es que no ame a Mini Twist pero, ese sitio debería pertenecer a un niño, a un hijo nuestro.

Apreté con mucha fuerza una de las tablas del puente en el que estaba sentada, unas cuantas astillas se clavaron en mis dedos, estoy furiosa conmigo, y al apartar mis manos, veo la sangre brotar en pequeñas gotas; empecé a sacarlas una a una, eso me distrajo un momento hasta que veo una sombra frente a mí, al levantar la vista, la veo tras de mí, mirándome preocupada.

-¿Qué te ha pasado mi amor?—pregunta sentándose a mi lado.

-Creo que hice demasiada fuerza con los dedos—me sonríe acariciando mis dedos.

-Te he notado ausente—dice de pronto, mirando el agua—te ves triste, enojada y tiendes a tensarte cuando te toco—mi cuerpo reacciona instintivamente—justo así—me mira con fijeza—habla conmigo Kieran-

-Me odio—digo con rabia, pero ella no se sorprende.

-Me lo temía—acomoda mis manos con cuidado sobre mis muslos—Te culpas por todo, pero más por mi muerte-

-Sabes que es así-

-No-

-¡Lo es!—elevo mi tono de voz—Es mi culpa que murieses!-

KieranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora