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— Explícame que está pasando Sulli.

Fueron las cinco palabras que a duras penas logró modular el azabache dejando caer su cuerpo con pesadez sobre la cama, estaba confundido y muy mareado como para seguir de pie luego de todo lo ocurrido.

Un leve lapso de tiempo pasó, quizá tan sólo segundos que para la pareja dentro de la habitación parecieron horas, hasta que la chica habló.

— Es mejor que te des una ducha antes MinMin.—Pidió en un susurro permitiéndose acariciar la piel aún desnuda del moreno, lo cual detonó la chispa que hizo explotar la bomba en la mente de MinHo.

— ¿¡ COMO MIERDA PUDISTE, SULLI!? .— Soltó con ira el azabache alejando de un manotazo el sutil toque de la fémina una ves que ató todos los cabos por su cuenta, siendo consciente de la aberración que había cometido.—  Pensé que podía confiar en ti, que a pesar del engaño aún eras la chica dulce que un día amé.

La voz del moreno era un verdadero torbellino de emociones, la rabia, el miedo y sobre todo esa angustia al saber el daño que le había causado de forma gratuita a su esposo le estaba martillando el corazón. Se levantó importándole una mierda estar desnudo frente a la chica, en esos momento en lo ultimo en lo que pensaba era en aquello. Como pudo se vistió con la ropa entregada horas antes por la ama de llaves dispuesto a lamer el piso con tal de obtener el perdón de su amado.

— Yo no te obligue a nada MinHo.—Soltó de la nada Sulli, llenándose de valor para enfrentar al moreno, después de todo era el futuro de su hijo el que estaba en juego.— Lo qué pasó en esa cama... fue concebido por ambos.

Y lejos de todo pronóstico, MinHo se acercó a la fémina tomándola por las mejillas  con una delicadeza digna de retratar al mismo tiempo que elevaba las curvaturas de sus labios en una sonrisa torcida.

— Sabes perfectamente que jamás engañaría a mi esposo estando en mis cinco sentidos y mucho menos contigo.—Comenzó diciendo deslizando sus manos desde las mejillas ajenas hasta su cuello, donde tan solo ejerció un poco de presión, enterrando sus dedos en la nívea piel de la mujer.

— M-Min... MinHo... .—Tartamudeó intentando alejarse del moreno en vano tras su repentina acción.— R-Recuerda muestra promesa... siempre juntos.

—La promesa te la puedes meter por el culo.—Graznó cabreado soltando con poca delicadeza el agarre que sostenía a la fémina,  para tiempo después soltar todo el aire apresado en sus pulmones, necesitaba pensar con la mente fría sino perdería a su esposo.— Por el amor que un día sentimos, en serio espero que no tengas nada que ver con esto... de lo contrario no descansaré hasta destruirte.

Y sin esperar una reacción por la chica, tomó su abrigo saliendo de la habitación, bajo las escaleras interminables de la mansión haciendo caso omiso a los insistentes llamados de su madre, lo primero que debía hacer era hablar con su hermano, Xiumin, después de todo él había pasado por algo similar cuando apenas iniciaba su relación con JongDae, él era el único que le podía ayudar, sobre todo ahora que no solo la había cagado con su esposo, sino que también con su único amigo tras golpear a la pareja de éste en aquel arrebato.

Una vez en su vehículo y tras conducir un par de minutos se estacionó a orillas de la carretera, no podía seguir, no con esa angustia, el reloj marcaba pasada las diez de la noche, por lo que en Inglaterra serían cerca de las dos de la tarde, y si mal no recordaba a aquella hora tanto su hermano como su cuñado se reunían a almorzar, con la ansiedad a flor de piel marcó la llamada por teleconferencia, solo le quedaba rezar por ser atendido.

Two Mothers.   [2Min]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora