Al abrir los ojos me di cuenta de que la luz estaba ahora encendida. Aun con la mejilla pegada al suelo observé lo que había a mi alrededor. Al parecer estaba en el centro de lavado.
En una de las esquinas de la habitación se encontraban la lavadora y la secadora, había algunos canastos con ropa delante de ellas, y un gran estante lleno de productos de limpieza estaban en la pared de enfrente.
Me levanté con trabajo pues mi pecho dolía de sobremanera, además de que tenía sangre seca en las uñas por la forma en que había rasgado el piso horas atrás.
Mi cabeza palpitaba y sentía que estaba a punto de reventar, todo el dolor que sentía pronto me hizo llorar. Me recargué en la puerta mientras intentaba calmar de alguna manera todo el dolor que sentía.
A pesar de que la obscuridad se había ido, el miedo seguía dentro de mí.
¿Cuánto tiempo me iba a quedar aquí?
Recordé la manera en que todo había sucedido, creo que jamás había sentido tanto miedo en mi vida.
Recordaba la violencia que emanaba de su piel, y aquella crueldad que había en sus ojos. El estómago se me revolvió. Ahora podía estar segura de que jamás iba a estar a salvo si me quedaba a su lado.
Mi vida corría peligro.
No sabía que podía hacer, por el nivel de seguridad que el manejaba conmigo, era evidente que no podía simplemente tomar mis cosas e irme; y quedarme con el sin duda no era la solución, menos ahora con estas condiciones.
Estaba segura de que mis padres estarían moviendo cielo, mar y tierra para encontrarme, tal vez era cuestión de tiempo para que ellos dieran conmigo y viniera la policía a rescatarme.
Así que por el momento lo único con lo que contaba era con la esperanza...
Me levanté cuando comencé a sentir las piernas adormecidas y comencé a dar vueltas en la habitación.
No pasó mucho tiempo cuando mi estomago comenzó a quejarse por la falta de alimento. Había pasado casi un día desde que había comido algo, y mi cuerpo comenzó a sentir la falta de energía, pronto no pude seguir caminando así que me senté en el piso intentando calmar los mareos que ahora sentía.
Decidí que lo mejor sería concentrar mi mente en otra cosa, así que mi mente rápidamente me llevo a Evan.
Recordé aquella curiosa manera en que movía la nariz cuando algo le desagradaba, y como se marcaban las líneas alrededor de su boca cuando sonreía desde el corazón. Así como la mirada sagaz que usaba cuando se proponía hacer algo.
Y su manera de pedir perdón...
Como en cualquier familia pasa, Evan y yo teníamos peleas, siempre eran por tonterías o porque nuestras hormonas simplemente nos alteraban, pero el jamás permitía que los malos ratos duraran mucho, ni que se convirtieran en algo peor.
A pesar de que la palabra "perdón" es de las más difíciles de decir, él lo hacía siempre desde el corazón. Porque, aunque era la persona más orgullosa que conocía, siempre encontraba la manera de hacer todo a un lado por mí.
-Es por el amor que te tengo Daia- decía siempre que hablábamos del tema- no voy a dejar que algo tan estúpido como el orgullo me aparte de ti.
Cuando mis pensamientos me regresaron a la realidad, noté que estaba empapada por las lágrimas.
Me levanté de nueva cuenta y seguí caminando con la mente enfocada en la puerta que me retenía aquí.
Le suplicaba "ábrete, por favor, ábrete" como si ella pudiera leer y entender mis pensamientos, hasta que finalmente después de un par de horas, esta se abrió.
Ahora solo tenía un plan...
Tengo que ser fuerte, por Evan.
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Forbbiden
RomanceCuando Daia despertó dentro de aquella lujosa habitación, después de ser secuestrada por un hombre adinerado, lo único que tenía claro era que debía salir de ese lugar sin importar lo que tuviera que dejar atrás. A pesar de sus esfuerzos por intent...