Estaré a tu lado

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Maisie

—  ¡Dios salve a la Reina! ¡La Reina Catalina! – Anunciaron.

Cuando la Reina Catalina llegó a su lugar, el príncipe Francis apareció. Hizo una reverencia ante Mary y esta igual. Intercambiaron palabras y luego caminaron hacia a nosotros. El rostro de Catalina cambió muy rápido mientras hablaba con Nostradamus. Cuando por fin estuvimos frente a frente, o bueno algo así, nos inclinamos y ella también. Me separé de Bash para seguir a las damas de Mary, ahora yo era una y puede que la más poderosa entre dinero y poder. Me retrasé para ir a buscar el regalo para Mary, uno que había mandado a hacer exclusivamente para ella.

—  Han regresado a esta Corte por órdenes de su Reina. — Me detuve para que abrieran la puerta mientras escuchaba. Luego esperé  mientras las observaba para no interrumpir. — Como señoras nobles, deben asesorarla, prepararla, cuidarla. Para la boda de la princesa Isabel y en cualquier evento, deben relacionarse ustedes y Mary con toda la realeza y dignatarios ¿Quien de ustedes habla bien Italiano?

— Soy quien lo habla mejor. —— Habló una de ellas, al parecer la más pequeña.

— Mi dispiace essere in ritardo. Maestà, mie signore. — Hice una reverencia.

Nota: En español, se traduce como "Me disculpo por mi retraso. Majestad, mis señoras."

— Mi lady. — Ellas respondieron.

—  Volviendo al tema. El primo del papa va a estar aquí. No tiene dientes y habla muy rápido. — Ellas rieron ante lo dicho por la mujer. Esperaba guardar mi compostura pero tuve que apretar mis labios para no reír. La mujer se despidió de ellas y se dirigió a mí. — Maisie. Tu madre te manda saludos. — La miré y ella se marchó. Las damas y mi hermana me miraron. Ella se levanto de donde estaba sentada y luego se acercó.

— Mi señora. — Me incliné haciendo una reverencia.

— Dime Mary. Eres mi hermana y te trataré como tal. — Me sonrió y me abrazó. Me relajé un poco pero no pude sentir su calor. Suspiré y le entregué su regalo. — Gracias.

— No hay de qué. Me retiro, saldré a montar un rato. — Ella asintió con una sonrisa.

Esperaba que no se sintiera tan abrumada por mi escapada pero no podía respirar.
Necesitaba un momento a solas. Nostradamus me dijo que mi destino estaba por cambiar, que las visiones que tenía para mí iban a cambiar con la llegada de alguien. Siempre creí que era con la llegada de mi madre, pues en la boda de Mary ella llegará e intentará buscar un esposo para mí. Pero ahora todo ha cambiado.

— Oh, ahí estas. Estaba por ir a buscarte. — Le sonreí. — Mi padre insiste en que esté presente para la boda de Isabel, que después podré hacer lo que me plazca. — Me reí.

—  Sí, igual creí que Mary espera que esté presente mañana. Supongo que nuestros planes se cancelaron. — Me sonrió de lado. Lo miré mientras esperaba a que me dijera algo.

— El sol tardará en ponerse, aún podemos ir a montar. — Esta vez fui yo la que sonrió. Asentí. — Como sabrás, ya tengo los caballos listos.

Después de subir a los caballos llegaron mis hombres. Puede que sólo fuera una princesa y que los guardias escoceses fueran leales a mi hermana pero ella no les paga a ellos. Cada hombre fue elegido por mi mejor amigo Gerard, en quien confío, y ellos me son leales a mí. Casi siempre nos acompañan en nuestros viajes y guardan su distancia.

Mientras nos íbamos pude ver a Mary sentada junto al lago con su perro, cada una de nosotras tiene uno. Fue un regalo de Madre cuando me vine, sólo que el mío sigue en adiestramiento. Continuamos nuestro camino antes de entrar al bosque.

— Vas muy callada ¿Sucede algo?

— Mi hermana está aquí. Espero a que alguien me diga que hacer con mi vida. Mi madre no me quiere y mi vida cambiará para siempre. Lo único que sigue como estaba eres tú.

— Yo estoy aquí. Y pase lo que pase seguiré aquí. Descuida, sé que la llegada de Mary te costará tiempo. Sé que tu madre te ama y que si tu vida cambiara para siempre sería para bien. Como te dije, yo seguiré aquí. — Asentí a sus palabras intentando hacerlas reales. — Pero aún no sé como te complicas tanto la vida.

— Estaba a punto de correr pensando en que te habían embrujado y preguntándome ¿Dónde estaba el Sebastián que conocía?

— Bueno, sigo aquí. — Lo miré mientras esperaba algo más de su parte. — ¿Unas carreras? — Asentí con una sonrisa.

Comenzamos a correr. Casi siempre terminábamos en el claro del bosque. Mis guardias nos siguieron pero los dejamos lejos. Cuando por fin llegamos ya no parecía una carrera. Sebastián se desmontó y me bajó a mí de repente. Me tomó de las manos se arrodilló.

— Sé que no te gustan las formalidades. Pero no me importa. Ahora lo diré, y cerrarás tu hermosa boca. — Logró hacerme reír.

Yo, Sebastián de Poitiers, te prometo a ti, Maisie de Guisa
Servirte y serte fiel, cuidarte y proteger tu corazón
Diga lo que diga, haga lo que haga
Sufra lo que sufra, duela lo que duela
Pase lo que pase, sea como sea
De cerca o de lejos
Yo desde ahora y por siempre
Estaré a tu lado

— Bash...

Atónita a sus palabras, a su espada en el suelo y a él arrodillado; no sabía que decir o hacer. Él levantó la vista y le sonreí haciendo una reverencia. Se puso de pie y nos miramos a los ojos buscando conexión. En cuanto la hubo sus labios chocaron con los míos como espadas. Filo con filo experimenté el primer beso con Sebastián. Era tierno y lento al hacerlo y eso lo transformaba en uno dulce. Y cuando terminó, esperaba no desvanecer por no tocarlos de nuevo.

— Lamento interrumpir, mi lady. Noticias del castillo, para el joven Sebastián. — Nos dijo el mensajero que llegaba justo atrás de mis guardas quienes apenas nos habían alcanzado.

— Gracias, Alfred. — Él tomó el royo con un listón púrpura. Su madre, seguramente. — No son buenas noticias. — Me miró con preocupación. Diane me agrada y creo que también le agrado. Ella nunca interrumpiría a su hijo si no fuese necesario.

 Ella nunca interrumpiría a su hijo si no fuese necesario

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Bastards | Bash & Tú | ReignDonde viven las historias. Descúbrelo ahora