- Dicen que hay un gran lobo blanco que ronda estos bosques por la tarde casi noche en busca de víctimas. Y cuando la encuentra, no va a parar hasta verla bajo de sus garras y colmillos, suplicando por su perdón.
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El suave sonido de los pájaros cantar hizo que me despertara pero no abriera los ojos. Me revolvi entre las sábanas para volver a dormir pero una fuerte punzada en mi cuello me hizo soltar un gemido de dolor, llevé mi mano hasta donde estaba el mismo dolor y habían pliegues extraños y... ¿tela?
Me senté en la cama tratando de calmar el dolor que había en todo mi cuerpo, mi mirada se posó en la gran cama matrimonial que estaba, a mi lado había un tubo conectado a mi brazo con un líquido blanco y espeso que entraba a mi cuerpo, ¿estaba en un hospital? ¿por qué? No recuerdo nada de lo que me había pasado, ni siquiera recuerdo la mitad de las cosas que me pasaron. Una máquina se encontraba detrás del suero, constantemente hacia un ruido y mostraba señales de mi corazón.
Observé el ambiente y no parecía que estaba en un hospital, más bien parecía una habitación de una casa...esta no era mi habitación. Desconecté los cables que estaban en varias partes de mi cuerpo y la máquina empezó a sonar como si mi corazón se hubiera parado. No sabía ni en donde estaba ni que había pasado para que me encuentre de esta forma, lo único que recuerdo es que estaba en la casa de Irene porque tenía que cuidarla según mamá... al tratar de recordar otra cosa mi cabeza daba terribles punzadas. No podía mover mi cuello, el más mínimo movimiento y me daban unos dolores extremos en esa parte que eran realmente insoportables.
A los segundos varias personas entraron como si fueran doctores, ninguno de ellos tenían batas o cosas como ellos, parecían personas decentes. Se sorprendieron mucho al verme despierta, no se por qué pero debería de alegrarles aunque no los conozca, pero una mínima parte de mí decía que ya los había visto en algun lugar, no puedo garantizar con certeza que me los haya cruzado pero alguna vez los ví. Siendo desconocidos el pánico invadió mi cuerpo de una forma horrible, no sabía que podían hacer este tipo de gente... ¿y si eran sicarios? ¿o mafiosos? ¿que tendrían entre las manos?
- Tranquila cariño. -Una señora que no aparentaba más de los 40 se acercó a mí y me tomó de las manos, tratando de tranquilizarme pero hacía todo lo contrario- Aquí estas a salvo, ya ningún mal puede dañarte.
- ¿Q-Quién eres? -Saque mi mano bruscamente y me alejé de ella con cuidado- ¡¿Quiénes son ustedes?!
- Mira chiquilla -Habló una chica con cabellos negros- agradece que te salvamos, si no estarías pudriendote en el infierno.
- ¡Suzy! -Otro chico salió de detrás suyo y le dió un codazo, la otra chica solo se limitaba a soltar una sonrisa- Sé un poco más educada con ella.
Suzy....
- Perdona por el comportamiento de nuestra sobrina. -Dijo la misma mujer que tomó mis manos riendo algo nerviosa, yo solo miraba extrañada la situación- Me llamo Sara, y él es mi esposo Mike. -El nombrado se acercó y se quitó el sombrero ante mí-
- Buenas tardes pequeña, un gusto conocerte. -Tomó mi mano y la agitó, yo no hacía ningún movimiento o algo para hacerle saber que quería conocerlo-
- ¡Yo soy Kai! -Se acercó a mi con una sonrisa. Su nombre me sonaba de algún lazo al igual que Suzy pero no podía decifrar de donde, maldita sea esta mierda que me come la mente- Y ella es nuestra prima Suzy, saluda malcriada.
Kai...
- Hola. -Dijo fría mientras se miraba las uñas-
- Te preguntarás por qué estás aquí con esta gente desconocida... -Mike se aclaró la garganta para llamar la atención- No sabemos qué te paso con certeza, pero te encontramos en un estado deplorable y decidimos llevarte a casa. Tranquila, no pensamos hacerte nada más que ayudarte a sanar tus heridas sin nada a cambio.
- Quieren decir que... ¿ustedes me salvaron? -Los miré extrañada y todos asintieron, menos Suzy- ¿Y dónde estaba cuando me encontraron? ¿Por qué tengo la garganta cocida con tela?
- Estabas en un callejón querida, tenías la garganta cortada y agonizabas de dolor... -Dijo tristemente Sara-
Varios recuerdos llegaban a mi mente, pero solo como imágenes, haciendo que mi cabeza de fuertes punzadas y me queje de dolor.
- Será mejor que descanses esta noche, mañana será un gran día. -Su madre besó mi frente y me arropa como si fuera su propia hija-
- Señora...
- Sara, dime Sara por favor -Corrigió amable-
- Sara...esto... ¿puedo confiar en usted? -No se de donde saqué la pregunta pero quería asegurarme si podía al menos contar con ella. La confianza se construye con el tiempo, lo sabía perfectamente, debí haberme ahorrado la pregunta- Lo siento no debí preguntar.
- Eres una persona importante para ella, y lo eres para nosotros.
¿Ella? ¿Quién es ella? ¿Qué está pasando aquí?
- ¿Ella?
- Ahora duerme bien cariño.
- ¡Esper-... -
Y cerró la puerta, no sin antes apagar la luz. Miles de preguntas invadieron mi mente, mi cabeza dolía de tantas preguntas que tenía, algunas con sus respuestas y otras sin ellas. Pero lo que más comía mi mente es ese "ella". ¿Quién era ella? ¿Por qué era importante para ella? Algo en mí pasó como un deja vú, siento que este momento lo viví aunque no lo recuerde con precisión, o quizá se encuentra en mi imaginación.
Me revolví entre mis sábanas para poder conciliar el sueño, poco a poco mis ojos se cerraban hasta que ya no pude sentir más nada.
