Capítulo 9

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Me sorprendí al notar que el realmente estaba parado frente a la cama, aun con aquel antifaz que cubría gran parte de su rostro, sin embargo no había una sonrisa en sus labios y yo no me encontraba amarrada.

Mientras yo me encontraba aun acostada el dirigió su mano a mi tobillo y rozó con sus dedos mi pierna. La caricia fue tan suave que sentí como mi respiración comenzaba a afectarse.

A pesar de que comencé a considerar que en realidad seguía sin despertar si no que había entrado en otro sueño, descarté esa opción cuando el corazón me latió desbocado y mi piel comenzó a erizarse ante su tacto.

Esta vez todo se sentía demasiado real.

Había cierto aroma dulce en la habitación que me hacía sentir una extraña ensoñación. El miedo inicial que había sentido, ahora se estaba disipando.

Su mano recorrió mis piernas y acarició mis muslos por encima de la ropa. Evitó tocar mi feminidad y subió sus caricias a mi torso. Levantó un poco la blusa, lo suficiente para dejar la piel de mi abdomen al descubierto. Cuando se arrodillo a lado de la cama cerré los ojos nerviosa. El sorpresivo tacto húmedo de sus labios me hizo contener la respiración. Sentía un nudo en la garganta que se hacía cada vez más grande mientras el repartía besos por toda mi piel ahora desnuda. Pasó por en medio de mis pechos hasta mi cuello y luego besó suavemente mis mejillas.

Todo este delicado ritual me hacía sentir confundida.

Abrí los ojos cuando acarició mi rostro con lentitud y me dedico una mirada que me robo el aliento. Sus ojos eran hermosos, con tonalidades verdes y grises, cubiertos por unas largas y rizadas pestañas.

La desesperación se formó en mi pecho, tenía ganas de gritarle que acabara con todo esto de una sola vez, pero solo conseguí sentarme para quedar a la altura de su rostro. No iba a dejar que me intimidara, quise decirle, pero las palabras se quedaron atoradas en mi garganta cuando el besó mis labios.

Suave, delicado, casi dulce.

Cuando se acercó a mí, el aroma dulce que se encontraba en la habitación me dio de lleno en las fosas nasales desde su cuello, inmediatamente sentí que mis hormonas se alteraban.

Mi sangre hervía dentro de mis venas, y mi feminidad respondió a sus caricias.

Mientras él miraba mis labios, me sorprendí al no apartarme cuando acercó su rostro al mío. Besó mis labios una vez más y yo sentí que mi cuerpo entero vibraba.

-Tienes unos ojos preciosos Daia- dijo con una voz extremadamente ronca al apartarse de mí.

Mis mejillas ardían.

El ambiente se sentía diferente, y yo me sentía mareada.

Sonreí.

Mierda, ¿qué me pasaba?

Sentía que mi cuerpo ya no me obedecía. Mi mente me gritaba que me detuviera, y yo no entendía por qué. Hasta que caí en la cuenta de que nos estábamos besando otra vez, pero yo estaba inclinada hacia adelante.

Yo lo había besado.

Los mareos se hicieron más fuertes. Me sentía drogada. Una risita salió de mi boca.

-Está bien, suficiente de experimentos. - dijo al separarse de mí, sonriendo.

Un gran vacío me perforó el corazón cuando se alejó caminando hacia la puerta.

-Ahora sabemos que mi nuevo perfume en verdad te gusta- murmuró antes de cerrar la puerta tras de sí.

Inmediatamente caí dormida.

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