De canela y eneldo

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Fue el olor el culpable de todo. Así comenzó aquel día de verano con mucho sol y calor en la corte francesa. Los sirvientes trabajaban con normalidad, la Reina Catalina y el Rey Enrique desayunaban junto a los demás, Isabel, Claudia, Francis y el pequeño Carlos y en los jardines, el bosque, el mar y los más remotos lugares de la tierra todo iba bien.

En los aposentos de la pequeña Maisie también todo estaba en su lugar, tal y como la princesa había ordenado sus juguetes la tarde anterior. Pero fue el olor quién hizo que Maisie se despertara de buen humor y con una sonrisa en el rostro.

Se levantó y se arregló tranquilamente para ir a comer con sus pequeñas damas de compañía, en los jardines, donde la reina Catalina les había concedido un capricho ordenando una pequeña fiesta de té con galletas y pastelitos para las niñas. Quienes no dudaron en invitar a las princesas Isabel y Claudia, a Francis y también a Sebastián, el hijo bastardo del Rey a quien Catalina despreciaba.

Las pequeñas damas de compañía de Maisie eran queridas por todos en la corte al igual que ella, llevaban alegría y fiestas a la corte, pero más que eso, Maisie le salvaba la vida a su hermana Mary tomando su lugar en la corte mientras ella viajaba a un convento de monjas hasta que estuviera lista para casarse con Francis. Más que alegría era estrategia. Pero no hay que dudar que las niñas se ganaron el corazón de Catalina de Enrique y de vez en cuando jugaban con ellas y sus hijos o les leían historias por la noche.

Sarah era la mayor, incluso mayor que Maisie, aunque no era una dama provenía de una casa adinerada; luego estaban lady Grisel y su hermana menor lady Geraldine, ambas carismáticas y de hermosos ojos azules; y por último lady  Jazmín, cuyo retrato estaba en la sala de cuadros de Maisie iluminados con farolillos que estaban siempre encendidos.

En cuanto las niñas se reunieron corrieron juntas hacia los jardines para comenzar con su reunión del té. Reían y jugaban felices por los pasillos haciendo felices a todos los que lograban verlas bailar con emoción, incluso era como si la música se formara sola con el cántico de sus voces y risas en conjunto. Era un momento magnífico, pero eso pasó hace años.

Seguramente todos en el castillo recuerdan lo que pasó ese día cuando las niñas y los demás se reunieron en el jardín

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Seguramente todos en el castillo recuerdan lo que pasó ese día cuando las niñas y los demás se reunieron en el jardín. Había una carpa blanca decorada con telas de seda púrpura y anillos de oro, vasos de plata y tantas galletas y pasteles para comer con té verde, de manzanilla, de limón, tanto como para no poder contar. Pero el aroma no era como Maisie lo esperaba, quería el pan de esta mañana, aquél con el que ella había despertado.

Sebastián se unió a la reunión y se acercó a las niñas cuando ellas hablaban acerca del pan que su princesa deseaba comer. El niño era apuesto, tanto como Francis, el Delfín de Francia, y ya se había ganado el corazón de Maisie cortejándola de manera inocente con flores y palabras.

Sarah, Grisel y Geraldine se adelantaron camino a la cocina en busca de lo que Maisie quería, Jazmín se quedó unos segundos sólo para decirle algo inocente a su mejor amiga "suerte". Claramente Jazmín era con quién Maisie compartía más cosas y entre ellas, estaba Sebastián. Después de esto, la pequeña corrió detrás de las demás.

El niño llegó con las manos detrás, juntas en la espalda y saludó con una reverencia a la que Maisie respondió con una sonrisa. Sebastián extendió la mano en la que llevaba un pequeño anillo hecho con una liana delgada y una perla de su viaje a París, cuando viajó con su madre, fue lo único que le gustó de aquel viaje.

— Bash — Ella dijo con incredulidad. Era una gentil propuesta de matrimonio.
Nadie se enteró de esto. Y el Padre que les siguió el juego murió antes de que los papeles de aquél inocente compromiso fueran destruidos. Quizás nunca esperaron que los documentos firmados fueran tan reales como lo que estaba pasando en otro lado del castillo fuera de la capilla.

Todos parecían correr de un lado a otro y ni Maisie ni Sebastián sabían lo que ocurría. Corrieron hacia donde todos corrían, el comedor de la familia real. En el camino, un hombre era arrastrado por los guardias hacia las celdas. Las miradas de él y de Maisie se cruzaron, y aunque el corazón de ella era pequeño, sólo pudo notar maldad en aquellos ojos negros.

Todos parecían mirar a Maisie y llorar aún más. Ninguno de los dos niños sabían por qué. Hasta que ella llegó a la puerta del comedor. La aterradora imagen jamás salió de la cabeza de Maisie traspasando su alma lentamente, casi matándola. Ella quería morir antes que aceptar la idea de perder a sus amigas para siempre.

No podía creer lo que veía, y el tacto de Catalina detrás de ella demostró que era real, no era un sueño. Entonces escuchó los murmullos, "las envenenaron", "no merecían algo así", "fueron los ingleses", "su objetivo era la princesa". Este último le llegó tanto que se culpó a sí misma por eso.

Una noche, después de las varias que pasaron, Sebastián logró escabullirse a los aposentos de Maisie para despedirse de ella, pues cuando Mary de Guisa se enteró de la tragedia mandó a Santiago, hijo de su esposo, en busca de su hija menor para llevarla a Escocia durante unos meses, donde estaría a salvo de las amenazas inglesas.

El niño sólo se recostó con ella mirándola a los ojos, quizás nunca más la volvería a ver, y era su primer amor. Ella colocó su mano en la mejilla de Bash delicadamente mientras atrapaba el momento exacto en el que caía una lágrima del niño.

— Te quiero Isie...

— También te quiero Bash...

Fue lo único que se dijeron antes de que ella se marchara. Viajaba con los restos hechos cenizas de sus amigas, el anillo de liana y perlas, y con un gran dolor, no sólo por que dejaba a su primer amor en la corte, sino también, por qué hubo a quienes hubiera deseado dejar en la corte, al menos con vida. Sólo era una niña con un futuro incierto que nació con el olor de la cocina en la mañana.

El olor al pan hecho de canela y eneldo.

Bastards | Bash & Tú | ReignDonde viven las historias. Descúbrelo ahora