Propuesta.

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Narra Asa.

Sabía que yo le gustaba, pero no sabía que me amaba, todo el tiempo pensé que solo llenaba su instinto de madre, o que solo me quería como amigo, pues siempre guardó cierta distancia. Pero tal vez solo estaba siendo ética, pues debía guardar cierta imagen si quería tener su consultorio en Londres, y sobre todo si lo ponía cerca de casa. Sabía que su consultorio era su sueño.

Puse unas palomitas en el microondas. A la nena, lo que pida. Teníamos dos semanas sin incidentes, al parecer nuestro problema era la otra chica. ¿Por qué no lo vi entonces?

Fui por algo para llenarnos el estómago antes de la cena, empecé a poner las palomitas y ella veía anuncios en la tele. Voltee a verla, solo alcanzaba a ver su cabeza. Sonreí porque esto era lo que quería, quería pasar todos mis días cerca de ella. Caminé hacia ella y la abracé dándole un beso en la mejilla. Era normal para mi hacerlo, pero esa vez no pude más, necesitaba saber qué sentía ella, pero no preguntándole. La besé.

Al principio parecía asustada, sorprendida, y luego empezó a volverme loco, me tomó de los cabellos y me besó. ¡DEMONIOS!, estaba conteniéndose todo ese tiempo, y yo era el más afectado, quería devorar su boca. Sus labios húmedos y tibios me daban una sensación eléctrica por todo el cuerpo, me erizaba los bellos, aunque lo único que tocara fueran mis labios, su lengua era lo más delicioso que jamás hubiera probado, no sé cómo explicarlo. Estábamos conectados.

Realmente no existía nada que la vida me pudiera dar, nada que me hiciera tan feliz que cuando ella me mira, cuando me abraza, y sobre todo ese momento, cuando me besaba. No cambiaría absolutamente nada de ella. Su presencia era lo único que necesitaba en veces para sentirme bien.

-Asa... - Dijo mi nombre entre besos, parecía un gemido, por lo que me excité un poco, sin embargo no quería arruinarlo, paré de besarla y la miré.

-Te amo. No me importa nada más si estás conmigo, por favor, sé mi novia. – Pegué mi barbilla con la suya, rosando así solo un poco nuestros labios, intercambiando respiraciones.

 – Pegué mi barbilla con la suya, rosando así solo un poco nuestros labios, intercambiando respiraciones

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Nueva vida. (con Asa Butterfield)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora