C A P Í T U L O. D I E C I N U E V E

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Lunes.

Llego a la oficina y paro en seco al ver a una chica nueva en el puesto de mi secretaria. Entonces recuerdo que Charlotte comenzaba la baja por maternidad y todo cobra sentido.

-Hola, buenos días. Supongo que serás la sustituta de Charlotte. Nathalie, ¿verdad? -Creo que la he sobresaltado. Tarda menos de un segundo en recomponerse y me ofrece su mano y su mejor sonrisa.

-Buenos días, señora James. Así es. Soy Nathalie Jones- Tiene una voz bastante dulce y la verdad es que su sonrisa es bastante sincera. Le estrecho la mano y en el apretón me demuestra cierta seguridad en sí misma. Me gusta.

-Llámame Livie, por favor.

-Será un placer.

Le devuelvo la sonrisa y entro en mi despacho. En el escritorio me encuentro un nuevo borrador. Normalmente suelo tener unos 5 ó 6 borradores, pero he adelantado tanto estos últimos 29 días que hoy solo tengo uno. Me siento y enciendo el ordenador. Anoche después de la película le di un repaso a las correcciones y anotaciones que, en teoría, tengo que entregar mañana, pero dado que lo terminé ayer, decido enviarlo ahora mismo.

El borrador de esta semana me apetece bastante leerlo. Otra vez está fuera de mi género favorito y eso me gusta. Últimamente estoy disfrutando bastante de las novelas negras. Comienzo a leerlo y cuando voy por el tercer capítulo ya tengo clarísimo quién es el asesino y que intenta ser una copia barata de Ted Bundy. ¡Cómo no!

Necesito hacer un break pero todavía quedan unos 20 minutos para el almuerzo, así que me obligo a leer un poco más. ¿De verdad se puede tener tan poca imaginación? La única diferencia que veo entre el asesino y Ted Bundy es que de pretencioso tiene lo mismo que yo de chica dura y que conduce un Opel y no un Volkswagen. ¿De verdad era necesario copiar hasta el hecho de fingir llevar una escayola para atraer a las víctimas? Al menos la llevaba en el pie y las chicas eran rubias con flequillo.

¡Arg, no puedo más!

En momentos así me encantaría tener otro borrador para desconectar de este desastre que me niego a llamar, siquiera, borrador. No es que yo pudiera hacerlo mejor... es que de hecho, por eso los publico y no los escribo.

Ya es la hora, ya han pasado esos 20 minutos que para mi fueron 20 días. Mi intención era comerme algo de la máquina expendedora en mi despacho, pero me niego a seguir en el mismo que ...  esa historia sin haber cogido un poco de aire antes de volver a sufrir con la lectura.

Salgo y veo como Nathalie acaba se levanta con intención de coger algo de la máquina. La detengo

-Nathalie -Se gira hacia a mi sin decir nada.-Escuché esta mañana que había una cafetería a unas cuantas calles de aquí. ¿Te gustaría acompañarme?

-Sí, claro. -Acto seguido coge su coche y me acompaña.

Pensé que en el ascensor habría el típico silencio incómodo, al fin y al cabo soy su jefa, pero no. Danielle se encargó de romperlo.

-¿Qué te está pareciendo el nuevo "borrador"? -No tardó nada en empezar a tutearme, cosa que me hacía sentir más cómoda, y resaltó las comillas con los dedos cuando pronunció la palabra borrador.- Me tomé la libertad de buscar al autor en los blogs de escritores y leí algunos comentarios. La verdad es que yo no me atrevería a entregar nada con esas críticas.

-¿Tan malas son?

-Sí, mira.- Sacó su móvil del bolso y al mirar hacia abajo se quedó mirando a mis zapatos. - Jimmy Choo, ¿eh?. Creo que eres de las mías- y señaló los suyos.- Es lo único bueno que hizo por mi el capullo de mi ex- y se empezó a reír. Esta chica ya me cae bien.

-Supongo que el mío también.

Mientras nos dirigimos a la nueva cafetería me iba leyendo los comentarios que había recibido el autor y no distaban mucho de mi opinión. Incluso algunos también hacían referencia a Ted Bundy.

-Creo que de haber coincidido con él, yo también habría sido una de sus víctimas. - Casi le escupo la Coca-Cola en la cara.

-¿Pero qué estás diciendo?

-Piénsalo. Era jodidamente sexy y tenía muchísima labia. Era educado, vestía bien y te decía lo que querías.-Sí, me caía bien, y es un hecho que es casi igual que Waves. Creo que ellas dos también harían buenas migas. No suelo mezclar mi vida personal con la laboral, pero ella dejaría de ser mi secretaria desde que Charlotte volviera, así que podría salir algo bueno de este "borrador". Y Waves siempre me dice que tengo que tener amistades en el trabajo. Que tampoco era para tanto. Supongo que simplemente no me sentía cómoda con los demás.

-Ya, la verdad es que no te quito la razón. Cuando leo alguna novela que mezcla una historia de amor con un psicópata, creo que puedo llegar a entender la atracción pero una cosa es esa y otra pensar que caería en las redes de semejante asesino en serie.

Compartimos unos cuantos comentarios del mismo estilo y volvemos a la oficina. Sigo leyendo un par de horas más y creo que sería capaz de llorar sangre. Me río ahora mismo del comentario que hice hace unos cuantos días "No puede ser tan malo como para que lo hayan rechazado 3 editoriales" De hecho por eso me lo dejaron a mí, suelo ser la más benévola con los nuevos escritores, pero es que esto... esto era infumable incluso para mí.

5 minutos antes de que terminase mi jornada, Nathalie da 3 toques en la puerta, espera a mi aviso y pasa.

-Una chica jovencita ha subido y me ha dejado esto para tí. -Un sobre. Le pido que me lo deje en el escritorio y empiezo a recoger y a ordenar todo antes de irme.

-Muchas gracias, Nathalie. Ya puedes irte si quieres. Hemos terminado por hoy

-Quiero adelantar un par de cositas para mañana, me quedaré un ratito más y me iré a casa.

-De acuerdo- Cogí el sobre en el que ponía "Para Olivia" y rápidamente reconocí la letra. Lo metí en el bolso y salí del despacho en compañía de Nathalie.- Te veo mañana por la mañana. Descansa.- Nos despedimos y me marché a casa.

Me sentía ansiosa. Una cosa era dejarme servilletas en una cafetería y otra enviarlas a mi trabajo. La verdad es que después de la conversación que tuve con Nathalie durante el almuerzo, no puedo evitar sentir algo de miedo. Aún así espero a llegar a casa para leerla. Seguramente Waves estaría durmiendo como un tronco y podría leerla con tranquilidad.

¿Por qué pensaba en Harry cuando intentaba imaginarme a un chico escribiéndome esas servilletas?

El chico de los hoyuelosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora