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Me acerqué sigilosamente por detrás, no quería asustarla. Me acerqué de espacio como tigre en asecho. Ella se gira hacia a mí y grita fuerte.

— ¡Shuuhhhh!... —cubro sus labios con mi mano.

Ella me mira a los ojos y se da cuenta de que se trata de mí. Lentamente voy soltando mi mano y ella se relaja.

—Recupera el aliento—. ¡Stheisy! ¿Estás loca? casi me matas del susto.

Suelto una carcajada al escuchar su aguda voz quebrada decir esas palabras.

— ¿Qué es lo tan gracioso? Mamá me ha mandado para que te lleve a casa, así que vamos, no quiero problemas.

—Tranquila, relájate, tómalo con calma, suave. Yo iré contigo —contesté tratando de que ella se tranquilizara.

La estaba notando un poco tensa y Tamara podía ser muy irritante cuando estaba en ese estado.

Así era Tamara, desde muy pequeña se caracterizó por ser impaciente y poco tolerante, mamá decía que yo era un poco más relajada que ella, aunque las cosas en un momento empezaron a cambiar.

Tamara es de baja estatura, ella es tierna con sus ojos grandes y soñadores de color marrón, cortas pestañas y cejas poco tupidas. Su pecosa piel branca, principalmente estaba bañada de aquellas pequeñas chispas. Su cabello, su cabello largo que caía como cascada hasta su cadera era realmente hermosa con ese sublime tono azul turquesa. Su delicada figura: sus delgadas manos, adornadas con delicados brazaletes que mi madre le había obsequiado para navidad.

Ella era odiosa, ser cariñosa no era su principal característica, su carácter era fuerte, no era alguien con quien vayas a discutir por cualquier tontería. Siempre la encontrarías un poco sobre saltada si la llegabas a conocer. Su principal fuerte era no permanecer en calma. No le gustaba que le hicieran bromas, de ningún tipo. Tuve varias experiencias malas con eso y las pocas veces que la he visto enojada es porque le he hecho una broma y no es bonito cuando se enoja, para nada.

Con mamá ella siempre mantiene respeto, sabe cuál es su lugar y no los hace saber a todos cuando algo pasa, pero cuando hay que exigir algo o hacer algo que sabemos que lo merecemos es la primera en luchar por ello. Es amante de lo real y por eso las mentiras no van con ella, es realmente mala mintiendo y es porque le gusta ser transparente, y no tiene problemas con ello, se le hace fácil decir la verdad por más difícil y malo sea lo que traiga con ella.

Llegamos a la casa, mi madre estaba lavando los platos cuando entramos a la casa. Pude verla darse vuelta desde que entré a la sala. —Hola mamá —digo apoyando mis manos de la isla de la cocina.

— ¿A dónde fuiste, Stheisy? —Me pregunta a la vez que terminaba de enjuagar un vaso.

— ¡Ahh...! No sabes lo que hizo. Se metió a un callejón, yo gritaba como loca y al final, cuando se apareció lo que hace es darme un tremendo susto —contesta Tamara dejándome con la palabra en la boca.

—Dios, Stheisy... —se da vuelta.

—Mamá, no era para tanto solo fue que ella no se esperaba que yo estuviera allí, solo fue eso, simplemente eso —tomo uno de los vasos para tomar agua.

—Anja, Stheisy. Sabes que no puedes estar sola, lo sabes muy bien hija —la señala con su dedo acusador.

—Sí mamá, ya me sé todo ese cuento, estoy cansada de oírlo. Sé lo que me pasa, estoy al tanto de ello—. Llevo el vaso hasta mis labios.

—Yo no sé si pueda con esto —advierte Tamara en tono serio.

El agua sale de mi boca, salpicando todo el suelo de la casa.

—Se supone que ahora tú no tienes por qué soportarlo, ¿Qué? ¿Qué harás si te cansas? Dime —empiezo a enojarme por su comentario.

—No haré nada, solo fue algo que dije y ya —se pone a la defensiva.

—Pues ten cuidado con tus comentarios y piensa bien lo que dirás, fíjate que no estoy discapacitada, ¿Ok? —Empieza a hervirme la sangre.

Siento esa extraña punzada en el estómago de cuando te enojas, miles de insultos me pasan por la cabeza, pero no quiero decir algo tonto como lo que acababa de decir ella. Eso no lo haría, sostengo mis palabras porque las digo con seguridad y aunque algunos no lo crean puedo pensar, aun puedo hacerlo, aun me encuentro en mis cinco sentidos, no estoy completamente perdida y eso lo sé.

—Chicas cálmense —mi madre se pone en medio de las dos.

—Yo estoy calmada, mamá es ella que no entiende nada de lo que digo...

—Tú eres quien no te das a entender cuando hablas. Por Dios, di lo que dirás con seguridad y piénsalo, por favor Tamara —Digo casi volándole arriba.

Mi madre me detiene, sabe que no es bueno que me altere.

—Stheisy cálmate, cálmate por favor —ella se acerca a mí—. Tamara vete a tu cuarto...

—Pero mamá...

—Que subas te digo, pero ya —ordena ella.

Tamara hace lo que se le manda sin decir una palabra más.

—Stheisy hija, sabes cómo es tu hermana, sabes que esto no ha sido fácil para ella.

— ¿Y para mí mamá que soy yo la que lo padezco? ¿Cómo se supone que tiene que ser para mí? ¿Esto no es algo que yo elegí? No fue como ir a la tienda y pasar por el mostrador de dulces y tomar esto. Así es como soy y no puedo hacer nada más porque así era como tenía que ser—. Lagrimas empiezan a bañar mi rostro con aquel sabor salado.

Mi madre me acoge en sus brazos y me da un caluroso abrazo. Empiezo a relajarme lentamente, la calma baña mi cuerpo como lo era minutos atrás.

—Gracias mamá —digo secando mis lágrimas en medio de una sonrisa.

—Siempre mi pequeña, Stheisy —me da un beso en medio de la frente—. Bueno, ya, vamos a dormir, es momento de descansar y tomate tus medicamentos que te los compré hoy, por favor.

Yo le sonrió y asiento con la cabeza.

—Está bien, descansa.

¿Cuál es la realidad? (Nueva versión de Mil voces que me atormentan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora