Un corazón como el tuyo

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Ese mismo día las cosas dieron un giro inesperado, Mary y Francis discutieron y me enteré de algo extrañamente favorable, Mary se casaría con Tomas de Portugal. No obstante, esto traía consecuencias, pues la alianza con Portugal no termina la alianza con Francia, y el rey Enrique nunca lo dejaría tan fácil. Todo debía ser un secreto, por lo menos hasta que el rey Enrique concluyera el compromiso con Francis.

Y para un día después, muy temprano en la mañana, la bandera de Portugal se levantó en el barco de Tomas, donde observaba Mary al lado de quien sería ahora, su futuro esposo. Miré atenta la escena desde mi caballo y sólo podía pensar una cosa.

El león inglés luchará con el dragón en el campo de amapolas —. Apenas lograba comprender, pues el emblema de Portugal era un dragón, y el de Inglaterra, un león dorado.

Volví al castillo rápido. No había visto a Bash desde anoche que lo dejé con Nostradamus, quien me dijo que cuidaría de él toda la noche, pero que no prometía que despertara. Me cambié la ropa de montar y corrí al salón de la torre.

Ahí estaba él. Su rostro brillaba por la luz de la ventana y olía a aceites y aromas extraños. Nostradamus me miró con tristeza, quizás el comprendía más de lo que debía o yo esperaba.

— Cómo un corazón como el tuyo puede amar a un corazón como el suyo. — Murmuró al suspirar. No supe que responder, no sabía cómo decirle a mi corazón que se detuviera, y en verdad, no sabía si quería que lo hiciera.

— Volveré más tarde. — Dije. Salí del salón por el pasillo más largo, no podía quedarme con ese sentimiento y tirarlo como si no sirviera.

Realmente no entendía porqué me provocaba tanto dolor. Él y yo nos habíamos despedido hace ya mucho tiempo, pero este corto tiempo en el que he estado aquí en la Corte Francesa me ha hecho retomar esos sentimientos que creía recuerdos del pasado.

Con lo que pasó, hay muchas cosas que deseo contarle, pero no lo hago por saber sus sentimientos. Le conozco y sé que no se dará por vencido en lo que desea, y mis visiones no ayudan, desearía saber lo que el mundo tiene para mí en un futuro, aunque mis visiones no son sobre mí, son sobre mi hermana.

Ella siempre está en todo. Desde que era niña Madre me contaba que de no ser porque necesitaba oro, yo no hubiera nacido, pues necesitaba reunir fuerzas para el gobierno de mi hermana, razón por la que quedó embarazada. Unos años más tarde, cuando los ingleses se enteraron de que Escocia era vulnerable, Madre tomó a Mary y la llevó a Francia a arreglar la boda con el delfín. Hasta que atentaron contra su vida. Y heme aquí a los cinco años tomando el lugar de mi hermana mayor, si algo me ocurre todo sería diferente, no importo demasiado, fue entonces cuando mis damas sufrieron los crímenes de la guerra; como siempre, inocentes pagaron.

— Mi lady, — se acercó a mí un sirviente — una carta...

— ¿Quién la envía? — Pregunté.

— Su hermano Santiago. — No podía explicar la felicidad que me causaba escuchar eso. Había mandado varias cartas a mi hermano Santiago contándole sobre mi estancia y él había mandado unas pocas más en respuesta, así como algunos regalos. — Hay una caja en sus aposentos, también traídos desde Escocia.

— Gracias. — Dije. Abrí el sobre desesperadamente, había contado a mi hermano como me sentía después de lo que pasó, y que en cuanto pudiera ir a Escocia, iría sin pensarlo dos veces. Entonces comencé a leer...

Querida hermana...

Te escribo desde el balcón de mi ventana, siempre fue tu lugar favorito del castillo, pues decías que amabas ver las puestas de sol desde aquí arriba. Ahora que puedo, cuando tengo un rato libre, suelo venir y ver los atardeceres. Tenías razón, son hermosos pero se ven aún más hermosos desde aquí.

Espero te encuentres bien. Escuché lo que pasó en Francia, con las compañías del Rey Enrique, lamento mucho que no hayan podido llegar a Escocia, pues las necesitamos. Madre está preocupada por ti, cuando llegaron las noticias del atentado, nunca la vi tan nerviosa. No entendí por qué, y quizás ahora que te lo diga, le guardes más rencor que nunca.

Cuando viajaste a Francia hace unos meses, madre hizo negocios, no entiendo que clase de arreglos con el capitán del barco, pero todo pasó con exactitud y en tiempo y forma. Mis espías me informaron que realmente todo fue una venganza hacia ella, razón por la que en el momento en el que leas ésta carta, estaré bebiendo vino en compañía de lady Amelí, en Hacienda, no soportaba estar en los mismos pasillos que ella.

Hago todo lo que puedo para asegurar tu casa y tus bienes, los hombres que enviaste volverán a casa en el próximo barco que salga hacia Francia, los necesitas. De este lado del mundo, la cosecha va mejor que nunca, las mujeres y los niños se preparan para un banquete en tu honor, los vestidos que enviaste para las niñas son hermosos, me pidieron que te agradeciera.

Espero verte pronto, y que esto de la guerra termine. Pero sobre todo, Maisie, cuida mucho de ti. No confíes en nadie y da tiempo para tomar tus decisiones. Mary me ha contado un poco sobre Sebastián de Poitiers, parece ser un buen hombre, sé que madre no lo aceptará, pero tienes mi apoyo en lo que sea que decidas hacer con él.

Te extraño, hermana mía.

Con amor, Santiago...

— Debe ser una hermosa carta, si la lees con tanto cariño. O de alguien muy especial — Me dijo Catalina al ver mi sonrisa.

— Lo es, de hecho. Aunque también tiene malas noticias. — Respondí con recelo.

— No te preocupes, no tardaré tanto aquí. Suelo venir a ver las montañas, esta torre tiene mejores vistas que mis aposentos. — Me dijo.


— Lamento escucharlo. — Dije, ella volteó a verme.

— No, no lo haces. — Adivinó. — ¿Tu hermano Santiago te escribe? — Asentí. — Envíale mis saludos la próxima vez que le escribas.

Caminó lejos de mi presencia, pues el torneo ya debía haber comenzado y los reyes de Francia debían estar presentes. No entendía en qué momento ella dejó de ser gentil conmigo, desde que Mary volvió las cosas han cambiado y todos lo notamos. Aunque para algunos es mejor, para otros, es peor.

Bajé la torre de Nostradamus buscando algo por hacer, no tenía mucho por hacer, y mis mejores opciones tenían que ver con pasar el rato con los príncipes y la princesa Claudia, aunque eso sí, todavía no sabía donde estaban. Así que me dediqué el resto del día a buscarlos, hasta que algo en mí ocurrió.

Las promesas que alguna vez hiciste, se volverán contra ti y golpearan tu corazón hasta morir. Las promesas que alguna vez alguien te hizo, volverán a ti y quebrantaran tu alma para tu bien. Sé valiente e inteligente, no caigas a tu propia espada ni le des placer a tus enemigos, pues ellos quemarán tus pertenencias después de mancharlas con tu sangre y la sangre de tus seres queridos. Ten fe en ti y sólo en ti. Murmuró el aire.

— ¿Maisie, te ocurre algo? — Preguntó el pequeño Enrique... ¿Cómo llegué a él? Nos encontrábamos en la biblioteca real, yo sostenía un libro de historia.

— Enrique, ¿que estamos haciendo aquí? — Pregunté al niño esperando una clara respuesta, pero no podía pedir mucho. Él es muy joven.

— Me pediste el libro, te dije que no lo tenía en mis aposentos, entonces venimos aquí ¿Ya no lo quieres? — Sentí un mareo y un dolor de cabeza punzante, esto no tenía sentido.

— No, no, está bien, gracias. — Dije. — Volvamos a tus aposentos.

El niño me tomó de la mano cantando una canción y camino a mi lado hasta sus aposentos, donde sus niñeras le esperaban para darle un baño. Me despedí de él y caminé a mis aposentos.

Aturdida me senté, me sentía extraña y fuera de mis sentidos. Sostuve el libro abierto, el título se dejó leer...

Et legatum ad familiam d'Value

Traducción: El legado de la familia d'Value

Bastards | Bash & Tú | ReignDonde viven las historias. Descúbrelo ahora