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Jadeos. Todos siendo representantes de agitación, adrenalina y cansancio inundaron aquella esquina oscura perteneciente a un callejón desierto.

Los contenedores de basura y reciclaje formaban una muralla para ocultar su presencia y sobre todo, su olor. El cual se desprendía casi sin control.

Con precaución, asomó la cabeza justo al instante en el que unas cuantas patrullas policiales pasaban a toda velocidad, seguida de una ambulancia.

Suspiró. El aire retenido en sus pulmones por fin abandonaron su cuerpo para luego ser reemplazado por otro más frío y mal oliente.

Sin importarle el nuevo aroma, dejó que su sonrisa se agrandara cuando supo con certeza que de a partir de ese día era libre. ¡Libre!

Ahora sería alguien nuevo. Se aseguraría de obtener una nueva identidad, una nueva categoría y, gracias a ese nuevo y bello rostro... una nueva e increíble reputación.

Sujetó con firmeza aquel arma que le ayudó a cambiar y la miró con gran afecto. A pesar de que estaba teñida de un rojo metálico, pudo ver su reflejo alentándolo a seguir adelante, a no perder su valioso tiempo en aquel asqueroso callejón.

Decido, lo primero que hizo fue calmarse. No iba a poder escapar si su olor era demasiado fuerte. Atraería a cualquier tipo incompetente y fácilmente sería delatado.

Lo segundo fue que cuando ya estuvo apaciguado, salió con mucha cautela de aquel mugroso lugar. Deslizándose entre las sombras de las calles, avanzó y avanzó en busca de una posible farmacia cerrada.

Al dar con su objetivo, sonrió satisfecho. Su dirección cambió hacia el callejón de al lado. Muy afortunado a su parecer.

Al estar dentro, busco lo que era la caja mediadora de electricidad, destruyéndola evitaría cualquier cámara de seguridad e igualmente la posible alarma de intruso.

Cables rojos, azules, amarillos y negros fue lo que vio a penas destrozó la cerradura y abrió la caja de metal.

Sin darle muchas vueltas al asunto, alzó su cuchillo y de un rápido movimiento los cortó todos sin problemas.

Teniendo una sorprendente agilidad, trepó fácilmente hasta llegar al techo, en donde buscó rápidamente un conducto de ventilación por el cual entrar.

Al encontrarlo, ingresó por el diminuto espacio y con un poco de esfuerzo logró su objetivo de entrar a la farmacia.

Una vez pisó la mayolica, alzó la vista y emprendió su nueva búsqueda: supresores y calmantes para cualquier dolor.

Mientras revisaba todo, agarró una bolsa para luego ir metiendo lo necesario para curarse de posibles heridas graves e inclusive mortal.

Una gran variedad de ello fue: gasa, alcohol, agua oxigenada, pastillas para diferentes dolores y unos paquetes de aguja e hilos especializados para la piel. Inclusive metió: guantes quirúrgicos, pinzas, bisturís y demás herramientas necesarias para una operación.

Detuvo sus pasos cuando comenzó a sentir una molestia en sus ojos. Estos al encontrarse con una leve cantidad de párpados, le causaba una gran incomodidad.

Con la vista algo apagada, buscó goteros para estos mismos. Encontrando algunos en una repisa mediana. Sujetó y abrió uno para luego aplicárselo. Guardando el usado en uno de sus bolsillos traseros.

Mientras esperaba y agarraba varios goteros para introducirlos en la bolsa, algo captó su total atención.

-Aquí están...

Comentó en voz baja cuando dio con su búsqueda. Una gran caja de supresores en forma de pastillas se apreciaba en la parte baja de un mostrador con vidrio.

Sonrisa Enfermiza (JEFF X SLENDERMAN) (OMEGAVERSE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora