C A P Í T U L O. S E I S

32 1 0
                                    


-Pero que poco creativa, Olivia. Me decepcionas. -bromea mientras se aparta de mí, dejando un vacío a mis espaldas, y me ayuda a subir algunas cajas a mi nuevo piso.- No me habías dicho que tuvieras un gato. -¿Que yo tuviera qué?

-¿Gato?, ¿yo?. ¿De dónde sacas que tenga gato?. -Señala hacia el pequeño balcón, del cual estoy enamorada a más no poder, y veo un pequeño gatito de color avellana, descansando en el balaustres de la fachada.

Sin decir una palabra, dejé mi copa en la pequeña isla que tenemos en la cocina y salí al balcón, el cual me recuerda al del apartamento de Mónica Geller, y me acerqué al pequeño felino. Dejé que oliera mi mano y, tras un pequeño reconocimiento, me permitió acercarme y hacerle algunas caricias.

-Entonces es un inquilino que no ha sido invitado. ¿Me equivoco?- Se acerca nuevamente a mí y repite todos los pasos que hice yo para poder tocar al gatito.

-Ojalá pudiera quedármelo -susurré como una niña pequeña que se queja por que sus padres no le deja tener una mascota.

-Hazlo.

-No puedo. Waves es alérgica a los gatos. De estar aquí ya hubiera estado estornudando y con los ojos llorosos. -Seguí acariciando al gato y me percaté de que no tenía ninguna placa con su nombre o con algún número de teléfono en caso de pérdida.- Espero poder llevarlo mañana al veterinario. Quizás tenga un chip y encontremos a su dueño.- Mientras decía eso no me di cuenta de lo triste que sonaba mi voz ante la idea de no volver a ver al gatito otra vez.

-Hagamos una cosa. Vamos a dejar al gato dentro del apartamento, en tu nueva habitación si te parece bien. Seguimos con la mudanza y, si cuando terminemos el gato no se ha escapado me lo llevo a mi apartamento a pasar la noche y mañana a primera hora te acompaño al veterinario.

-¿De verdad?, ¿harías eso por el gatito?

-No, Olivia. No solo por el gatito. Lo haría por ti.- Entonces pasó su pulgar por mi mejilla, sonrió dejando ver su hoyuelo, que me gustaba muchísimo más que mi nuevo balcón, y me quito el gato de las manos.- Pero para yo poder hacer todo eso, tenemos que seguir con tu mudanza...

Harry entró en el apartamento, dejó el gato en la habitación que le indiqué y continuamos con el traslado de cajas.

Unos paseitos arriba y abajo después, Harry me pidió una tregua. Los dos nos sentamos en el suelo, del que en breve sería mi antiguo piso, y empezó a contarme la historia del nombre de su cafetería.

-Recuerdas la frase del Titanic "reúnete conmigo delante del reloj", ¿verdad? - Asiento con la cabeza. ¿Cómo era posible olvidar esa frase? Es de mi película favorita. Puede preguntarme cualquier frase. Me sé el guión al dedillo. - Pues siempre me gustó eso de "reúnete conmigo..." y me gustaba pensar en un grupo de amigos, de compañeros de trabajo o qué sé yo... o en una pareja que tienen una cafetería especial en la que siempre se ven y pensé en la frase: "Reúnete conmigo en el Hallway" y así es como salió el nombre. Al principio pensé en "Meet me in the Hallway" pero era muy largo, así que se quedó en "The Hallway".- Le dio un último trago a la bebida y se quedó esperando a que yo reaccionara.

-Vaya... esperaba de todo menos eso.

-¿Sí?. ¿Qué esperabas entonces?- preguntó divertido.

-No sé... algo como el lugar dónde perdiste la virginidad o dónde te declaraste a tu primera novia...

-¿Dónde perdí la virginidad? - estalló a carcajadas.- Sí le pusiera ese nombre, mi cafetería se iría al garete.

-No puede ser tan catastrófico...

-Bueno, más adelante.- rió nuevamente. No me costaría en absoluto acostumbrarme a ese sonido todas las mañanas, al abrir los ojos...- De hecho, si la pregunta la hiciera yo, ya me estarías echando de tu apartamento, o tirándome tu copa en la cabeza. ¿Me equivoco?

-Nop.  La verdad vas bastante encaminado- reí mientras él alzaba el puño al techo proclamándose victorioso.

Seguimos hablando sobre él y me contó como Gemma le había apoyado en su proyecto de abrir una cafetería y al mencionarle algunas ideas como añadir una pequeña estantería en una esquina, con los clásicos de la literatura inglesa, entre otras obras literarias, y así los clientes podrían sentarse en un sofá, con café y libro en mano, a disfrutar de un rato de tranquilidad en un lugar acogedor. Prometo que soy capaz de casarme con este hombre.

-Si haces eso, además de apoyarte en la idea, te prometo que soy capaz de pasarme días enteros en la cafetería. De hecho tendrías que cerrar la cafetería por mi culpa ya que consumiría hasta el último grano de café... Es más, tendrás que cerrarla para mí.

-Levántate- Dijo mientras me ofrecía su mano y me ayudaba a incorporarme.

-Ponte algo de abrigo y cierra bien. Dentro de 10 minutos "reúnete conmigo en The Hallway".- Me picó el ojo, me dio un apretón en la mano y salió casi corriendo de mi apartamento.

Tras 12 minutos, soy un poco lenta, ya estaba abrigada y cruzando la calle hasta llegar a la puerta del "The Hallway". Desde fuera no se veía muy bien, pero se apreciaba un pequeño destello en una de las esquinas más alejadas de la cafetería. Harry salió a mi encuentro y en su mano llevaba un té con leche y canela y me lo tendió, le di un sorbo al instante y agradecí que el calor descendiera por mi garganta. Él sabía que por mucho que mecionara el café, lo mío era el té con leche. 

Entramos juntos en el local y me tapó los ojos con sus manos.

-¿Puedo saber qué estás haciendo?

-Es una sorpresa. No seas impaciente.

Continuamos caminando y noté un cambio en la temperatura... ahora estaba entrando en calor y lo único que me apetecía era quitarme de encima el abrigo y los guantes.

-Mantén los ojos cerrados, Olivia.-Era una orden, pero dado que era una sorpresa, le di mi palabra y los mantuve cerrados mientras Harry me daba la vuelta sobre mis pies. Como si hubiera leído mi pensamiento, deslizó el abrigo por mis brazos y se deshizo de mis guantes. Volvió a girarme y me pidió que abriese los ojos. En ese instante no podía creer lo que estaba viendo.

-Bienvenida a uno de mis sueños.-Susurró en mi oído.

-¡Madre mía! Harry, esto es precioso.- No podía apartar la mirada del pequeño rincón en el que me encontraba. Era el lugar más acogedor en el que había estado nunca. Justo delante de mí había un pequeño sofá de cuero marrón, con un cojín a juego en el que descansaba un libro, el cual se veía desgastado desde la distancia. Me acerqué, lo tomé en mis manos y leí el título "Orgullo y prejuicio". Mi libro favorito. Me volteé para encarar a Harry y ví como su forma de mirarme había cambiado. Me sentía extrañamente emocionada.

-Esta idea, ahora, tiene más sentido que nunca, Olivia. -Se acercó a mí, colocó ambas manos en mis mejillas, nuestras miradas se encontraron y no hizo falta hacer otro movimiento que no fuese el unir nuestros labios. No soy capaz de decir si el paso lo dio él o lo dí yo. Lo único que sé es que en ese momento, el mundo, mi mundo, se paralizó.

Siempre había escuchado y visto en las películas como las chicas se ruborizaban y sentían que todo su alrededor se paraba, pero jamás lo había sentido. Hasta que llegó Harry. Fue una sensación más que maravillosa. Fue la mejor sensación del mundo y la estaba viviendo con él.

Al principio sentí como todo dejaba de existir. Me encontraba en un lugar donde solo importaba la forma en la que Harry movía sus labios sobre los míos y como su lengua se abría paso para encontrarse con la mía y como las dos se movían en sintonía. Después sentí como el mundo se desvanecía bajo mis pies y solo podía escuchar el sonido de las chispas del fuego que Harry había encendido para mí. Para nosotros. Entonces me di cuenta de que, aunque no sintiera un suelo firme en el que apoyarme, estaba en los brazos de un hombre que me hacía sentir segura.

El chico de los hoyuelosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora